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El próximo 11 de marzo, Emilia Schneider, actual vicepresidenta del Partido Comunes, se convertirá en la primera mujer trans en la historia de Chile en llegar a la Cámara de Diputadas y Diputados.

La activista de solo 25 años obtuvo uno de los ocho cupos por el distrito 10, que agrupa a Santiago, Ñuñoa, Macul, San Joaquín, La Granja y Providencia, siendo esta última comuna en la que vivió hasta los 13 años.

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El camino de Emilia en la política comenzó hace varios años, en la Universidad de Chile (UCh), donde ingresó a la carrera de Derecho tras egresar de la enseñanza media.

Fue vocera de la toma feminista de la Facultad de Derecho durante las manifestaciones de 2018. Posteriormente, se convirtió en la primera presidenta trans de la Federación de Estudiantes de su universidad (FECH) en 2019.

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En conversación con CNN Íntimo, Emilia Schneider Videla aborda su paso por la FECH y su rol como activista de la comunidad LGBTI. Asimismo, reflexiona sobre las implicancias de ser la bisnieta del general René Schneider.

Primeros pasos

En 2019, durante las elecciones de la FECH, Emilia obtuvo la primera mayoría con 3.708 votos. Sin embargo, debido a la falta de quorum y a la baja participación, se debió formar una mesa interina con ella como presidenta.

La FECH significa mucho para todas y todos los que somos parte de esta nueva generación que entramos en política. Estuvo el presidente electo y la ministra Vallejo”, sostiene Emilia. “Tiene mucha historia respecto a cómo se han ido configurando las nuevas fuerzas políticas y transformadoras”.

La futura diputada describe su rol como dirigenta estudiantil como uno de los más “formativos”: “Me tocó liderar la FECH en un momento en que la participación era baja y en que había que echarse al hombro un momento muy difícil de la historia de nuestra federación”.

“Antes de asumir como presidenta, yo venía de un proceso que era todo lo contrario, de una lucha viva y masiva como lo fue el movimiento feminista de 2018. Me tocó ver las dos caras de la moneda; cuando te toca liderar procesos exitosos, masivos, vivos, y cuando te toca liderar otros más difíciles”, agrega.

La federación ha sido uno de los espacios en los que más ha aprendido: “Me nutrí, reí, lloré, lo pasé mal y rabias, pero no lo cambiaría por nada, ya que no tendría la misma experiencia que tengo ahora para enfrentarme a la política (…) y para construir acuerdos, el diálogo, negociar, etc.”.

—Tú asumiste en mayo de 2019 y te toca el estallido social y la pandemia. Además, fue una presidencia bien extendida. ¿Cómo fue esa experiencia?
Mis primeros seis meses, que era lo que originalmente duraba mi paso por la Federación, fueron de un trabajo bien interno, de hormiga, de estar acompañando los procesos locales, de movilizaciones, levantar centros de estudiantes. Fue una labor bien de reconstrucción.

Una vez que comenzó el estallido social, a la FECH le tocó “asumir un rol más público y volver a darle utilidad al movimiento estudiantil en todo el proceso político que estábamos viviendo, ya que en 2019 hubo un detonante que son las y los secundarios, pero los universitarios nos demoramos en encontrar un rol”.

Lo que hicimos me deja profundamente orgullosa (…) Fue un proceso bien complejo, pero que nos exigió mucho y cosas muy distintas. Un equipo que estaba planificado para una cosa se vuelca a hacer otra y creo que fueron meses muy lindos porque esta casa (la sede de la FECH) se llenó de vida”, destaca.

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—Todos esos pasos fueron una preparación para lo que te llevó a convertirte en diputada electa.
—Fue muy emocionante para mí convertirme en diputada porque justamente recordaba todos estos pasos que tuve por movilizaciones, organizaciones, dirigencias y, en el fondo, llegar al Congreso es como una culminación de todo eso y a mí me llenó de alegría. Ahora estamos al frente, no solo yo como diputada, sino que como Apruebo Dignidad y como Frente Amplio en el Gobierno. Está la responsabilidad y la presión de conseguir transformaciones y de comunicar, al mismo tiempo, que esto no va a ser de un día para otro, ya que es un proceso largo.

El peso de ser la primera

Al poco tiempo de ingresar a la Universidad de Chile, Emilia comenzó a trabajar activamente por las mujeres y por la comunidad LGBTI. Ahora, desde el Congreso busca defender medidas como la educación sexual integral y garantizar los derechos sociales de la comunidad LGTBI.

—Tú eres la primera de muchas cosas, incluida la primera diputada trans de Chile ¿Cómo llevas eso en el discurso público? Cuando presidías la FECH no te gustaba mucho que se llegara al tema de lo trans, pero ahora es distinto.
—En la FECH trataba de darle más énfasis al trabajo en la federación que a mi figura personal. Yo siempre he sido una persona trans orgullosa, visible y creo que parte de la lucha que una da es justamente ser visible, tanto para que la sociedad se acostumbre y asuma que existimos, (…) como para que las nuevas generaciones de la comunidad LGBTI crezcan con referentes. Yo, y para qué decir las generaciones para atrás, crecimos con muchos menos referentes y eso también impacta en la autoestima y en las proyecciones que uno tiene para su propia vida. Entonces, yo estimo que se viene un largo periodo en el que las personas trans vamos a estar rompiendo récords de ser la primera persona en diferentes cosas.

Emilia cree que se vienen muchas noticias de ese estilo “porque estamos marcando presencia y, sobre todo, porque creo que hemos ido avanzando en que las nuevas generaciones de nuestra comunidad no crezcan con la misma exclusión, el mismo odio y la misma falta de derechos que nuestras ancestras de la comunidad”.

A mí me interesa mucho no quedarme como una anécdota, sino que esto sea una apertura política a la participación de las diversidades y disidencias sexuales”, agrega la futura parlamentaria. “A veces se nos busca reducir a una anécdota y yo creo que el hecho de mi elección (…) es una expresión de ese proceso largo y colectivo”.

—Viene también el trabajo de la Convención Constitucional. ¿Cómo esperas que concluya eso para la comunidad LGBTI?
Yo tengo mucha esperanza en el proceso constituyente en general y, en particular, para la comunidad LGBTI porque hay una red de constituyentes de la comunidad bien importante ahí. Ellos y ellas han estado en diálogo con organizaciones sociales.

Emilia señala que han propuesto iniciativas constituyentes “por el derecho a la identidad, por el reconocimiento de las diversas formas de ser comunidad, de hacer familia, por el derecho a una vida libre de discriminación y violencia y una igualdad sustantiva, no solamente declarativa”.

La activista reconoce que le interesa mucho “poder sacar la voz por mi comunidad porque a veces hablan otras personas (…) El matrimonio igualitario ha sido un tema durante muchos años, y es muy relevante, pero nuestra comunidad tiene muchas otras necesidades y urgencias que no han estado en el debate y a mí me interesa harto posicionarlas”.

—Hace algún tiempo, el diputado electo Johannes Kaiser le recordó a una de sus compañeras de partido, también futura parlamentaria, que va a tener que compartir baño contigo. ¿Cómo recibes eso?
Lo que dijo fue un acto discriminatorio y una incitación al odio contra un grupo vulnerable y precarizado de la sociedad. Me parece una falta de respeto hacia los jóvenes trans y a sus familias, quienes tienen que crecer viendo cómo, a las pocas referencias que tenemos en política, se nos basurea.

Emilia afirma que lo mínimo entre diputados y diputadas “es que tenemos que respetar los derechos humanos y promover la paz y el orden. Cuando se hacen estas cosas, se sigue estigmatizando a la población trans y se legitima a alguien que en la casa puede creer que es normal odiarnos (…) Esto relativiza el límite de lo que es aceptable y eso genera más violencia contra nuestra comunidad”.

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—A partir del próximo 11 de marzo van a ser tus compañeros de trabajo. ¿Tú esperas que ya no sea tema este hecho o estará ahí siempre esa inquietud de qué es lo que vaya a ocurrir?
—Yo a cualquier diputado o diputada, del sector que sea, si emite o da espacio a algún discurso de odio contra nuestra comunidad, yo lo voy a decir. Siento que es mi responsabilidad pública por la legitimidad del Congreso, por la altura del cargo que una tiene y por la confianza que pone la ciudadanía. Yo no entro al Congreso con una rencilla personal ni con un rencor. Trabajaré tanto como cualquiera porque yo no voy a ser víctima de nadie y porque a mí lo que me interesa es hacer avanzar el programa de Gabriel Boric y las propuestas que traigo en materia de feminismo y de disidencias sexuales. Eso es lo que me interesa.

Polémicas al interior del Partido Comunes

Actualmente, Emilia Schneider es vicepresidenta del partido Comunes. La activista asumió el cargo luego del escándalo de las asignaciones por $137 millones de la campaña de Karina Oliva por la gobernación de la Región Metropolitana.

—¿En qué está hoy Comunes después del golpe que recibió justo dos días antes de la elección parlamentaria, cuando Ciper publica esta investigación donde aparece Karina Oliva, candidata a gobernación, con estos dineros abultados?
Fue muy difícil para mí porque fui la primera persona del partido a la que le tocó ir a los medios de comunicación a dar la cara por esta situación, pero consideraba muy importante ir justamente a reconocer lo ocurrido, a decir lo grave que nos parecía y las acciones que estábamos tomando.

Actualmente, el partido tiene una nueva directiva. Schneider sostiene que este grupo está buscando “sanear el partido, ir descubriendo toda irregularidad que haya podido haber para ponerlo en regla y, sobre todo, acatar el espíritu que ha tenido nuestro proyecto”.

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—Si no hubiera sido por esta publicación de Ciper, probablemente Karina Oliva hoy día sería senadora, ya que era una de las cartas seguras. ¿Hay ahí una autocrítica?
Hay una autocrítica en general respecto a la transparencia en los partidos. (…) El gran problema que venía ocurriendo de antes era la falta de transparencia en los fondos y la tarea en la que estamos ahora es transparentar y democratizar el acceso a ello porque, hasta yo que llevaba militando mucho tiempo, nunca accedí (…) a nada del estado financiero.

—Yo creo que nunca nadie había perdido un apoyo político tan rápido como fue en el caso de Karina Oliva. Fue en cosa de horas que se acabó su candidatura.
Sí, porque justamente creíamos y creemos que es muy importante rescatar lo que podríamos estar representando dentro del Frente Amplio y de la coalición y porque nuestra vara nunca va a ser la de la política tradicional, que en el fondo mira para el lado (…) Para mí, la transparencia y la probidad en política es una cuestión que me mueve genuinamente.

—Ahora viene otra etapa del partido. ¿Cómo quedaron con la representación en el gabinete respecto a los ministros?
Entra nuestra compañera Javiera Toro como ministra de Bienes Nacionales, una cartera que es de una segunda línea, pero en la que creemos que podemos aportar. Yo respaldo completamente las decisiones del presidente electo. No estoy en su cabeza para entender el razonamiento, pero yo quedo bastante conforme con el gabinete.

Legado familiar

Emilia es bisnieta del general René Schneider, comandante en jefe del Ejército de Chile entre 1969 y 1970, año en que fue asesinado por un grupo de ultraderecha debido a su férrea defensa de la Constitución.

—¿Qué significa ser bisnieta del general Schneider?
Para mí, ser bisnieta de él es un orgullo. Teniendo familia militar, yo no miro para abajo avergonzada ni siento que tenga que pedir perdón, sino que creo que mi bisabuelo es una figura que me enorgullece (…) Él fue asesinado por una defensa republicana, por defender la democracia, más allá del color político.

—Él instauró lo que se conoció como la doctrina Schneider, que trata sobre la prescindencia política de las Fuerzas Armadas.
Es un principio que falta mucho hoy día para las Fuerzas Armadas y de orden, ya que no pueden esas instituciones intervenir en política y en la discusión pública o reprimir con un objetivo político (…) Esa es de las cuestiones que más rescato de mi bisabuelo.

Según Emilia, a las FF.AA. “le haría muy bien estudiar e interiorizarse más en la figura de él, de Prats, y de otros generales que marcan una última línea de generales comprometidos, en esa época, con la democracia, la República y el orden constitucional”.

Para mí es un orgullo tremendo, pero también una deuda, ya que reconozco que mi familia, como muchas otras, no ha tenido justicia”.

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