Por Catalina García
Foto: Catalina García

En los tiempos que corren, la ansiedad pareciera ser un padecimiento común, sobre todo en jóvenes. Las redes sociales aportan un poquito. El estallido social, otra dosis importante. 

Es 22 de diciembre de 2019 y, en medio de una convulsionado Santiago, se instala La Furia del Libro en el Centro Cultural La Moneda, a un costado de la llamada Zona Cero. En dicho evento, Vicente Gutiérrez (25) se sienta a firmar su recién estrenado libro Ansioso y desnudo en el stand de su editorial: Los Libros de la Mujer Rota.

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Vicente es periodista. Trabaja como asesor comunicacional en el Congreso, es activista LGBTIQ+  y ha colaborado como columnista en medios como Culto de La Tercera, El Desconcierto y The Clinic. Además, conduce el podcast El Amor Según en Súbela Radio junto a su hermana, la escritora Camila Gutiérrez (Joven & Alocada), y ahora debuta como escritor con un volumen de relatos autobiográficos atravesados por perspectivas sexuales, políticas, musicales, afectivas y religiosas.

Mientras disfruta de su descanso de la firma de libros, Gutiérrez comenta con CNN Chile lo que ha estado sucediendo en el país, lo que ha estado sucediendo con la comunidad LGBTIQ+ y cómo todo aquello decanta en su ópera prima

—Tu libro podría calificarse como una autobiografía, casi un diario de vida. ¿Qué te motivó a escribir en ese formato?
Voy a excederme en egocentrismo y me remitiré a mi propio libro, donde habló de la imposibilidad que tengo para fantasear con famosos, hombres “perfectos” inexistentes, e incluso con gente que conozco pero con la que no he intimidado, y eso se da porque no tengo imaginación. Admiro muchísimo a la gente que escribe ficción, pero crear un universo a partir de la nada se me hace inmensamente difícil. Supongo que la elección de formato responde entonces a dos razones: narcisismo y falta de creatividad. Ahora, más en serio y dejando de lado mis ganas de hacerme el gracioso: amo los relatos basados en sucesos de la vida real, siempre. La vida real puede ser tan atrapante y alucinante cómo la ficción. 

—¿Por qué tomaste la decisión de que tu libro llevara ilustraciones?
—Siempre tuve la idea de que el libro fuese también un objeto bonito, que pudiese ponerse en el living para decorarlo, jaja. Además, me gusta mucho como las ilustraciones pueden dialogar con el texto, complementarlo y hacerlo muchísimo más gracioso, que es uno de los principales objetivos de mi libro. Apenas hablé con Jorge (Núñez), mi editor, el tema de ilustrar el libro, no tuve ninguna duda de que Sebastián (Briceño) era a quien yo quería, lo conocía previamente y admiraba un montón su trabajo. Sebastián es inmensamente talentoso, creativo, inteligente y una excelente persona. Ambos compartimos una obsesión importante por la cultura pop y bueno, siempre escogeré trabajar -por razones políticas-, con alguien LGBTIQ+.

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—Usas diferentes íconos pop para referirte a episodios que construyeron tu posición política y/o reafirmaron tu sexualidad. ¿Qué otros personajes te hubiese gustado incluir?
—Me sorprende haber tenido las patas para excluir a Shakira del listado que hice en el libro, negando su influencia en mi vida y desconociendo su relevancia en la humanidad. 

—Jaja, ¿por qué?
—El Fijacion oral vol. 1 es sin dudas uno de los discos más importantes de mi niñez: el 2005 -año en que fue publicado, mientras yo estaba en 5° básico- Hips don’t lie era el soundtrack de mi existencia y mover las caderas mi único fin. Así, moviendo las caderas y encontrando mino al Alejandro Sanz de La tortura, fuí reafirmando mi sexualidad y mi sentido de la espectacularidad. Shakira me sirvió también para darle la espalda a mi crianza evangélica, siendo una diva profundamente ecuménica: el 2006, en el cierre del Mundial de Alemania, previo al cabezazo de Zinedine Zidane, Shakira gritaba eufórica “latino, africano, asiático y americano, tu dios te está mirando”, alentándome a abrazar la multiplicidad de dioses posibles, abandonando a Jesús, impuesto por mis padres.

—Shakira es muy impotante, entonces.
—El 2007 conocí a Britney y relegué a Shakira al olvido, hasta este año, en que escuché nuevamente el Fijación oral y me reencontré con canciones que mi versión escolar ávida de perreo había ignorado, como por ejemplo Día especial, la canción de Shakira junto a Cerati, con una letra hermosa que habla de darle otra chance a un amor después de haberla cagado en serio: “Aunque me ocultes la verdad más vulnerable/ este es un día especial /quiero creer en otra oportunidad”. Cresta, que hermosura. 

—En Ansioso y desnudo no tienes problemas en mostrarte sin tapujos, sobre todo en lo que refiere a tu sexualidad. ¿Cómo logras despojarte de prejuicios a la hora de ser así de impúdico en tu relato?
—En el libro claramente hablo de mi sexualidad de forma bastante abierta. Creo que llevamos cientos de años de historias heterosexuales en la escritura, en donde los autores suelen ser muy explícitos en su deseo, y muchas veces ni siquiera queda tan explicitado que sean deseados de vuelta por las mujeres a las que describen. En ese sentido, creo muy importante que las personas no heterosexuales también tengamos expresemos nuestro deseo en nuestro relato, y seamos rancios al respecto y lo mostremos, porque es algo que no se hace tanto. Es necesario que tengamos historias de amor en que nosotros seamos protagonistas, dejar de ser el personaje secundario. Hablar de deseo y sexo homosexual es muy relevante en ese sentido. 

—Hay un poco de verdades incómodas también, como aquella anécdota de tu infancia en que narras cómo te disfrazaste de “niño mendigo” para lograr comprar unos dulces.
—Claro, cuento que a los 7 años de edad me quería comprar unas gomitas Flippy y mis papás no me dejaron, así que me rompí la ropa y eché tierra en la cara para disfrazarme de niño mendigo y salir a pedir plata para comprar mis gomitas. Eso es absurdísimo, lo puse en el libro como una anécdota de lo absurdo que yo era porque, obviamente, al ser autobiográfico me parece que la honestidad es importante. Y decir que a esa edad tenía nociones de conciencia de clase sería mentir. Hacer patente del ser horroroso que fui en algún momento creo que es parte de armar un relato honesto y puta, quiero que mi relato sea honesto. Ahora obviamente no haría eso. 

—La ansiedad es un tema en tu vida. Me comentabas que incluso te encuentras bajo un tratamiento psiquiátrico para controlarla. En ese sentido, ¿incluyes las demandas de salud mental dentro de tus luchas personales?
—“Hasta que la dignidad sea costumbre”. Bueno, parte esencial de alcanzar una vida digna es no estar inmersos en un sistema que pareciera empujarnos constantemente a la locura a través de la falta de tiempo para hacer cosas tan simples como cocinar comida saludable, hacer deporte o pasar tiempo con quienes amas. En ese sentido, creo que, por ejemplo, es muy importante que se apruebe el proyecto que rebaja la jornada laboral a 40 horas y considero importante que se consagre el derecho a la desconexión digital. Siempre me he considerado una persona ansiosa, autoexigente y trabajólica, pudiendo llevar esas cualidades hasta el punto de ignorar por completo el nivel de daño que me están provocando.

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—Todo esto se agudizó un poco posterior al 18 de octubre.
—Desde que comenzó el estallido social, todos los días han habido marchas, cabildos, actos culturales, performances, conversaciones en plazas y grupos de apoyo en las redes sociales. Pese al horror de lo que sucede y la incertidumbre frente al futuro, soy un poquito más feliz. Me cuesta ser hilado al tocar este tema, pero no puedo dejar de mencionar la relevancia de que se normalice en todos los espacios la importancia de cuidar la salud mental; que estar medicado deje de convertirse en objeto de burla o discriminación, que una licencia por estrés no sea mirada distinto a una por un resfrío, que ir a terapia no tenga ningún tipo de carga social. Entiendo que todo lo que digo es desde el privilegio, desde el tener necesidades básicas cubiertas, y si aún así para mí se vuelve muchas veces difícil vivir, cuánto más lo es para quienes todo le es negado. 

—¿Qué ha cambiado en ti luego de que se iniciara el estallido social?
—Obviamente tenía plena consciencia de que nuestra democracia era inmensamente imperfecta, sin embargo hoy esas fisuras democráticas se hacen más patentes. Es un hecho que el Estado de Chile ha violado los derechos humanos de forma sistemática y ya nadie puede hacerse el loco con la desigualdad. Esta suerte de “derecha liberal” también ha quedado desenmascarada, ya no es “ustedes tienen figuras en sus partidos que apoyaron la dictadura 40 años atrás”,  ahora podemos decirles “ustedes ahora están respaldando a un gobierno que lleva más de dos meses reprimiendo con brutalidad a su pueblo”. Ya no hay caretas, y pese a que yo lo intuía, debo reconocer que si estaba en un estado de cierta somnolencia, y hoy me siento lucido, completamente despierto y muchísimo más consciente de todo lo que me rodea.

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—Tiempo atrás escribiste una columna para El Desconcierto en la que reivindicabas el derecho a celebración en las marchas LGBTIQ+. Tu opinión no estuvo ajena de polémicas y otros sectores de la disidencia criticaron duramente tu postura. ¿Sigues pensando de esa manera?
—Esta columna la hice antes del estallido social, creo que ahora todo se resignifica, todo cambia. El principal movilizador de todos los que salimos a marchar es la rabia. Creo que también es un tema de salud mental el que la manifestación tenga un cierto grado de alegría o de goce, porque es muy difícil estar más de dos meses en la calle, enojado. Es enloquecedor. Es necesario entonces que existan momentos de distensión para seguir manifestándonos, para seguir resistiendo.  

—¿Y en particular sobre la comunidad LGBTIQ+?
—Me parece muy importante y simbólico que esa celebración que, a lo largo de la historia, ha sido escondida dentro del contexto de una discoteque gay salga a la calle en forma de carnaval. También creo que es importante porque no tenemos que mostrarnos higienizados ni heteronormados en la calle para poder ser aceptados en la sociedad. Está bien que nos vean en la calle siendo gays, bailando, dándonos besos entre nosotros porque, ná poh’, así somos.

Ansioso y desnudo
Vicente Gutiérrez
Los Libros de la Mujer Rota
132 páginas
Precio de referencia: $9.000

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