En un país de Sudamérica, mientras 450 niños ciegos no tuvieron este año sus libros en braille porque según el Mineduc no había dinero, sus parlamentarios reciben por tres días de viático el equivalente a un salario mínimo.
Ese país es Chile. El mismo donde los que hacen las leyes, que ya tienen sueldos que los ubican en el 5% más rico, reciben viático por trasladarse a Valparaíso, donde legislan. Y cuando van al extranjero, muchos no informan el motivo y utilidad de dichos viajes o quiénes los invitaron.
“Estas discusiones terminan desprestigiando las funciones parlamentarias”, alegó Andrés Zaldívar hoy, quien es presidente de la Comisión de Asignaciones. Se equivoca.
Lo que termina desprestigiando la función parlamentaria son beneficios desconectados de la realidad nacional y la falta de transparencia. Pero qué pedirle si cuando era presidente del Senado se negó a entregarle a la Fiscalía los informes de los asesores parlamentarios.
Mientras hay diputados que impulsan bajar la dieta o los viáticos, para otros esto es indiscutible. Como es privilegio ganado, para qué renunciar a él.
Es necesario, razonan otros. Si el diputado Mario Venegas hasta dijo “me respeto lo suficiente como para no ir a un hostal”. Está claro que se respeta muchísimo, respeto que no extiende a los que quieren o tiene que alojar en un hostal o a los dueños de estos lugares. Chilenos que le pagan sueldo y viático al honorable Venegas.
Al final la sensación que queda es que no pocos en el Parlamento se sienten en un exclusivo club donde hacen leyes para todos los chilenos, pero no para ellos. Donde la transparencia es obligada para otros. Donde los recursos se gastan como si fueran propios y no dinero público.
Respétense, respétennos y respeten el cargo que ostentan. Son representantes del pueblo, no beneficiarios del Estado.
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