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Este jueves El Dínamo dio a conocer la historia de María Silva Allendes. Una mujer de 54 años que el pasado 19 de marzo ingresó una querella por abuso sexual en contra de María del Carmen Carrasco González, una religiosa que hoy tiene cerca de 80 años y reside en Limache. Además, Silva denunció violación por parte del padre Joseph Doherty.

El contexto

“Mi madre murió cuando yo iba a cumplir 11 años, soy la del medio de cinco hermanos y fui internada con mi hermana Rosario en el Hogar San José de Talagante. Al principio era normal, nuevo, teníamos oficios,  un régimen estricto. Tres horas de estudio. No podíamos de repente ni siquiera movernos de la fila porque se nos quitaba la comida. Vivíamos en un régimen”, contextualiza la mujer.

En ese periodo, María Silva comenzó a tener clases en el colegio Nº43 Delia Ovalle, que en 1978 cambió de nombre y administración, dejó atrás su ideal laico y quedó en manos de la Congregación de las Religiosas Adoratrices Esclavas del Santísimo y la Caridad, una agrupación que está presente en diferentes países de Europa, Sudamérica e India.

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“Mis primeros días con ella fueron normales, yo tenía como profesora jefe a Matilda Guerrero y recuerdo siempre esto, para mí nunca se me ha olvidado ni lo voy a olvidar, comenzaba el mes de mayo y se preparaba un acto; las efemérides, se llamaban; entonces, todos los cursos participaban haciendo una reseña histórica. A mí me tocaba algo tan simple… yo era la marinera que decía que se acercaba el otro barco enemigo que era el Huascar y eso era todo”, recuerda María sobre el día que marcó un antes y un después en su historia.

El dolor de María

Tras el acto, María -quien se definió como una niña inquieta en ese tiempo-  andaba corriendo cuando llegó al lugar equivocado: “Vi una puerta abierta… vi una puerta abierta que me cambió la vida… quiero pedir disculpas porque de repente me corto, soy persona. Vi una puerta abierta y había una religiosa con una niña, estaban haciéndose tocaciones. Esta religiosa era María del Carmen Carrasco González”, narra Silva.

“Yo al ver eso, como niña me asombré, salí despavorida y al salir boté algo, creo y la monja me vio. Me tomó del brazo, me hizo sacarme la ropa… me tocó mis senos que -para esa edad no tenía mucho- (…) e introdujo sus dedos en mi vagina, su boca y me dijo ‘esto tú no lo cuentas, no lo dices’, recuerda entre pausas.

Para esa edad, María tenía 12 años, había perdido a su madre, debió dejar su vida para irse a un hogar y enfrentar en la soledad la dura época de la dictadura militar “donde esa gente tenía poder y hacía mal uso de su poder”. Asegura que fue terrible, pero a la vez intentó decirlo.

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“En su momento se lo dije a la hermana superiora, que era María de los Ángeles, que creo que está en España ahora; se lo dije a Ana Javiera que ya falleció, a Matilde Guerrero (su profesora jefa) no, porque ella lo sabía. Los abusos fueron seguido, ya no eran una vez al mes, eran seguido y esto es lo que siempre me he preguntado: ‘¿Por qué yo?’. Si yo soy una mujer común y corriente”, cuestiona.

Los abusos causaron un gran daño en la mujer: “Por mucho tiempo me sentí fea, me sentí sucia y hasta el día de hoy me pregunto por qué. Me gustaría tenerla en frente y preguntárselo, pero sé que es una persona que ya está con edad y yo creo que ella no se debe acordar de mí. Este camino ha sido súper difícil, súper difícil”, asegura.

La entrevista

-Esta es la primera vez que sales en televisión, María -dice Nicolás Copano, conductor de Cada Noche en CNN-….
-Sí, pero no estoy ansiosa, estoy nerviosa -sentenció-. Quiero contar mi verdad y que ojalá salgan muchas mujeres después que yo, valientes, a decir los abusos que sufren diariamente.

-María, tras años en el congreso, y ahora de forma unánime, el senado aprobó el proyecto de imprescriptibilidad de delitos sexuales contra menores -contextualiza Copano- ¿Qué lectura haces al respecto? 
-Encuentro que es lo máximo que han hecho estas autoridades del país después de que han encubierto esto, porque esta gente que se dedica a legislar y hablar de los niños, de la vulneración, de los abusos sexuales y el Sename, no tienen idea de lo que uno vive siendo huérfano o estando en una institución,  ya sea el Sename o un hogar… yo lo encuentro fantástico. Chile ha dado un gran paso.

-Tú contaste abuso, buscaste que alguien te escuchara y ahí te cruzaste con Joseph Doherty…
Yo lo dije a las religiosas, primero que nada, tal como lo he hecho ahora. Ellas me dijeron que lo contara, que saliera a buscar mi historia y eso es lo que estoy haciendo. Lo dije a las autoridades de la época, se lo dije a monseñor Juan Francisco Fresno, en el año 1983.

Eso me produjo más dolor todavía, porque siendo niña -ya tenía 17 años- se me saca de la habitación donde dormíamos en la noche porque el sacerdote me había llamado a su pieza. Yo recuerdo que había dormido un sueño. Entro y el estaba acostado, semi acostado, con una luz tenue, esperándome. Yo entro, pido permiso y me dice… lo primero, lo primero y esto nunca se me ha olvidado, me lo pueden preguntar cien veces y las cien veces voy a decirlo.

Me preguntó quién era él, me preguntó ‘¿Quién soy yo?’ y yo le dije ‘El padre’‘No señorita ¿quién soy yo?’ -insistió-. Y así me preguntó muchas veces y yo volví a repetir ‘El padre’; si a mí me ponen a un obispo al frente, yo voy a repetir, ‘El obispo’.

Entonces me dice ‘No señorita, yo soy la máxima autoridad aquí, en este hogar. Usted y su hermana son huérfanas, no tienen donde ir, no tienen para comer, no tienen a nadie que las venga a ver. Usted se atrevió a decir a una autoridad eclesiástica, a la máxima autoridad, Juan Francisco Fresno, que una monja o religiosa había abusado de usted. Por lo tanto yo ahora a usted le voy a decir y le voy a demostrar, qué es un abuso’Entonces me puso boca abajo y me violó analmente, no conforme con eso, después me pegó con la tabla que nos pegaba siempre.

Si antes mi rechazo era atroz, con el tiempo se hizo más frecuente, yo lo veía y veía a un enemigo, veía a la persona que había dañado mi vida. Trataba de evitarlo, pero él se las arreglaba para buscarme y preguntarme si había dicho más mentiras, yo le decía ‘No padre, me he portado bien’.

Entonces, él me hacía ir a mí y a mi hermana a la oficina y me pasaba una carpeta donde mi hermana tenía que leerla y yo escuchar. Decía: ‘Las  hermana María Jeanette y Rosario Silva, están aquí en el hogar porque no tienen a nadie por ser huérfanas’. ‘Usted -me decía- sabe lo que está leyendo su hermana’, ‘Sí, sí padre’ -respondía María-. ‘Usted sabe que si dice algo, usted va a la calle…’ –sentenciaba Doherty-. Entonces, por años tuve que soportar eso hasta que en el año 1985 decidí arrancarme del hogar, como lo hacían la mayoría de los niños”.

-María -invita Nicolás- queremos prestarle la cámara a usted para que diga lo que espera, de la justicia y de la Iglesia.
-Yo espero lo que espera cualquier víctima, que haya una justicia, que los culpables, los encubridores y los que omitieron y los abusadores, paguen. Ante la sociedad y ante la justicia, porque debe haber una justicia. Debe haber la verdad, porque está saliendo, debe haber más mujeres, más hombres, más niños diciendo la verdad y debe haber una reparación. Porque tal como lo dije a las religiosas. a mí, con estas palabras, lo voy a decir en bruto: ¡Me cagaron la vida!

María y la Iglesia

El 5 de junio de 2018, María tomó el teléfono y llamó a la sede de Santiago de la Congregación de las Religiosas Adoratrices Esclavas del Santísimo y la Claridad. Su llamado fue recibido por la religiosa Fabiola Sais, quien escuchó su relato durante 45 minutos.

Al día siguiente, María Silva viajó hasta la Santiago para entregar su testimonio de forma escrita. Posteriormente, fue citada a una reunión con las máximas autoridades de la congregación.

María comenta que Fabiola Sais le informó a mediados del año pasado que “la hermana general que está en Roma que dirige toda la congregación, la madre Teresa Valenzuela, que es chilena, estaba en Chile y que querían conocerme. Yo fui a la semana siguiente y ahí la conversación fue distinta”.

“¿Qué buscas tú?” -preguntó la superiora a María-. “Justicia, verdad y reparación, respondí. Ustedes me cagaron la vida, se lo dije tal cual, y calaron tan profundo que hasta el día de hoy tengo trancas y eso ni con todo el oro del mundo me lo devuelven. La superiora me dice: ‘bueno, si un juez nos dice a nosotros que tenemos que dar una indemnización la daremos, pero no vamos a actuar ni a tontas ni a locas’, se paró y se fue”.

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Tiempo después, supo que lo expuesto en esa conversación fue llevado a la fiscalía (ver adjunto) por la propia congregación, además de impulsar una investigación canónica que la llevó a ser interrogada por cerca de 5 horas. Esto, por parte de los sacerdotes Félix Levin y Erick Oñate el 12 de julio de 201

Ese día, tomó el teléfono y se comunicó con la sede de Santiago de la Congregación de las Religiosas Adoratrices Esclavas del Santísimo y la Caridad. Al otro lado de la línea estaba la religiosa Fabiola Sais, quien durante cerca de 45 minutos escuchó su relato.

Al otro día, María Yaneth se trasladó hasta la capital para hacer entrega de su testimonio de forma escrita. Luego de esto, fue citada a una reunión con las máximas autoridades de la congregación.

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Según cuenta, Fabiola Sais le informó a mediados del año pasado que “la hermana general que está en Roma, que dirige toda la congregación, la madre Teresa Velenzuela, que es chilena, estaba en Chile y que querían conocerme. Yo fui a la semana siguiente y ahí la conversación fue distinta”, cuenta María.

‘¿Qué buscas tú?’ -me preguntó la superiora-. Justicia, verdad y reparación, respondí. Ustedes me cagaron la vida, se lo dije tal cual, y calaron tan profundo que hasta el día de hoy tengo trancas y eso ni con todo el oro del mundo me lo devuelven. La superiora me dice: ‘Bueno, si un juez nos dice a nosotros que tenemos que dar una indemnización la daremos, pero no vamos a actuar ni a tontas ni a locas’. Se paró y se fue”, recuerda del frío episodio.

Tiempo después, supo que lo expuesto en esa conversación fue llevado a la fiscalía (ver archivo) por la propia congregación. Además de impulsar una investigación canónica que la llevó a ser interrogada por cerca de 5 horas, por parte de los sacerdotes Félix Levin y Erick Oñate el 12 de julio de 2018.

Repuesta Investigación Canó…

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