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El 21 de noviembre, Ricardo Toro se despidió de la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior (Onemi) después de 10 años como su director.

Llegó el 2012 con el encargo de modernizar una institución que estaba con su credibilidad baja después del terremoto y el tsunami del 2010.

A la institución arribó con la disciplina de los 38 años que sirvió en el Ejército y la dolorosa experiencia de haber perdido a su esposa en el terremoto de Haití, mientras él se desempeñaba como comandante de la fuerza de operaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

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Luego de décadas de arduo trabajo, hoy finalmente volverá a ser dueño de su tiempo. “No había aquilatado cuál es el desgaste interno que se produce en una persona que prácticamente tiene que estar 24/7 alerta en todo momento“, confiesa.

En entrevista con CNN ÍntimoRicardo Agustín Toro Tassara conversó sobre sus años de experiencia en el Ejército y la Onemi, además de los planes que tiene para el futuro próximo. “Llevo más de 50 años asumiendo responsabilidades de todo tipo, me merezco un tiempo sabático“, reflexiona.

Recuperar la credibilidad

En 2012, luego de 38 años, pasó a retiro en el Ejército y solo dos días después asumió como director de la Onemi. Para Toro, los problemas previos del organismo se debían a que “no teníamos un sistema bien coordinado porque no estaban las capacidades en las regiones para poder reaccionar adecuadamente”.

“Después del terremoto (27F) vino una comisión de expertos que estableció 63 recomendaciones respecto a qué teníamos que hacer, dentro de ello salía que teníamos que mejorar todo lo que es la gobernanza, la parte operativa y también trabajar la parte preventiva, para que la población sepa qué hacer”, agrega.

—¿Cómo podríamos responder si llega nuevamente un sismo 8,8?
—Los últimos dos terremotos de mayor magnitud que ha tenido el mundo han sido en Chile, el 2014 en Iquique y el 8,3 de Illapel que fue con tsunami en la bahía de Coquimbo, donde se activaron todos los protocolos que teníamos y se marcó la diferencia. Ahí se determinó que mucho de lo que había fallado el 2010 ya estaba solucionado y eso nos dio una tranquilidad de poder ser uno de los países que está más preparado para enfrentar un sismo y un eventual tsunami.

—Hay nuevas catástrofes por los efectos del cambio climático, ¿cómo estamos preparados para esto? 
—Ese es uno de los grandes desafíos que tiene el país. (…). Chile está catalogado como altamente vulnerable y eso implica que tenemos que desarrollar en la práctica a futuro las mismas capacidades que tenemos para terremotos, tsunamis y erupciones volcánicas (…). Es en lo que se está trabajando y es parte del futuro Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred) que comienza a partir del 1 de enero.

“Me toca vivir mi vida”

Hijo y nieto de militar, igual que sus dos hermanos, Toro entró a la Escuela Militar cuando tenía 16 años. “Era la forma en que uno concebía la vida. Muchas veces me pregunté si yo perfectamente podría haber seguido otra carrera, pero como que a uno lo inducían, que es lo que no hicimos nosotros con nuestros hijos y eso cambia un poco la forma de mirar la vida”, relata.

En 1993, con su esposa y sus tres hijos, partió a Medio Oriente, específicamente al Líbano, Siria e Israel. Luego fue agregado militar en Sudáfrica y en 2004 partió por primera vez a Haití como jefe de operaciones de la misión de Naciones Unidas.

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“Me fui como jefe de operaciones de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah), donde estuve a cargo de toda la parte operativa (…) El jefe de operaciones tiene a cargo todos los batallones que están ahí y opera en los distintos lugares”, detalla.

La segunda vez que viajó a Haití fue a finales del 2009, ya como comandante de las fuerzas de operaciones. Era el número dos de la ONU al momento del devastador terremoto, pero el número uno estaba fuera del país, por lo que debió asumir el control de todo el contingente, integrado por militares de 18 países, para tratar de rescatar a la mayor cantidad de personas que sobrevivían bajo los escombros.

El terremoto dejó un saldo de más de 200 mil muertos, entre los que se encuentra la esposa de Ricardo Toro, María Teresa. “El movimiento votó todo el edificio en donde estaba, por lo que yo debería haber muerto, ya que de los que estaban en el edificio murieron todos (…) En ese tiempo me estaba visitando María Teresa con mi hijo Ricardo, pero él había partido al sur por suerte y mi señora que se había quedado fue al gimnasio en la tarde”.

“(Luego del terremoto) mando a preguntar por ellos y en la primera respuesta me dicen que no me preocupara, que estaban bien, que ya habían tomado contacto, que la habían visto y que Ricardo estaba en el sur sin problema. Ricardo efectivamente no tenía ningún problema, pero yo mandé un equipo a ir a buscar María Teresa, ellos volvieron una o dos horas después y me dijeron que no la habían encontrado“, narra.

Toro recuerda una conversación que tuvo tras el movimiento telúrico con el entonces secretario general de la ONU, Ban Ki-moon: “Le dije que (María Teresa) estaba dentro de mis grandes preocupaciones, pero que no se preocupara, ya que yo sabía cuál era mi responsabilidad y que, a pesar de que tenía un profundo dolor y mucha preocupación, (…) tenía que seguir allá (en el cargo) hasta que llegará mi reemplazante”.

“Al décimo día pudimos encontrarla, no viva, pero sí fue muy importante para la familia encontrar el cuerpo, al menos, para poder cerrar el ciclo, o si no habría sido muy difícil el poder haber vuelto sin haberla encontrado, así que tengo un profundo agradecimiento por todos los que colaboraron”, agrega.

Toro cuenta que este acontecimiento lo marcó fuertemente. “Creo que fue una de las puntas de lanza para que quedara relacionado con los terremotos y que después el presidente Sebastián Piñera cuando terminó mi carrera (en el Ejército) me pida que yo sea director nacional de Onemi”.

“Yo vi la precariedad que había en Haití, vi que murió mucha gente simplemente porque no tenían una regulación sísmica y, entendiendo que en Chile había avances, se podía hacer mucho para evitar que eso ocurriera, así que al final lo convertí en un desafío y como un homenaje a la María Teresa“, afirma.

Ya fuera de la Onemi, señala que ahora comenzará una nueva etapa: “Llevo más de 50 años asumiendo responsabilidades de todo tipo, me merezco un tiempo sabático (…) Ahora me toca vivir mi vida y creo que me lo merezco. (…) Estoy contento, satisfecho y espero que lo que venga también sea importante, ya más bien como persona que como desafío de lograr objetivos”.

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