(CNN) – En la nueva colección de ensayos de Emily Ratajkowski, My Body, la historia de Audrey Munson, la adolescente apodada “la primera supermodelo de Estados Unidos”, sirve como un poderoso recordatorio de los peligros de ser idolatrada.
Habiendo posado para algunos de los grandes escultores de principios del siglo XX, Munson se puede encontrar hoy en parques, plazas y capitales estatales en todo Estados Unidos. Pero después de inspirar varias estatuas de alto perfil, incluida la fama cívica, la mujer de cobre dorado encaramada en lo alto del edificio municipal de Nueva York, intentó suicidarse en 1922, a los 28 años, y fue internada en un hospital psiquiátrico a los 39, donde pasó las últimas seis décadas de su vida.
“Supongo que este es el ciclo de vida de una musa”, escribe Ratajkowski en Men Like You, uno de los 12 ensayos de la colección. “Déjate descubrir, inmortalízate en el arte por el que nunca te pagan y muere en la oscuridad”.
Ratajkowski puede estar muy lejos de la oscuridad, pero sigue siendo una especie de musa. Su perfil ha ayudado a vender de todo, desde hamburguesas hasta autos Buick. Con más de 28 millones de seguidores en Instagram y un portafolio que se inclina más a la lencería que la alta moda (su agencia la apodó como una “chica ‘comercial de natación'” que se adapta mejor al trabajo de catálogo, escribe), los medios de comunicación han presentado a Ratajkowski como una mujer moderna, símbolo sexual del día, razón por la cual sus reflexiones sobre la objetivación y la explotación son tan fascinantes.
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“Cuando estaba escribiendo, realmente no pensaba en publicar”, le dijo a CNN Style durante una videollamada, “porque era una de las únicas formas en que podía ser realmente vulnerable y honesta, no pensar en nadie que lo estuviera leyendo”.
A los 21 años, Ratajkowski fue catapultada a la fama después de aparecer desnuda en el video musical de la canción de 2013 de Robin Thicke Blurred Lines, que desde entonces ha obtenido más de 768 millones de visitas en YouTube. “No solo era famosa; era famosa por ser sexy, lo cual, en muchos sentidos, me resultó gratificante”, escribe en un ensayo que lleva el nombre de la canción de Thicke. Ratajkowski, que ahora tiene 30 años, detalla la experiencia de ser un objeto de intenso deseo, desde los euforizantes altibajos psicológicos.
En K-Spa, después de disfrutar del anonimato de un spa solo para mujeres durante más de 15 páginas, Ratajkowski relata que un camionero le empezó a coquetear mientras conducía a casa desde el barrio coreano de Los Ángeles. Estaba abatida al principio, pero pronto emergió la satisfacción de la validación externa: “Supongo que pensó que me veía bonita”, escribe. “Sonrío un poco a mi pesar. Me doy cuenta de que mis labios se ven pálidos. Mientras conduzco a casa, busco en mi bolso y me pongo un poco de lápiz labial”.
También explora el efecto embriagador que la belleza puede tener sobre los poderosos: en Transacciones, Ratajkowski afirma que le pagaron US$ 25.000 para asistir al Super Bowl de 2014 con Jho Low, el multimillonario de Malasia en el centro del escándalo 1MDB.
Los ensayos están llenos de anécdotas que ilustran la naturaleza de doble filo del deseo, que Ratajkowski espera que los haga aún más accesibles.
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“Siento que escuchamos palabras como ‘patriarcado’ y ‘capitalismo’, y (se sienten como) grandes palabras y estos grandes conceptos, pero quería explorar las formas en que esas cosas se manifiestan en situaciones cotidianas“, explicó.
“Para mí, este libro trataba de hablar sobre los momentos en los que las mujeres pueden ser muy vulnerables y las dinámicas de poder que a menudo se ocultan. Eso es lo que realmente me gustaría ver: más una conversación sobre esas dinámicas de poder“.
El libro detalla varios casos de agresión sexual a lo largo de su carrera, eventos en los que pensó mucho antes de que se publicara el libro. “Realmente tuve cuidado con lo que elegí incluir y por qué”, dijo. “La razón por la que escribí sobre esas experiencias no fue como, ‘Oh, voy a (escribir) una lista de momentos en los que he sido agredida sexualmente’. Era más, ‘Déjame volver a los momentos en los que tengo mucha vergüenza, en los que siento sentimientos realmente no resueltos y estoy interesada en explorar por qué’“.
“Soy cómplice”
No hay buenas resoluciones en Mi cuerpo, sino que Ratajkowski sopesa a dónde la ha llevado explotar su imagen y confiesa, con una vulnerabilidad sorprendente, la agonía y el éxtasis de ser idolatrada.
La industria del modelaje tampoco se toma a la ligera. Desde agentes que abandonaron a una joven Ratajkowski en situaciones precarias hasta una obsesión malsana con la pérdida de peso (el trabajo aparentemente solo comenzó a mejorar después de que un fuerte ataque de gripe estomacal la hiciera bajar cinco kilos en una semana), Mi cuerpo representa al mundo de la moda como depredador y desorientador. Y, sin embargo, la estrella no tiene planes de dejar el negocio.
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“He encontrado formas de ganar el control donde puedo, y eso ha sido de gran ayuda para mí”, explicó. “La industria realmente te enseña que eres reemplazable y que cuanto menos agradable eres, menos probabilidades hay de que te contraten. Eso me dio mucho miedo cuando era una modelo joven y lo hacía por dinero. Pero la cosa es que estoy en una posición diferente. Ahora, no soy una modelo desconocida”.
Crédito: Vittorio Zunino Celotto/Getty
Su decisión de seguir modelando ya ha sido reprendida por algunos por evadir los mismos problemas que ella misma plantea, pero Ratajkowski afirma que “nunca culparía a ninguna mujer por tratar de operar dentro de los confines del mundo en el que vivimos”.
“Quiero decir, soy cómplice”, continuó. “Pero también creo que es un error avergonzar a una joven por llevar un vestido ajustado porque quiere que alguien poderoso la note. No creo que debamos seguir criticando a las mujeres por decir: ‘Así es como puedo tener éxito’ y capitalizar mi imagen o mi cuerpo ‘. Esa es una extensión de la misma misoginia que he visto tanto en mi vida. Todos somos cómplices “.
A lo largo de sus ensayos, Ratajkowski reflexiona sobre el fugaz ciclo de vida de una musa. Cita a Audrey Munson, la modelo del escultor inmortalizado en piedra y bronce, cuyas reflexiones sobre la fugacidad de su oficio se sienten tan relevantes ahora como hace un siglo.
“¿Qué pasa con las modelos de los artistas?”, Munson escribió una vez. “Me pregunto si muchos de mis lectores no se han parado ante una obra maestra de escultura encantadora o una pintura notable de una niña (…) y se han preguntado: ‘¿Dónde está ella ahora, esta modelo que era tan hermosa?'”
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