Por Valentina de Marval
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“El general Pinochet representa a Chile porque va con inmunidad diplomática“.

Así argumentaba un enérgico Iván Moreira en plenas protestas pinochetistas. Corría octubre de 1998 y el pujante Chile de la transición se volvía a dividir como en los años del régimen militar.

A principios de ese mes, el entonces senador vitalicio viajó a Londres para tratarse una hernia en la columna lumbar. Pese a que viajó con inmunidad diplomática producto de su cargo parlamentario, una orden de detención proveniente de la justicia española cambió el panorama de Pinochet.

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El viernes 16 de aquel mes, el ex comandante en Jefe del Ejército fue detenido por policías de Scotland Yard mientras estaba convaleciente en The London Clinic, donde se recuperaba de la operación a su espalda.

Desde ese momento, el país y el mundo entero volcaron sus ojos a la capital inglesa.

Atrapado por un juez español

Baltazar Garzón, el juez que ordenó la captura del ex dictador, tenía a Pinochet en la mira apenas se enteró de su viaje a Europa.

En España se investigaban crímenes de la dictadura argentina relacionados con la Operación Cóndor. Y los antecedentes de esta coordinación de las oficinas de inteligencia de varios regímenes militares sudamericanos, apuntaron a Chile.

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“Los testimonios y la documentación nos llevan hacia Pinochet y toda la estructura de la DINA (…) Él fue detenido en Londres por presuntos delitos de terrorismo, torturas y genocidios; no porque estuviera de paseo en Londres”, recuerda Garzón al respecto.

Tras una semana custodiado por Scotland Yard en la clínica londinense, a Pinochet se le permitió que pasara el postoperatorio en una casa ubicada en Virginia Water, en las afueras de Londres, a la esperada de la solicitud de extradición desde España.

Un año y medio

La detención del Pinochet causó todo tipo de reacciones en Chile. Desde la alegría de los familiares de detenidos desaparecidos que veían la posibilidad de justicia y el fin de la impunidad de quien dirigió el régimen militar, hasta el desazón y la rabia de los partidarios del general en retiro, quienes realizaron todo tipo de protestas contra España e Inglaterra.

Durante su estadía en Inglaterra, en nuestro país se acumularon cerca de 80 querellas en su contra. El gobierno de Eduardo Frei apostaba por el respeto a la soberanía nacional, al igual que muchos congresistas, tanto de oficialismo como de oposición.

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“No estoy defendiendo al dictador de los ’70 y los ’80”, estoy defendiendo a un senador de la República”, dijo por esos días el canciller José Miguel Insulza, demostrando la posición del gobierno abogando por la idea de que Pinochet debe ser juzgado en tribunales chilenos.

El general en retiro estuvo cerca de un año y medio en Londres, a la espera de ser extraditado a España o devuelto a Chile. Por razones humanitarias, el general en retiro fue liberado e inmediatamente devuelto a nuestro país el 3 de marzo del año 2000.

El senador, que cuatro años más tarde sería desaforado y que acumuló más de mil querellas en su contra, aterrizó en Chile asistido por militares y ovacionado por sus simpatizantes.

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