Por Valeria Barahona

El catalán Víctor Dalmau —personaje inspirado en el director del diario Clarín, Víctor Pey, quien falleció el año pasado a los 103 años — defiende la República en los tiempos de Franco (1936-1975), en España, a través de su trabajo como médico en el frente de batalla.

Ahí, en la trinchera revolucionaria, en medio de disparos y bombas, y pese a que no cuenta con un título universitario, se convierte en una leyenda cuando ve el corazón de un adolescente latiendo al aire de tan destruido que está el cuerpo:

“Fascinado, presenció los últimos latidos, cada vez más lentos y esporádicos, hasta que se detuvieron del todo y el soldadito terminó de expirar sin un suspiro. Por un breve instante Dalmau se quedó inmóvil, contemplando el hueco rojo donde ya nada latía. Entre todos los recuerdos de la guerra, ese sería el más pertinaz y recurrente: aquel niño de quince o dieciséis años, todavía imberbe, sucio de batalla y de sangre seca, tendido en una esterilla con el corazón al aire. Nunca pudo explicarse por qué introdujo tres dedos de la mano derecha en la espantosa herida, rodeó el órgano y apretó varias veces, rítmicamente, con la mayor calma y naturalidad, durante un tiempo imposible de recordar, tal vez treinta segundos, tal vez una eternidad. Y entonces sintió que el corazón revivía entre sus dedos, primero con un temblor casi imperceptible y pronto con vigor y regularidad”.

Esa es una de las escenas con que parte Largo pétalo de mar (Sudamericana, 2019), la más reciente novela de la Premio Nacional de Literatura Isabel Allende.

Lee también: Amanda Teillery, escritora: “Una se pregunta qué hacer con sus privilegios, es como «¿qué se espera de mí?»”

En la primera parte del libro de 382 páginas, la también autora de Inés del alma mía —que llegará en formato miniserie a Chilevisión— muestra a una España atravesada por el amor y el catolicismo, ya que Víctor es hijo de Marcel Luiís Dalmau, quien conoció a Carme, su mujer, cuando “ella era una adolescente de quince años enfundada en el severo uniforme de su colegio, y él un joven profesor de música, doce años mayor que ella. Carme era hija de un cargador de muelle, alumna de la caridad de las monjas, que la estaban preparando para el noviciado desde la niñez y que nunca le perdonaron que dejara el convento para irse a vivir en pecado con un holgazán, ateo, anarquista y tal vez masón, que se burlaba del sagrado vínculo del matrimonio”, como todo revolucionario en Cataluña o Santiago, aunque Franco gana y las tropas de izquierda pierden, por lo cual el médico debe huir junto con hacerse cargo de su mamá y Roser Bruguera, una joven pianista adoptada por su familia y embarazada de su hermano, Guillem, muerto en un bombardeo.

“Si me quieres escribir, / ya sabes mi paradero: / Tercera Brigada Mixta, / primera línea de fuego”, cantan los republicanos, aunque “para caricias más atrevidas contaba con algunas de sus camaradas, milicianas libres, bien dispuestas y con experiencia”, dice Allende.

La esperanza del nacimiento de la guagua anima a Víctor y Roser a cruzar los Pirineos, aunque la anciana Carme se pierde voluntariamente en la nieve, confundida entre la vida que deja y la escasa promesa que le hace Francia al cerrar su frontera, dejando a los migrantes a su suerte en 1939, tal como ocurre hoy en otras latitudes, sigue la autora de La casa de los espíritus.

—Vi una noticia en el diario de un barco que llevará españoles a Chile.
— ¿Chile? ¿Dónde queda eso? —preguntó Roser.
—A los pies del mundo, me parece —dijo Víctor.

Es la vieja embarcación Winnipeg, hecho para trasladar “unas cinco mil toneladas, que transportaba carga de África y había servido para llevar tropas en la Primera Guerra Mundial. Estaba concebido para veinte marineros en trayectos cortos y lo acondicionaron para llevar más de dos mil personas durante un mes”, describe la periodista Allende, quien suele contar lo mucho que reportea para construir sus historias.

Después de haber sobrevivido a un campo de concentración, la pareja no duda en  “probar suerte con aquel poeta (Pablo Neruda, quien organiza la misión diplomática), para él (Víctor) desconocido”, pese a que en noviembre de 1938 el autor de Veinte poemas de amor y una canción desesperada publicó España en el corazón, un “himno a las Glorias del Pueblo en la Guerra (Civil)”, gracias a los “Soldados de la República quienes fabricaron el papel, compusieron el texto y movieron las máquinas”, indica el volumen reimpreso por la editorial Renacimiento en 2004, centenario del nacimiento del autor.

Allende cita a Neruda al comienzo de cada capítulo de su novela, en homenaje al hombre que el 4 de agosto de 1939 dio el zarpe al Winnipeg, cuando, “comparado con Europa, Chile era un paraíso felizmente atrasado y lejano”, razón por la que el poeta escribió una suerte de guía para los migrantes donde describe al país como un “largo pétalo de mar y vino y nieve (…) cinta de espuma blanca y negra”.

El poeta, según la escritora, piensa que la adaptación “será fácil. La simpatía popular está con los republicanos. La mayor parte de la colonia española en Chile, los vascos y catalanes, están listos para ayudar”, debido a que, en una visita a Santiago, Neruda se juntó con Felipe del Solar, un joven aristócrata que pretende dar asilo a los viajeros, ya que su familia está de viaje por Europa.

Lee también: Isabel Allende por crisis en Venezuela: “Es una dictadura policial y un gobierno autoritario”

“‘Exiliados del poeta ocuparán piezas. Juana no suelta llaves. Mande instrucciones’”, escribe el líder del Club de Los Furiosos a su padre, delatando a la nana. Su padre, “Isidro lo leyó tres veces y se lo pasó a (la mamá) Laura y (la hermana) Ofelia.

“—¿Qué significa esta huevada?”, concluye la primera de tres partes del último libro de Isabel Allende.

Largo pétalo de mar
Isabel Allende
Sudamericana
384 páginas
Precio de referencia: $15.000

Tags:

Deja tu comentario