Por Mónica Rincón
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Gonzalo de la Carrera podría haber solucionado el tuit que compartió en el que un medio español acusaba a la diputada Camila Vallejo de apoyar la pedofilia, pidiendo perdón.

Luego compartió un segundo tuit en el que seguía sembrando dudas sobre la parlamentaria, porque según De la Carrera, como había usado una polera con la cara de Simone de Beauvoir, entonces no podía desentenderse de que la filósofa había sido, según De la Carrera, “una reconocida partidaria de la pedofilia”.

Decir eso es de nuevo faltar a la verdad. Y en esta segunda oportunidad es más grave, porque continúa ligando a Vallejo con la pedofilia y porque Simone de Beauvoir lo que hizo fue apoyar una patética iniciativa legal que pretendía despenalizar las relaciones con menores porque varios pensadores los creían capaces del consentimiento sexual.

Pero de ahí a que De Beauvoir fuera una “reconocida partidaria de la pedofilia” hay un salto lógico enorme, y de ahí a insinuar que por usar una polera con su rostro Vallejo sea partidaria de la pedofilia, es mucho.

Gonzalo de la Carrera ha dicho que no tenía cómo saber que la noticia que compartió era falsa, porque había una cita entre comillas. La diputada no le cree y sostiene que hubo mala intención.

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Me parece que la semidisculpa de De la Carrera no es suficiente, porque por otra vía insistió en el tema. Porque al disculparse lo hace en condicional, “si la noticia que compartí era falsa”, cuando ya era evidente la falsedad. Pero además porque lo atribuido a Camila Vallejo era ser partidaria de un delito y, por lo tanto, ameritaba preguntarle . Y porque, si como ha dicho De la Carrera, él no tiene cómo distinguir qué medios son serios y cuáles no, entonces debe preguntar antes de usar citas de medios sobre los cuales no le consta su calidad.

Esto no es sobre Vallejo y De la Carrera, esto es sobre que informar es una responsabilidad y es clave la veracidad para la salud de la democracia. Partamos entonces por cumplir con un estándar mínimo: acudir a medios de comunicación reconocidos, y el sitio español La Tribuna claramente no lo es.

Si esto fue un error, bueno, ¿todos nos equivocamos y nos seguiremos equivocando? Sí, pero lo primero para que la disculpa tenga sentido es que sea sin condiciones, sin seguir denostando, o sea, asumiendo de veras la mentira difundida.

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