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Los abusos sexuales y de conciencia cometidos por miembros de la Iglesia Católica, una de las instituciones más prestigiosas y más creíbles de la sociedad chilena, la han llevado a perder adeptos.

Las encuestas no sólo muestran la brusca caída en los índices de confianza, sino la convicción de que la jerarquía de la iglesia chilena encubrió delitos. Ni la visita del Papa Francisco a Chile, ni la renuncia de los obispos, ha logrado revertir esta crisis.

CNN Chile está celebrando 10 años de transmisiones con un ciclo de reportajes que analizan los principales hechos que han marcado esta década. Uno de ellos es la crisis en la Iglesia Católica, que profundizamos en el siguiente informe de María Luis Carrión.

Caso Karadima

Todo partió en la Parroquia de El Bosque, donde reventó uno de los primeros casos de abusos sexuales. Nadie podía imaginar que tras el poder alcanzado por Fernando Karadima se escondía, en plena dictadura, una historia que cambiaría para siempre a la iglesia chilena.

En 2010 los secretos que estaban bajo la alfombra salieron a la luz, sorprendiendo a todo el país. El sacerdote, considerado incluso por algunos como santo, era apuntado por tres jóvenes , que ya no estaban dispuestos a callar.

“Ha sido extremadamente duro. Hay momentos en que te quiebra todo esto. En que uno no sabe cómo va a resistir”, decía a CNN Chile James Hamilton, uno de los denunciantes, mientras los fieles más fanáticos se rehusaban a creer.

La justicia civil no pudo hacer mucho, ya que los delitos estaban prescritos. Fue la propia iglesia la encargada de condenarlo en 2011, a través del arzobispo Ricardo Ezzati, a una vida de oración y penitencia.

Recién siete años después, Karadima, el que por un tiempo se pensó intocable, fue expulsado de la iglesia.

Pero el caso Karadima no estaba concluido. Había una hebra que aún estaba suelta. La llegada de Juan Barros hace más de tres años a la diócesis de Osorno, como obispo, reavivó las críticas a la iglesia por su manejo en los casos de abusos sexuales, de poder y conciencia. Su figura no sólo dividió a los fieles, sino también a la propia iglesia.

Había sido el párroco de El Bosque quien lo formó, en plena dictadura. Se lo apuntaba entonces como encubridor de sus delitos.

El nuevo Papa

La llegada de Jorge Bergoglio -conocido como Francisco– a Roma trajo para muchos la esperanza a la Iglesia Católica. Asumió como Papa en medio de grandes expectativas por los cambios que se podían venir en el manejo de lo casos de abusos sexuales en el clero. Sin embargo, en 2015, pocos meses después de que Barros asumiera como obispo, Francisco lo respaldó.

“La única acusación que hubo en contra de ese obispo fue desacreditada por la corte judicial. Osorno sufre, sí, por tonta“, dijo en esa ocasión el Sumo Pontífice.

El respaldo del Papa caló hondo en la comunidad. Y se sumaba así al destape de otros casos de abusos sexuales que iban apareciendo, como en las congregaciones maristas y salesianas. Estas, más las que ya se conocían, fueron el panorama perfecto para crear un ambiente de máxima tensión, que rápidamente pasó a la expectación cuando se supo que Francisco llegaba en enero de este año a nuestro país.

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El Papa aterrizó en Chile y desde el Palacio de la Moneda, con la presidenta Michelle Bachelet de fondo,  en su primer discurso ante el país dijo lo que pocos se han atrevido: “No puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza, vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia”.

Del optimismo inicial que estas palabras causaron, se pasó rápidamente a la confusión cuando la presencia de Juan Barros en las actividades del Papa comenzó a captar toda la atención, no sólo de los medios de comunicación, también de los fieles.

Tres días en Chile bastaron para que su visita fuera catalogada por varios como la peor gira del Papa en sus cinco años de pontificado. La escasa concurrencia hablaba por sí sola. ¿Las posibles explicaciones? La presencia de Barros y todos los escándalos en la Iglesia.

Sin embargo, pocos esperaban que una declaración de 11 segundos pusiera en jaque la figura de Francisco. “El día que me traigan una prueba contra el obispo Barros, ahí voy a hablar. No hay una sola prueba en contra. Todo es calumnia. ¿Está claro?”, dijo el Papa.

Cambios en la Iglesia

El tema quedó rondando en la cabeza de Francisco, porque un mes después llegaba el obispo de Malta, Charles Scicluna, como enviado del Papa “para recoger informaciones útiles, concernientes a monseñor Juan Barros Madrid, obispo de Osorno”.

Se trataba del mayor experto en investigaciones de abusos sexuales dentro de la iglesia, quien aterrizaba en Chile en medio de fuertes cuestionamientos al clero, desde hace más de una década. Llegó acompañado de Jordi Bertomeu, quien concretó una cita con Barros.

Ocho días después y la misión Scicluna se daba por finalizada. El obispo de Malta se iba con 64 testimonios y 2.300 páginas de un informe decisivo, que sería el inicio de un hoja de ruta que llevaría a una situación nunca antes vista.

De ahí en adelante los pasos del Papa con la iglesia chilena serían observados por todo el mundo. Francisco, en un hecho inédito, citó a todos los obispos a Roma y aseguró, por medio de una carta, que había incurrido en graves equivocaciones por falta de información veraz y equilibrada.

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Sin embargo, antes de recibirlos a ellos, Francisco se reuniría con los denunciantes de Fernando Karadima: “La conferencia episcopal de Chile vive en la luna de Valencia, no tienen idea el terremoto y el tsunami que se les viene encima”, decía Juan Carlos Cruz, otra víctima de Karadima. Palabras que marcaban la antesala de una cita en Roma llena de incertidumbres, con días previos muy complicados. Pese a restarse de la reunión, el cardenal Francisco Javier Errázuriz tuvo que subirse al avión e intercambiar estas palabras con la conductora de Hoy Es Noticia, Matilde Burgos:

Matilde Burgos: “Las víctimas de Karadima lo han acusado con palabras durísimas, ¿cómo responde usted?”.

Errázuriz: “A las cuales el canal CNN le da amplia difusión por todas partes”.

Matilde Burgos: “Por eso es que le estamos preguntando ahora”.

Errázuriz: “A pesar que me insultan y me insultan de forma injustificada. A mí, yo… le tenía mucho cariño a muchos canales, pero hay algunos que, cada vez que pueden, van a recoger insultos en contra mía”.

Tras tres días de encuentros privados con el Papa vino un desenlace aún más histórico que la propia reunión. Todos los obispos presentes en Roma tuvieron que poner por escrito sus cargos a disposición de Francisco. Era la primera vez en la historia que una conferencia episcopal completa presentaba su renuncia, y a uno de los primeros que el Papa se la aceptó fue a Juan Barros.

Y cuando todos pensaron que se habían calmado las aguas, en silencio se estaba gestando un nuevo terremoto. Uno que nuevamente ponía el foco de la polémica en Ezzatti y Errázuriz. Otro caso de abuso sexual ponía en jaque a la iglesia chilena. Se trataba ahora del canciller del arzobispado de Santiago, Oscar Muñoz, quien se había autodenunciado en enero de este año ante la Iglesia, sin embargo, recién el caso explotó siete meses después.

Una tormenta al interior de la iglesia, por la que incluso tuvo que declarar de manera inédita, y como imputado, Ricardo Ezzati por posible encubrimiento.
Mismo procedimiento y bajo la misma calidad tendrá que ser entrevistado Errázuriz, pero por el caso de Jorge Laplagne.

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Un 2018 que sin duda ha marcado un antes y un después en la historia de la Iglesia Católica chilena. Han existido cuestionamientos, pero también pasos importantes. Este año fueron expulsados del sacerdocio Fernando Karadima y Cristián Precht, este último en un caso especialmente complejo debido a su trabajo en la Vicaría de la Solidaridad y la sorpresa que causó que estuviera involucrado en abusos sexuales.

Revisa el reportaje completo en el video.

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