En los últimos días, la segunda agresión que enfrentó al interior del campus Juan Gómez Millas se ha convertido en uno de los asuntos más comentados.
Se trata del incidente que vivió Polette Vega (26), estudiante de Trabajo Social de la Universidad de Chile, quien denunció que sus compañeros la expulsaron de la sala de clases.
De acuerdo a su relato, la situación se remonta al 24 de septiembre pasado, cuando volvió a clases luego de estar un tiempo alejada debido a un primer ataque que vivió en julio, cuando un grupo de encapuchados la amedrentó y tironeó por su postura política de derecha.
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Esta vez, contó, se sentó en el último puesto de su clase para “pasar piola” pero no lo logró. “Una compañera se paró de su puesto y me increpó, me preguntó qué estaba haciendo en la sala. Le dije que estaba en clases y ella paró la clase y dijo que se iba a ir, porque no podía estar en la sala con alguien que pensara como yo. Otra persona hizo lo mismo, y otro dijo que la que me tenía que ir de la sala era yo”, dijo en conversación con La Tercera PM.
Asimimo, relató que los compañeros le pidieron al profesor tomar una postura sobre si ella debía estar en la sala o no, y que él les dijo que si lo obligaban a tomar partido, entonces renunciaría, porque esa no era la U. de Chile en la que quería estar. “Empecé a llorar y luego una compañera me tiró una botella de agua encima, mojando mi ropa y mis apuntes. Me quedé sentada llorando”, agrega.
La joven se encuentra en cuarto año de su carrera, actualmente milita en la Centro Derecha Universitaria (CDU), y este año postuló al cargo de concejera Fech. Su participación en este espacio es la razón por la cual, según ella indica, se ha convertido en el blanco de las distintas agresiones.
Militante de izquierda
Sin embargo, eso no siempre fue así. Durante sus primeros años, Polette fue cercana a distintas organizaciones de izquierda al interior de la casa de estudios, entre ellas, apoyó la lista Para Vencer -que llevó a Bárbara Brito a la vicepresidencia Fech 2017- y era reconocida por su cercanía con el colectivo Acción Libertaria.
Durante esos años, además, tuvo una participación activa en redes sociales en la difusión de declaraciones de dichas agrupaciones, así como de asambleas, escuelas de feminismo y movilizaciones por causas como la legalización del aborto y “No+AFP”.
“Cuando entré a estudiar me hice amiga del centro de estudiantes. Me encapuché, pero nunca tiré piedras ni agredí a una persona, porque eso iba mucho más allá de mí, tengo conciencia de que detrás del traje hay una persona y no le iba tirar algo a una persona. Lo que sí hacíamos era cortar calles, sacábamos materiales para que otra persona les prendiera fuego”, relató en agosto pasado en conversación con El Líbero.
La joven relató que en su campus le reprochan el giro que dio en su postura política y que “intentan avergonzarme por eso”. Por lo mismo, asegura que los ataques que ha sufrido “evidentemente tiene motivaciones políticas de parte de grupos radicalizados de ultraizquierda. Esto no es casual y tiene que ver con la validación sistemática de la violencia entre los estudiantes, realidad que no es abordada por ninguna política institucional de la universidad”.
“Los actos de violencia dentro del Campus Juan Gómez Millas es una práctica histórica, incluso romantizada por los estudiantes. Algo de lo cual las autoridades han hecho vista gorda hasta ahora, pero que se vuelve insostenible porque ha comenzado a afectar a los propios estudiantes. Institucionalmente, la violencia se permite cada vez que no se rechaza tajantemente, no solo con declaraciones sino con acciones concretas”.
Sus compañeros de universidad indican que a finales de 2017 comenzó a hacerse visible su cambio de postura política, y durante el último tiempo la joven se ha hecho cercana a las ideas de José Antonio Kast, lo que ella misma ha compartido a través de sus redes sociales.
Del mismo modo, el ex candidato presidencial escribió una publicación en su cuenta de Twitter en que se refirió a la última agresión que sufrió la joven.
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