Por Daniel Matamala
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Nuestro país necesita dinero. Al endeudamiento público por las medidas de ayuda por el COVID-19, se suman a las demandas del estallido social y por un Estado más benefactor o socialdemócrata, por ocupar el término de moda en estos días.

Habrá que gastar en mejorar las pensiones, en entregar atención dignas de salud, por nombrar solo dos urgencias. La pregunta que nos haremos en el programa de hoy, es quién pagará esa cuenta y cómo.

Hoy tenemos una mala respuesta. La cuenta la pagamos principalmente con el IVA, un impuesto que castiga a los más pobres, con el cual recaudamos el 41% de nuestros impuestos, el doble que en el promedio de la OCDE.

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Subir todavía más ese impuesto que agrava al pan o a la leche para financiar mejores pensiones, agravarían ese problema.

En cambio, estamos muy por debajo de la OCDE en impuestos personales a los más ricos. Campean las extensiones, los beneficios, los privilegios y altas tasas de elusión y evasión.

Según el cálculo del ex director de Impuestos Internos, el incumplimiento tributario nos cuesta una vez y media el presupuesto de educación, y este se centra fundamentalmente en rentas del capital.

Cerrar esos agujeros, perseguir la evasión y repensar los tributos son pasos lógicos para que las cuentas las paguen principalmente aquellos que más tienen.

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