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Rodrigo Delgado es un UDI atípico. Nunca ha tenido una vida partidista, sus ideas son más bien liberales, siempre estuvo de acuerdo con el matrimonio igualitario y tras estallido social promovió una consulta ciudadana para canalizar la crisis.

Sin embargo, la sorpresa fue mayor cuando, en noviembre de 2020, el entonces presidente Sebastián Piñera le pidió dejar el municipio de Estación Central, donde llevaba tres periodos, para convertirse en ministro del Interior.

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No venía de la élite, era psicólogo, no estudió en una universidad tradicional y, hasta los 10 años, estudió en un liceo público de La Ligua. Cuando su familia se trasladó a Santiago, lo matricularon en el Colegio Árabe, donde se reencontró con sus raíces palestinas.

En conversación con CNN Íntimo, Rodrigo Delgado Mocarquer reflexionó sobre los desafíos de ser ministro del Interior y su relación con el ex presidente Piñera. Asimismo, analizó el actuar del gobierno anterior frente a la crisis migratoria en el norte.

Un cargo de “mucho riesgo”

El pasado 11 de marzo, el gabinete del presidente Gabriel Boric asumió de manera oficial. Ese día, Rodrigo Delgado dejó su cargo como ministro del Interior y Seguridad Pública, siendo reemplazo por Izkia Siches, la primera mujer en la historia de Chile que lidera esa cartera.

A pocos días de dejado el cargo, Delgado reconoce tener “sentimientos encontrados”: “Fueron 15 años (de trabajo) en total, si sumamos los tres periodos como alcalde, más el año y cuatro meses como ministro (…) Hoy estoy haciendo la reflexión de lo que fueron esos años como autoridad”.

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“Estoy disfrutando muchas cosas en estos días y eso bien lo sabe mi ex escolta (…) El escolta es algo que de verdad es un poquito intimidante porque uno pierde grados de libertad que efectivamente se echan de menos. Yo hoy día estoy disfrutando”, agregó.

Delgado afirma que el cargo de ministro del Interior tiene “mucho riesgo”, ya que existen “muchos temas que efectivamente pueden hacer que uno tenga que responder políticamente. Yo sabía, en el momento en el que acepté el puesto, que estaban los riesgos y no me arrepiento”.

Logró salir entero de este cargo que Jorge Burgos alguna vez definió como una “moledora de carne”.
No estoy de acuerdo con esa descripción. Creo que todos los ministerios son cargos de mucho privilegio y (…) me refiero al privilegio de servir a Chile, de poder liderar procesos. Ahora, es un cargo con mucha presión, mucha gente mirando, opinando y criticando. Es intenso, pero cuando a uno le gusta administrar problemas -que creo es mi caso- no se hace tan difícil.

Un alcalde no necesariamente es un buen ministro del Interior y a usted se le criticó el manejo político.
Fui muy consciente de esa crítica, la cual fue desde el minuto uno. O sea, ni siquiera me dieron un espacio de tiempo, pero la política a mi juicio es recoger la necesidad de las personas y transformar eso en debate público, políticas públicas o en legislación (…) y, hoy día, creo que logramos transformar muchos de los dolores de las personas en proyectos de ley que estaban durmiendo.

La coordinación política pasó más bien a los ministros Bellolio y Ossa. Muchas veces se dijo que Belollio era el verdadero ministro del Interior.
Al principio se dijo mucho eso, pero si uno ve el recorrido del año y cuatro meses que estuve como ministro, uno podrá ver que esas críticas también se fueron diluyendo (…) Puse hincapié en que la política y el liderazgo político tuviera que ver con un paradigma distinto al tradicional. Obviamente, yo no tuve la relación con el Congreso que todos esperaban.

—Usted no era de los duros como ministro del Interior. Se parecía más al liderazgo de Gonzalo Blumel que al de Andrés Chadwick o Víctor Pérez.
Fui muy duro en los momentos en los que tuve que hacerlo. Fui muy duro, por ejemplo, en la macrozona sur y también con el combate al narcotráfico. Al ver las cifras de 2021, que nosotros denominamos la triada -armas, droga y violencia-, nunca en ningún año previo se decomisó tanta droga, armas y bandas criminales como ese año que le pedí a las policías poner un énfasis ahí.

El ex ministro recalca que, para él, ser duro políticamente “es enfrentar los flagelos que a la gente le molestan y ahí puse mi énfasis. Obviamente, tuve muchos errores, virtudes, matices y cosas por corregir, pero no me quedé ningún minuto sin combatir lo que había que combatir y lo que le duele a la gente”.

Agencia Uno

Usted era el más prudente del gabinete a la hora de dar declaraciones.
El Ministerio del Interior es una máquina muy potente y poderosa (…) Si uno no lo sabe controlar y tener los timing, la verdad es que uno se puede desbarrancar rápidamente. Entonces, yo siempre he sido de la escuela de la prudencia en cuanto a la información, por respeto al trabajo de uno, al de los medios y por respeto a la gente.

¿Cómo fue su relación con el presidente? Se dice que nunca deja a los ministros desenvolverse solos, que no permite desplegarse.
Yo creo que es al revés. Lo que lograba el presidente con su estilo (…) es que uno tuviera que ser mejor, mejor profesional, que uno sea más riguroso. Si hay algo que le cargaba al ex presidente Piñera era que uno le dijera ‘parece que, me tinca que’, él quería que le dijeran exactamente qué cosa era.

“La cuestión del chamullo no funciona con él y eso hace que uno sea más riguroso y también a los equipos uno le empieza a exigir el mismo estándar”, dijo Delgado, quien agrega que al ex mandatario “le gustaba estar en los detalles y planificar (…)  Ese mismo estilo ha hecho que él sea un líder de la centroderecha al punto de ser dos veces presidente”.

Pero al punto también de haber destruido políticamente la centroderecha. Eso se le atribuye a él precisamente por ese mismo estilo, se dice que no era un buen articulador.
El presidente Piñera vivió en ambos gobiernos momentos muy difíciles e inesperados, sobre todo en este segundo periodo y eso hizo que, a lo mejor, la tensión con los partidos en algún momento fuese mayor. Sin embargo, yo estimo que las responsabilidades son compartidas.

El ex secretario de Estado enfatiza que “aquí no se puede culpar a una sola persona o a un solo gobierno de los éxitos o fracasos de una coalición. Acá todos tenemos una cuota de responsabilidad (…) tiene que haber una complicidad y esa complicidad, a ratos, fue mejor que en otros momentos”.

Crisis en el norte

La crisis migratoria en el norte del país fue uno de los grandes retos que debió enfrentar Delgado. El ex secretario de Estado fue objeto de duras críticas, tanto de los diferentes gremios de la zona como de las autoridades locales, quienes alegaban que las medidas adoptadas por el Gobierno eran ineficientes.

En febrero de 2021, el entonces ministro del Interior llegó hasta la ciudad de Iquique junto a sus pares de Relaciones Exteriores y Defensa para monitorear la crisis migratoria ocurrida en Colchane, la comuna limítrofe con Bolivia. En dicho lugar, se anunció un paquete de medidas para combatir la crisis.

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Delgado detalla que el llamado Plan Colchane involucraba “una etapa antes de la frontera, vale decir, con los países vecinos, y otra después de la frontera cuando ya había migrantes dentro de Chile. Antes de la frontera, fracasó porque Colchane (…) requiere una colaboración por parte de Bolivia, la cual lamentablemente no existió”.

—¿Se hizo el trabajo diplomático?
Bolivia no quiso colaborar nunca, a mi juicio, porque ellos son parte del problema, no de la solución (…) Lamentablemente, quienes trafican a los migrantes desde el lado boliviano, primero, no son castigados ni perseguidos y, muchas veces -con pruebas fehacientes- se determinó que miembros de sus policías o su ejército traspasaban la frontera con migrantes.

¿No se percibió eso porque fue un conflicto diplomático mayor?
No, lo que quiero decir es que Bolivia nunca tuvo la capacidad de sentarse a la mesa y decir firmemente (…) ‘vamos a enfrentar este tema’, porque en Bolivia están ingresando los venezolanos que vienen de Perú (…) y a ellos les conviene económicamente porque los venezolanos se quedan y seguramente gastan ahí, hacen sus transacciones.

Pero es gente bien pobre.
Sí, pero ellos vienen con alguna capacidad, incluso los coyotes y los trocheros bolivianos les cobran. O sea, hay un negocio, una economía ahí que da vuelta y Bolivia nunca fue firme y, por eso, la sospecha que uno puede tener es hasta qué punto a Bolivia le conviene o no que esto ocurra y, lamentablemente, vimos cómo muchas veces los uniformados bolivianos les avisaban a los inmigrantes venezolanos a qué hora pasar y por dónde pasar.

¿El actuar de Bolivia es una razón política u otras cosas?
Ellos dejaron ver en alguna reunión algo así como que a nosotros nos quedaba poco tiempo como Gobierno y que preferían hablar con el nuevo. Yo creo que, efectivamente, puede ser que haya una cierta conveniencia de no darle un punto político a un gobierno que seguramente no era afín a ellos y, a lo mejor, tienen otro tipo de negociaciones ahora con el nuevo.

Agencia UNO

El presidente Gabriel Boric ha dicho que quiere restablecer relaciones diplomáticas, ¿usted cree que eso podría ayudar?
Puede ayudar, pero Bolivia tiene que ponerse firme con el tráfico migrante, cosa que hasta el día de hoy no ha hecho y a mí me da la impresión de que puede ser que no les convenga mucho porque, a lo mejor, tienen otro tipo de intereses. Lo importante acá es que los países que han colaborado se ha notado, como es en el caso de Perú.

—¿Por qué no se hizo un campamento donde se pudiera identificar o reconducir a los inmigrantes, repartirlos en forma más equitativa porque estaban generando problemas en ciertas ciudades?
Hicimos centros de acogida en Colchane, Huara, Iquique, Arica y Antofagasta, pero también hay que tener cuidado con el efecto llamado. Si tú das mucho incentivo a la gente que está cruzando -en cuanto a formalizarlos, entregarles un trabajo y alimentación- (…) lo que se está diciendo es ‘vengan, porque le vamos a dar todas las prestaciones’.

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También el efecto llamado fue la invitación que hizo el presidente Sebastián Piñera en Cúcuta.
Eso fue una caricatura porque, primero, lo que dijo el presidente no es como se reproduce en algunos medios y, segundo, el presidente fue para entregar ayuda humanitaria y un compromiso con la democracia y la libertad. Además, si uno ve los datos, entraron muchos más venezolanos antes de lo ocurrido en Cúcuta que después.

Su abuelo llegó a Chile con 14 años en un barco desde Palestina, ¿usted pensó en él y en los orígenes de su familia cuando veía a las personas entrar por el norte?
Absolutamente (…) Uno no puede renunciar a sus orígenes ni a su historia y yo no existiría si no fuera por un niño de 14 años que su madre puso en un barco porque era eso o morir en la guerra. Me conecto con la migración, corre en mis venas migración pura, pero las cosas hay que hacerlas bien y con eso me refiero a entrar a un país por la vía regular, sincerando a qué uno viene, sacando el visado correspondiente y, lo más importante, integrándose después de manera adecuada.

La accidentada primera visita

Este martes, la actual ministra del Interior, Izkia Siches, debió suspender una actividad en la comuna de Ercilla, en la región de La Araucanía, luego de que se escucharan múltiples disparos. El hecho se produjo específicamente en el sector de Collico, Temucuicui.

—¿Qué opinión le merece eso justo cuando el Gobierno está comenzando? ¿Qué señal ve ahí?
En ese mismo lugar es donde murió un efectivo de la Policía de Investigaciones (PDI), el inspector Morales (…) Ahí lo que tenemos son personas que no quieren al Estado presente. No lo quieren porque sea de derecha, izquierda o centro, sino porque necesitan el territorio sin Estado para ellos poder reemplazarlo.

“Temucuicui es un buen ejemplo porque (…) se crea como una comunidad con la entrega de tierras de lo que era el fundo Alaska y, si la entrega de tierras fuera la única solución, entonces ahí no debiese pasar nada, deberían estar todos tranquilos, contentos y recibiendo a la comitiva de la ministra”, dijo.

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Ahí mataron a Camilo Catrillanca.
Lo que ocurre es que hay gente que necesita ese espacio para, desde ahí, producir. Está acreditado que dentro de Temucuicui hay plantaciones de droga.

—¿Usted dice que esto fue una advertencia para no arruinar un negocio?
Lo que yo estoy diciendo es que a alguien no le conviene que entre el Estado. No importa si es el ministro del Interior del pasado gobierno o la ministra de este Gobierno. No quieren que vean lo que ahí ocurre.

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