Por Paula Lepe
Foto: Rodrigo Garrido (Reuters)

“Violento es que una funa por redes sociales me haya protegido más que el Estado”. Con esa consigna marchó Fernanda Messenet (22) el 10 de noviembre en Valparaíso, cuando el estallido social se acercaba a cumplir un mes. Casi nueve meses atrás, en febrero, había funado a su ex con un video en Instagram luego que su denuncia por violencia fuera archivada.

El miércoles 6 de febrero, a eso de las 18:30 horas, Pablo Bensa (22) tomó su cartera y comenzó a ahorcarse con el asa. En la funa ella escribió que “tenía claro que me golpearía, le pedí de mil formas que se fuera, me dijo que no se iría, comenzó a amenazarme, a tirarme cosas y a empujarme, me decía que me mataría, que él se mataría”.

Fernanda llegó llorando y tiritando a la comisaría, donde hizo la denuncia. “Me hicieron contar la historia como cinco veces, un paco me dijo que ahora me iban a hacer la constatación de lesiones y yo le dije ‘no quiero estar contigo, quiero que llamen a mi mamá’. En ese momento no podía pensar, no podía hablar. Me dijeron ‘ok, entonces firmas que no vas a constatar lesiones’”, relata a CNN Chile.

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En los días posteriores, acusa que el sujeto continuó acosándola. “Mi mamá me tenía que venir a buscar y a dejar todos los días al trabajo. Yo no podía caminar tranquila en ninguna parte. En el trabajo, si yo quería salir a fumarme un tabaco, tenía que salir y mis compañeras me estaban mirando. Si yo quería ir al baño, me tenían que acompañar”, señala.

A los pocos, días su mamá le contó: “Hija, me acaban de decir que quizás te cierran el caso por falta de información”. Fue entonces cuando su mejor amiga le recomendó que lo funara. Tres días después de la funa, él partió a Estados Unidos.

“Lamentablemente, en Chile no te va a proteger la justicia. El único recurso que tenemos nosotras en este momento son las redes sociales”, dice.

Funa, del mapudungun “podrido”

La frase “si no hay justicia, hay funa” es el lema de la Comisión Funa, formada principalmente por familiares de víctimas de la dictadura de Augusto Pinochet para protestar contra la impunidad en que vivían los violadores de derechos humanos a fines de los ’90.

“Funa” es una palabra que se usa exclusivamente en Chile para referirse a las denuncias públicas. El término es originario del mapudungun y significa podrido. Consiste en revelar algún episodio de violencia o abuso identificando al sujeto que lo cometió.

Uno de los primeros funados en redes sociales fue Camilo Castaldi, antes conocido como Tea-Time, ex líder de Los Tetas. La caída de Castaldi comenzó con una publicación en Facebook el 3 de julio de 2017. Su ex polola, Valentina Henríquez, compartió fotos de los moretones que el músico le dejó y relató algunos episodios de violencia: “Me tapaba la boca dejándome sin poder respirar y él encima mío, yo pensaba que iba a morir, me pegaba en la mandíbula muy fuerte porque yo lloraba y me decía ‘cállate, perra’”.

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En varios países no existe una denominación específica para el acto de hacer una denuncia pública, aunque en varios se ha adoptado el término argentino “escrache”, usado inicialmente para referirse a las funas presenciales en las que un grupo de personas se dirigía a la casa o lugar de trabajo de quien se pretendía denunciar. Según la Real Academia Española (RAE), “escrachar” significa romper, destruir, aplastar.

Efecto Lastesis

Aunque las funas han estado presentes constantemente desde el inicio de la cuarta ola feminista, el 25 de noviembre de 2019, jornada de la conmemoración del Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres, marcó el inicio de un boom de denuncias en redes sociales. Esa fue la primera vez que se interpretó la performance Un violador en tu camino, del colectivo Lastesis.

Intervención "Un Violador en Tu Camino"Colectivo Lastesis.

Publicado por Carla Motto en Lunes, 25 de noviembre de 2019

La intervención no sólo se repitió diariamente en ciudades tan lejanas como Nueva Delhi o Estambul, sino que además se convirtió en una especie de plantilla para funar.

A tres semanas del 25N, ya existe un “directorio de funas en redes sociales” que en cuatro días había recibido información sobre 12 mil casos.

La vocera de la Coordinadora Feminista 8M, Alondra Carrillo, manifiesta que “lo que logró hacer el colectivo Lastesis con la intervención, fue reponer algo que en la funa también aparece, que es cómo nuestra experiencia particular, singular de cada una de nosotras, da cuenta de un escenario de violencia sistemática estructural que caracteriza a la forma de organizar la vida en Chile”.

En esa misma línea, las performances “muestran la potencia que tiene el visibilizar y desmontar el carácter privado de esas violencias y ponerlas en común en el espacio público y obligar a que hablemos de eso”.

En tanto, la psicóloga Carolina Pezoa, directora de la Escuela de Psicología de la Universidad Central, se ha dedicado a analizar la letra de la canción y señala que el verso nuestro castigo es la violencia que ya ves tiene que ver con “ponerle nombre a la incomodidad que constituye un acoso, ya sea psicológico o sexual, y dar la posibilidad a la víctima de hacer un cierre en un proceso doloroso que no era capaz de formalizar a través de un nombre”.

Sobre la parte Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía, Pezoa apunta que “te dice que la víctima hace una toma de conciencia y que ya no está dispuesta a la manipulación que por años fue sujeta, porque una de las maneras que tiene de manipular el victimario es la culpa, es decir, ‘tú me provocaste,’ ‘tú quisiste que esto pasara’. Esta toma de conciencia es decir ‘yo cargué con la culpa todo este tiempo y no era mía’”.

Cuando el sistema le falla a la víctima

De acuerdo a una investigación de El Mostrador, entre 2007 y 2017 se registraron 489 femicidos en Chile y en el 40,2% de los casos las víctimas sí habían presentado denuncias contra sus parejas o ex parejas. Es el caso del femicidio de Rosa Martínez Duarte (58), asesinada por su pareja, Álex Dejaiffe, quien la estranguló con un cable en su casa, en la comuna de El Bosque, en septiembre de 2019.

Nueve meses antes, en enero, la entonces fiscal Erika Maira le tomó declaración. “Él siempre me anda molestando, no me deja tranquila, me dice que es obligación mía pasarle cosas, porque él también es dueño; también le da por hablarme súper tarde, después de que yo he trabajado todo el día y eso a mí me cansa, porque es de todos los días“, dijo en esa instancia, junto con asegurar que creía que se suicidaría.

Maira, quien asumió el 3 de septiembre como gerenta de la División de Víctimas de la Fiscalía Nacional, desestimó los hechos y desechó la investigación.

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La abogada Francisca Millán, del estudio jurídico AML Defensa de Mujeres, indica que “cada funa es la materialización de la falta del sistema judicial a las víctimas de violencia de género y que se agudiza aún más en los casos de delitos sexuales”.

Lo mismo opina la abogada y vocera de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, Silvana del Valle, quien sostiene que “mujeres y niñas han buscado generar acciones de sanción y reparación que por las vías regulares institucionales no obtienen. En algunos casos es producto de la prescripción de los delitos, en otros casos porque simplemente los tribunales, el Ministerio Público o las policía no creen en la palabra de las víctimas”.

Del Valle recuerda el caso del lesbofemicidio de Nicole Saavedra en junio de 2016. Quien fue sindicado como su asesino, Víctor Pulgar Vidal, ya había sido denunciado en 2015 por violaciones cometidas entre 2012 y 2014, y pese a que tenía una orden de detención pendiente, el Ministerio Público recién lo formalizó tras el delito de secuestro con violación de otra menor en noviembre de 2016.

“Es muy comprensible que mujeres y niñas decidan tomar este camino para encontrar sanción y reparación desde la sociedad cuando no la encuentran en quien debieran encontrarla, que es el Estado”, indica la abogada.

Autocuidado: El denunciado se puede convertir en denunciante

Todas las funas involucran el riesgo con una posible consecuencia legal. Por eso, tanto en la Red Chilena como en la Coordinadora 8M llaman al autocuidado: estar al tanto de las posibles represalias que puede tomar el denunciado.

Aunque en febrero de 2019 fue absuelta de los cargos, en noviembre de 2018 la estudiante de Derecho de la Universidad Austral, Francisca Díaz, fue condenada a tres años y un día de pena remitida por denuncia calumniosa contra el ex funcionario del Ministerio Público, Willy Fahrenkrog, a quien había denunciado por abuso sexual.

Millán explica que las acciones más comunes para casos como el de Francisca o para las funas son los recursos de protección, con los que se busca detener la difusión de una funa. Le siguen las causas por injurias y calumnias, que son delitos de carácter privado, por lo que no tienen intervención del Ministerio Público: “Tú pones una querella en el tribunal y eso inmediatamente te significa la consecución de un juicio”.

“Tienes esta paradoja terrible de que la denuncia de un delito sexual generalmente no obtiene un proceso judicial. Se vuelve especialmente gravoso cuando quien ha sido víctima de violencia de género se vuelve la imputada y quien ha sido su agresor se vuelve el querellante, al cual lo tratan como víctima. Es un proceso tremendamente revictimizador”, señala la abogada.

Existen al menos dos mitos respecto a las funas y sus posibles consecuencias legales: que si no se menciona el nombre del agresor, no hay peligro, y que si se tiene pruebas de los hechos, es posible eximirse de una consecuencia legal.

“Si la persona es individualizable, por ejemplo, yo no digo que fue Juanito, pero digo que es mi ex marido y es mi único ex marido, en realidad no es relevante si puse o no el nombre”, expresa sobre lo primero. Sobre lo segundo, explica que “el delito de injurias no se trata de si lo que tú estás diciendo es cierto o no. Si no que con la publicación o difusión que hayas realizado, hayas dañado el honor, el prestigio de esa persona. Aunque lo que hayas dicho sea verdad”.

En materia penal, la mayoría de las clientas de estudio AML son imputadas por injurias y calumnias. Por el contrario, este mismo tipo de denuncias contra hombres son mucho menos frecuentes. “Nunca nos han llegado causas así y diría que tiene que ver con cómo las mujeres se bancan el descrédito porque no hay un rechazo tajante a desacreditarlas y es tolerado socialmente”, cree Millán.

¿Existen denuncias falsas por violencia de género? Sí. La memoria de la Fiscalía de España reveló que en 2017 se realizaron 166.260 denuncias en ese país, de las cuales se abrieron 23 causas por acusaciones falsas. Es decir, sólo un 0,013% del total de casos.

Según Del Valle, “en todos los delitos o crímenes hay un porcentaje de denuncias que no son reales, y no tenemos ningún motivo para pensar que en el caso de la violencia contra las mujeres esta situación pudiera ser más alta. Al contrario, nosotras pensamos que una denuncia de esta especie es tan difícil de hacer, que lo más probable es que haya menos denuncias falsas”.

Conversar antes de funar, ¿es opción?

Nayi (25) prefirió no funar a su ex pololo y, en lugar de eso, un día se juntaron a conversar sobre la violencia psicológica que durante tres años él ejerció sobre ella. “Me manipulaba mucho, decía que se iba a matar si yo lo dejaba, que su vida no tenía sentido. También me controlaba la comida porque no quería que yo fuera gorda. Además de abusos, forcejeos y relaciones sexuales forzadas”, recuerda.

“Lo de la funa siempre fue una opción, pero no lo hice porque me dio pena, porque él trabaja en el mundo audiovisual”, explica.

En julio de 2018, cuando se juntaron, él le pidió perdón: “Él estaba claro de todo lo que me había hecho. Se puso a llorar y me pidió perdón, que no sabía qué pasaba en ese momento en su vida. Me dijo que tenía que haber seguido conmigo ‘porque tú eres bacán y yo ahora me di cuenta de cómo era y no quiero cometer los mismos errores’. Como tirándome el palo para volver con él”.

Después de esa conversación, la joven sintió un peso menos encima y la sensación de haber cerrado una etapa. Hace dos meses, recibió una noticia: “Su hermana me comentó de nuevo que este tipo tenía problemas con su otra polola y que la mantenía encerrada en la casa, que la había amenazado de muerte y ella la había llamado para pedirle ayuda. Ya habían ido tres veces los pacos y los vecinos lo habían amenazado por cómo era con ella”.

Si yo lo hubiera funado, podría haber advertido a más gente cómo era. Es una persona de la que hay que cuidarse, es súper manipulador. En este momento pienso que hubiera sido una buena opción”, piensa ahora.

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La académica de la Facultad de Psicología de la Universidad Alberto Hurtado, María Alejandra Energici, comenta frente a este tipo de casos que “las denuncias pareciera que las entendemos al revés socialmente, es decir, la que está denunciando está creando un problema, la que denuncia le caga la carrera a él, no es que él arruinó su carrera solo”.

Aunque es mucho más común que hace algunos años, denunciar aún es un acto disruptivo. “Más bien a lo que deberíamos apuntar es que lo natural sea denunciar. Yo en lo personal creo que hablar con la persona no es una salida, creo que hay que denunciarla y deberíamos aspirar a tener canales institucionales que protejan a la víctima”, advierte la psicóloga.

¿Qué se espera de un hombre que ha agredido o abusado de una mujer y ha sido funado? Desde la Red Chilena, Del Valle sostiene que “si un hombre ha hecho su trabajo de crecimiento y entiende que en algún punto de su vida fue agresor y cree que ahora no lo es, tendría que reconocer el hecho. Es la única cosa que se espera de una persona que actuó de una manera que vulnera toda forma de convivencia”.

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