Por Fresia Soltof
JOSE FRANCISCO ZUÑIGA/AGENCIAUNO

Hace algunos días murió un vecino de la comuna de Peñaflor por las complicaciones que le generó el coronavirus. En medio del dolor de la familia, un grupo de personas arrojó cloro a su casa.

Un hecho que parece brutal, pero que ha ocurrido de distintas formas en las más alejadas latitudes y también en rincones de nuestro país con aquellos que han dado positivo al COVID-19 y con muchos funcionarios de la salud.

En nuestras propias conversaciones de las últimas semanas hablamos de lo bueno que ha salido de las personas y, por el contrario, hemos visto salir también lo peor de ellas.

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“Cuando un brote de una enfermedad infecciosa se convierte en pandemia es esperable que aparezcan intensamente emociones como miedo y preocupación”, explica la sicóloga Clara Montes.

Asegura que éstas pueden ser, a veces, el motor de acciones inadecuadas y nada empáticas, que surgen de forma poco racional con el fin de liberar de alguna manera la tensión asociada a ese miedo.

“Así germinan fácilmente los procesos de estigmatización social en tiempos de pandemia, de tal manera que para cuidarme yo, siento que debo protegerme de los otros, o para yo sentirme mejor, debo atacar a los otros”, agrega.

De acuerdo a las últimas cifras de Ipsos, un 78% de la población teme que alguien de su círculo cercano se contagie de coronavirus. Emociones negativas han aumentado de tal forma que más de la mitad de la población tiene miedo (66%) y un alto porcentaje siente estrés (43%).

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“Es un contexto emocional no muy positivo que explica en parte por qué reaccionamos como reaccionamos”, plantea la socióloga Alejandra Ojeda, gerenta de asuntos públicos de Ipsos.

Hay un componente emocional desde donde nos estamos movilizando y eso estaría explicando nuestros actos. “Por miedo somos capaces de llevar a cabo planes que en otros contextos nos parecerían totalmente absurdos e improbables”, dice Ojeda.

La socióloga va más allá del COVID-19, puesto que asegura que Chile se mueve fuertemente desde “una actitud bastante clasista, discriminatoria y además muy apoyada por la desinformación, por ejemplo, con la migración y, específicamente, con la comunidad haitiana, al punto de que en algún minuto se habló de que eran fuente de contagios… entonces hacemos cruces de información muy negativos de cómo nos relacionamos con otros”.

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COVID-19: una enfermedad solitaria

Carolina Vera, periodista de CHV Noticias  y CNN Chile, que dio positivo al coronavirus a principios de abril, vivió esas dos caras que hemos visto estas semanas y asegura que se queda mil veces con la solidaridad y empatía.

Si bien una vecina mostró su preocupación en el chat de su comunidad, ella destaca el apoyo incondicional que le dio, además de su familia y cercanos, una conserje que se preocupó de ella a diario.

“Un día me llamó por el citófono, me ofreció su ayuda y luego me mandaba mensajes todos los días para retirar la basura de mi casa, venía muy protegida, me tocaba el timbre y sacaba lo que tuviese que sacar, y ese tipo de reacciones fue súper gratificante para mí en medio de la recuperación”, cuenta.

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La periodista asegura que fue una sorpresa muy grata la ayuda que le ofreció. “No me lo esperaba porque, claro, la familia y los amigos siempre están, pero que una persona que no te conoce demasiado te brinde ayuda, es bonito. Habla también de lo importante que es en estos tiempos ser solidarios y empáticos con los demás, porque ésta es una enfermedad muy solitaria, que te mantiene literalmente alejado de todos”.

Hay algunos aspectos importantes a considerar no sólo aquellos que estigmatizan, si no para todos los que podemos contribuir a ponerle freno. Así los enumera la sicóloga Clara Montes:

1.         Informarse y compartir información de fuentes exclusivamente fiables y reconocidas, evitando compartir noticias falsas o bulos comunicaciones.

2.         Utilizar adecuadamente nuestra mejor herramienta: el lenguaje. Construimos diferentes realidades en nuestros interlocutores con el lenguaje. No es lo mismo hablar de “covid-19 o coronavirus” que hablar de “virus chino” o “virus asiático”. No es lo mismo hablar de “personas que pueden tener Covid-19” que hablar de “casos sospechosos” (aunque parezca redundante, la palabra sospechoso despierta inevitablemente suspicacias en nuestro cerebro). Tampoco procesamos cerebralmente de la misma manera el verbo “contagiar” que “infectar”.

3.         Ofrecer ayuda a las personas que conozcamos que pueden sentirse estigmatizadas (ya sea por tener la enfermedad o por trabajar en servicios esenciales), preguntando qué podemos hacer para ayudarlas (ayuda en compras, trámites, ofrecer espacio de conversación y desahogo, por ejemplo).

4.         Apoyar y agradecer públicamente a los trabajadores de la salud, a quienes cuidan a personas que tienen COVID-19 o a los que continúan con sus trabajos esenciales para ayudar a la comunidad. Por ejemplo, compartir mensajes positivos en las redes sociales propias.

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