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Actualmente hay más de 2 mil personas en la lista de espera por un trasplante de órganos en Chile.

Pueden pasar días, meses o incluso años para que se concrete la intervención que puede salvar una vida. Y en esa espera está Luis Cornejo, quien necesita un hígado para sobrevivir.

“Son varias cosas las que se le pasan a uno por la cabeza, y uno siempre se recuerda”, cuenta. Según relata, tras enterarse del diagnóstico fue discriminado y desvinculado de su trabajo.

Hoy se de desempeña como chofer de taxi colectivo, y asegura que está todo el día con el teléfono en la mano esperando el crucial llamado, incluso lo guarda bajo la almohada por la noche.

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“Ya tenemos la dinámica hecha. Nos han ofrecido mis primos ‘llámame a la hora que sea’, si él tiene que ir, si llega su órgano, tiene que ir con lo puesto no más”, dice Carolina Montoya, esposa de Luis.

Eso sí, acusa que el tiempo avanza y todavía siguen en la incertidumbre: “Le dieron un diagnóstico de vida de 5 años y ya llevamos 2”. 

Detrás de la espera

Carolina Álvarez lleva tres años en el Hospital San Juan de Dios y es enfermera coordinadora de trasplante renal y asegura que están en constante coordinación con los pacientes. “Sabemos cada una de sus historias”, asegura.

Cuando un coordinador hospitalario valida que una persona, que previamente haya sido diagnosticada con muerte cerebral, haya decidido ser donante, el funcionario informa a la Coordinación Nacional del Trasplante del Ministerio de Salud para que esta alerte a los centros de trasplante y comience el proceso de identificación de los pacientes que podrían ser receptores.

La Coordinación Nacional recepciona los antecedentes para identificar a los receptores definitivos compatibles que están en lista de espera. Estos antecedentes pueden ser edad, peso, talla, grupo sanguíneo, entre otros ítems.

Una vez definidos los receptores, los equipos encargados del trasplante informan a los pacientes que serán sometidos a procedimiento.

La enfermera cuenta que  los coordinadores nacionales pueden notificar en cualquier momento la disponibilidad de un órgano. “Nosotros tenemos que llamar al paciente y es una emoción mutua”, sostiene.

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“Llamarlo ya es súper bonito, la emoción por detrás del mismo teléfono, de la familia, del mismo paciente, los gritos, los llantos de felicidad, es algo muy emocionante”, explica.

En ese sentido, la instrucción es clara: el paciente debe tomar lo justo y acudir lo más rápido posible al hospital junto a un tutor.

Con todo, conociendo lo vital que significa esta coordinación, Carolina dice que debe manejar sus emociones “de manera personal” para hacer bien su trabajo.

De vuelta en el tapete

El fallecimiento de Joaquín Bustos no sólo impactó a su familia si no a todo el resto del país. El joven de 27 de años era kinesiólogo de profesión, artesano, deportista y donante de órganos.

Sin embargo, las fallas logísticas para el traslado de un grupo de órganos le negaron la oportunidad de salvarle la vida a él y a una decena de personas.

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En Chile se han realizado 257 transplantes en lo que va del año, todo gracias a 85 donantes. Por lo mismo, el valor de aquella pérdida es incalculable.

Sin embargo, las cifras han ido mejorando.

Desde 2010 a la fecha se han realizado, en promedio, 330 trasplantes al año. Según las cifras, ha habido un alza si tomamos como referencia que durante todo 2010 se hicieron 252 y sólo en lo que va de 2019, se han hecho 257.

El mejor año para la donación de órganos fue el 2017, con 457 procedimientos.

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