Brasil se ha transformado en el epicentro del coronavirus tras contabilizar el miércoles su cifra más alta de muertos (1.910) desde que comenzó la pandemia. Además, el país sudamericano superó a Estados Unidos en el número de nuevos casos.
Ambos países tuvieron en común, hasta la salida de Donald Trump de la Casa Blanca, el ser presididos por mandatarios que insistieron en minimizar la pandemia. Jair Bolsonaro no sólo llamó al virus una “gripecita”, sino que además aseguró que los brasileños “no se contagian”.
En Última Mirada, el analista internacional Raúl Sohr explicó que la cantidad de decesos producidos por el virus “comienza a tener repercusiones económicas y políticas porque un número importante de gobernadores se están distanciando del gobierno y han entrado en una posición claramente crítica frente a Bolsonaro”.
“El polo contrario en la región es Chile”, afirmó el experto, resaltando el éxito que ha tenido hasta ahora el plan de vacunación. Esta diferencia le parece curiosa, “porque en general Chile y Brasil caminan juntos en muchos sentidos y tienen una comunidad de intereses y visión”.
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Chile espera llegar a la inmunidad de rebaño a mediados de año, sin embargo, esto tiene “sus bemoles”, advirtió Sohr. “Brasil está empezando a despertar alarmas en todo el mundo porque ha aparecido una variante muy alarmante. Entre el 25% y el 60% de las personas que han contraído el COVID-19, vuelven a infectarse, es decir, no se da un proceso de inmunidad”, explicó.
Según el analista, esta nueva variante “ha generado pavor”, lo que podría tener repercusiones políticas profundas para Brasil.
“Ya todos los sudamericanos tenemos dificultades para viajar, cada vez más restricciones, claramente caminamos hacia un pasaporte de vacunación, y esto puede redundar en un aislamiento muy grande, especialmente para Brasil, que si no logra controlar esto y la enfermedad sigue en expansión con esta variante, Brasil se va convertir en un país paria“, afirmó.
Mientras tanto, la popularidad de Bolsonaro disminuye “y no se vislumbra una salida. Cuando lees la prensa brasileña, hay un ambiente generalizado de pesimismo”.
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