Por Matilde Burgos
agencia uno

Tuve que leer la noticia dos veces porque pensé que había entendido mal. Pero no. En plena pandemia, la Clínica Las Condes (CLC) se querelló contra su ex gerente general y director, Fredy Jacial, por recibir “un exceso” de pacientes COVID-19 provenientes de Fonasa. Argumentan que el arancel que paga el sistema público sólo cubre la mitad de los costos de la clínica. Por eso, el directorio había fijado un tope de 64 camas para este tipo de pacientes. El problema es que en el peor momento de la primera ola, el “crimen” del ex gerente fue asumir el juramento hipocrático de sus médicos y recibir a todos los enfermos que la clínica podía atender, sin reportarle al directorio que en pleno peak habían abierto 53 camas más. “Administración desleal”, dice la querella en contra de Jacial. “Solidaridad en tiempos de catástrofe”, dice el sentido común.

Como sea, el directorio le achaca la pérdida de $8.598 millones.

Para el ex ministro de Salud y ex director de la propia Clínica Las Condes, Jaime Mañalich, la querella no va a prosperar. “Me imagino que es un artificio contable para no consignar una pérdida”, nos dijo en nuestras pantallas. Un argumento plausible, considerando la lluvia de críticas que ha recibido la actual administración desde que tomó el control de CLC.

Me pregunto si más allá de la humanidad de Fredy Jacial, podría haber hecho algo distinto. Porque si hay una acción por la que el polémico ex ministro Mañalich merece ser aplaudido, es por haber usado todo su carácter y autoridad para unificar el sistema público y privado de salud para enfrentar la pandemia. Lo permite el Estado de Excepción Constitucional en su artículo 17 y el ex ministro lo hizo.

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“Aquí se integró mediante un decreto a toda la red asistencial bajo un solo gobierno y es la Subsecretaría de Redes Asistenciales, y los pacientes eran derivados a las distintas instituciones en base a ese mandato, porque no se podía aceptar que alguien no tuviera acceso a un ventilador mecánico, independiente de su previsión, si es que ese ventilador o esa cama de intensivo estaba disponible”, nos recordó este lunes.

Por eso, lo más preocupante de todo es lo que la clínica admite aparentemente al pasar en esta querella, que si su ex gerente le hubiera informado al directorio de esta alta demanda, podrían haber adoptado “otras medidas” de manera oportuna, y cito textual: “como por ejemplo no haberlos admitido, como ocurre hoy con los pacientes derivados en exceso”. Ya lo sabe, la Clínica Las Condes no admite demasiados pacientes pobres que necesiten de un ventilador mecánico para seguir viviendo, aún cuando pueda atenderlos y el Estado se lo exija.

CLC está en su derecho de reclamar al Fisco ante la justicia los perjuicios que pueda haber sufrido, pero no puede dejar de cumplir con lo que manda un Estado de Catástrofe.

Ante esta abierta declaración, el directorio de la clínica podría sufrir los efectos de este famoso refrán: “ir por lana” tras su ex gerente y “salir trasquilado” por el Estado.

Porque como manda la ética y el sentido común: en una catástrofe se debe obedecer a Hipócrates, no al Directorio.

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