Por Mónica Rincón
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Da vergüenza. Polette Vega, alumna de Trabajo Social de la Universidad de Chile, según da cuenta La Tercera PM, ha sido más de una vez agredida por sus compañeros. Les molesta que sea de derecha.

Incluso esta vez le espetaron que saliera de la sala, que no tenían por qué aguantar a una persona que pensaba como ella, e incluso le tiraron agua.

Matonesca actitud y cobarde. Cobarde porque es fácil encarar en grupo y matonesca porque implica un intento de acallar a otro por pensar diferente.

Cuando hicieron elegir al profesor, éste se habría negado y contestado que ese no era el tipo de universidad en que él querría trabajar. Tiene razón, con un matiz: no hay ninguna universidad que pudiera llamarse así si no es capaz de resguardar la libertad de pensamiento. Libertad en el más amplio sentido: de cátedra, por supuesto, pero también de expresión y debate entre los alumnos.

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¿Qué están pensando quienes agreden a Polette? ¿No entienden acaso que no se va a las aulas para mirarse en otros como en espejos que refuercen nuestros prejuicios y certezas? Claramente no comprenden el valor de confrontar ideas.

La intolerancia es uno de los peores enemigos de la democracia. Y hay otro ejemplo que preocupa cuando el Centro de Alumnos de Derecho de esta misma casa de estudios no sólo vota por regirse por principios como el antiimperialismo, antiespecismo o feminismo. Hasta ahí podría ser; lo grave es que niega el derecho a postular al centro de estudiantes a quienes no suscriban lo anterior.

Nuevamente, en la Casa de Bello, un intento de cerrar los debates que preocupa. Eso no es lo que se espera de una universidad ni de una sociedad democrática. Probablemente, Andrés Bello se espantaría. El mismo advirtió hace muchísimos años: “los que no moderan las pasiones son arrastrados a terribles precipicios”.

Porque la diversidad no hay que tolerarla, sino valorarla; porque la disidencia no debe acallarse por decreto, ni por ninguna forma que no sea el debate de ideas. Porque el precipicio del totalitarismo queda al lado del precipicio de la barbarie.

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