Esta tradición tiene su origen simbólico y religioso.
La entrega de regalos durante la Navidad ya se ha vuelto una tradición en la mayoría de los hogares, siendo uno de los gestos más visibles durante esta época.
Además del significado comercial, el origen de esta práctica es más bien simbólico y religioso, lo que explica por qué sigue siendo parte central de las celebraciones.
Desde una perspectiva histórica y cultural, hacer obsequios en Navidad se relaciona con una manera de expresar cercanía y reconocimiento hacia otros.
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La directora del Centro para la Enseñanza de la Religión Católica (CER) de la Universidad de los Andes, Sofía de León, explicó que para el cristianismo la entrega de regalos se hace con sentido de alegría debido al “nacimiento del Hijo de Dios”. “Dios ha venido al mundo, se ha hecho cercano y ha compartido nuestra vida”.
Así, el hacer un regalo material “quiere expresar esa alegría espiritual y ese deseo de compartirla con las personas queridas”, permitiendo comprender por qué el gesto trasciende el objeto y se centra en el vínculo que se establece entre quienes participan del intercambio.
La tradición, además, se vincula con el relato de los Reyes Magos, quienes “ofrecieron al Niño oro, incienso y mirra, no como simples obsequios, sino como un acto de adoración y reconocimiento de su identidad divina: rey, Dios y salvador”.
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De dicho gesto nació “la costumbre cristiana de ofrecer regalos en Navidad, como signo de fe, veneración y entrega a Dios”, práctica que luego se proyecta hacia la vida cotidiana y las relaciones sociales, explicó la profesional.
Siguiendo ese ejemplo, “los cristianos están llamados a ofrecer los dones recibidos con generosidad, especialmente a los niños y a los más necesitados, reconociendo en ellos la presencia del Niño de Belén”.
“Los regalos en Navidad simbolizan el gran don de Dios a la humanidad, Jesucristo, y la respuesta del hombre que, lleno de gratitud, aprende a dar, compartir y amar”. remarcó de León.