En la jornada de inicio del año pastoral en el Colegio de los Sagrados Corazones Alameda, Celestino Aós Braco, aprovechó de entregar su primer mensaje como administrador apostólico de la arquidiócesis de Santiago.

Aós fue nombrado en el cargo luego que el papa Francisco aceptara la renuncia del cardenal Ricardo Ezzati.

“Cuando san Francisco de Asís mandaba a algún fraile, le decía: “Hermano, pon tu confianza en el Señor que Él te sostendrá”. He tenido que repetirme y tendré que seguir repitiéndome este consejo, ante la sorpresa de mi llamado para esta misión. Pero no es la hora de las palabras y de las condenas; es la hora de la colaboración, de poner cada uno lo que somos y podemos, aunque sea poco y pequeño, como en mi caso”, explicó Aós.

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Quiero y debo conocer a esta Iglesia en Santiago, extensa y numerosa, con sus luces y sombras, con sus logros y carencias, con sus heridas y pecados. Y con sus cualidades y virtudes”, indicó.

Aós también se refirió a la carta que les dejó el papa Francisco tras su paso por Chile donde “nos anima a todos a ponernos en estado de oración, a buscar caminos de verdad y vida; a mirar hacia adelante, enmarcando las cosas donde tienen que estar“.

“Trataré de seguir en mi lema de amar y servir”, agregó.

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En el servicio, el ex obispo de Copiapó pidió que “recen por mí. Sé la verdad que encierran las palabras que nos escribió el Papa: “La renovación de la jerarquía eclesial, por sí misma, no genera la transformación a la que el Espíritu Santo nos impulsa. Se nos exige promover conjuntamente una trasformación eclesial que nos involucra a todos. No podemos ser espectadores, debemos participar activamente“.

El administrador apostólico de la arquidiócesis de Santiago también aprovechó de mencionar en su mensaje a las víctimas que han sufrido abusos por parte de la Iglesia Católica.

“Quiero saludar a las hermanas y hermanos que sufren. Enfermos y accidentados, ancianos y marginados, cesantes e inmigrantes, privados de libertad y, muy especialmente, a las víctimas de la violencia y a las víctimas heridas por los abusos de parte de los clérigos de la Iglesia“, comentó.

“No esperemos un mundo ideal, una comunidad ideal, un discípulo ideal o un obispo ideal para comenzar (…) Ayudémonos unos a otros y procuremos nosotros hacer el bien siempre y a todos”, concluyó.

 

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