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En la foto no cabían más sonrisas: la de las diputadas Vallejo y Cariola, y al medio la intendenta metropolitana, Karla Rubilar. Se habían reunido para pedir autorización para el Festival por las 40 horas.
La imagen de Rubilar con esas acompañantes y con tanta sonrisa, sacó ronchas en parte del oficialismo, que la acusó de aprovecharse de la popularidad del proyecto de rebaja de jornada para su eventual candidatura a gobernadora.

Peor cuando a la salida Vallejo dijo que la intendenta tenía claro que la iniciativa era constitucional. Ante la andanada de críticas la personera de gobierno se defendió diciendo que debía recibir a todos y desmintiendo que apoyara el proyecto, pero no que les haya dicho a las parlamentarias que era admisible. El primer tiempo terminaba con Rubilar 1, críticos 0.

Pero hoy Karla Rubilar, a cinco días de la actividad, negó el permiso para realizarla en Plaza Italia y dijo que aceptaba en Parque Almagro, algo que las diputadas PC niegan haber aceptado. Rubilar dice que es una decisión técnica; las parlamentarias acusan presión de La Moneda.

El Gobierno da la impresión en esta ocasión de estar improvisando y se inflige una derrota política innecesaria. Porque le regaló la oportunidad a la oposición de acusar que se quiere invisibilizar el acto y de instalar ideas, fuerzas que se resumen en los #NoAlBloqueo y #Las40HorasVan.

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Porque, pudiendo pedir todas los requisitos técnicos y de seguridad al mencionado acto, pudiendo hacer pagar el costo político de eventuales destrozos a las organizadoras del suspendido festival, optaron por tratar de relegarlo a un escenario secundario, ganándose con eso La Moneda y la intendenta un rechazo que es inversamente proporcional al apoyo que despierta la iniciativa.

Un apoyo que no es igual a un certificado de calidad, por cierto, pero un apoyo que no era necesario ver en las calles para saber que existe.

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