Por Camila Vallejo

Más de un año lleva el proyecto de 40 horas en la Comisión de Trabajo del Senado sin que se ponga en tabla.

A estas alturas no sé si sea necesario volver a repetir los argumentos que venimos dando desde el 2017, cuando ingresamos el proyecto que reduce la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales. Esta iniciativa contó con gran apoyo ciudadano y terminó siendo aprobada por la mayoría de la Cámara de Diputados. El 7 de noviembre, cuando la Sala la aprobó por 86 votos, el mismísimo diputado Diego Schalper me dijo en un pasillo del Congreso: “aprobé. Me convenciste”.

De todas formas, puedo enumerar algunos para seguir adelante con esta columna: mejora la calidad de vida de las y los trabajadores, mejora la salud mental y física, la motivación, e incluso puede ser una medida que favorezca el empleo y la reactivación económica. Al trabajar una hora menos al día, se pueden crear nuevos puestos de trabajo y salir una hora antes también implica que teatros, cines, restaurantes y bares puedan abrir y recibir clientes más temprano. Esto en un contexto post pandemia, claro está.

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Los senadores y senadoras, sin embargo, parecen no tomarle el peso y la importancia a una medida que beneficiaría a millones de trabajadores y trabajadoras y que, además, da hasta cinco años a las pymes para que puedan implementar con gradualidad esta medida, de la mano con incentivos y apoyos económicos del Gobierno, como también hemos solicitado.

El proyecto de ley permanece en la Comisión de Trabajo y desde ahí ha visto pasar tres presidencias sin tener mayor avance: Adriana Muñoz (PPD), Juan Pablo Letelier (PS) y ahora la senadora Carolina Goic (DC).

Durante varios meses hemos hecho solicitudes formales para que el proyecto avance sin tener respuesta. Anteriormente se nos repitieron las mismas razones que hemos escuchado tantas veces: que hay muchos proyectos, que hay una agenda legislativa muy ocupada. Esto, sin embargo, no puede seguir siendo excusa.

La Cámara de Diputados y Diputadas en numerosas ocasiones aumenta las sesiones de comisión y de sala para sacar rápidamente proyectos de ley que son importantes y necesarios para la ciudadanía: ¿por qué el Senado sigue siendo la única traba para avanzar legislativamente?

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La pandemia y la consecuente crisis económica tampoco puede ser una excusa para no avanzar en proyectos tan importantes como éste. ¿Cuántos trabajadores y trabajadoras se han visto aún más agobiados con el teletrabajo, la crianza, el trabajo doméstico durante este último año? ¿Cuántos han sido forzados a ir a trabajar presencialmente de manera innecesaria, poniendo en riesgo su salud y su vida? Con mayor razón debemos fortalecer una ética laboral respetuosa de los derechos de los y las trabajadoras y que entregue una mejor calidad de vida en estos tiempos de crisis.

Nuestro sueño para el futuro y la nueva Constitución es que el Senado desaparezca. Que contemos con un Congreso unicameral que no sólo ahorre recursos, sino que nos permita avanzar mucho más rápidamente en las iniciativas legislativas que el país necesita. Mientras eso no suceda, sólo nos queda seguir preguntando a los senadores y senadoras: ¿hasta cuándo esperamos las 40 horas?

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