Primer acto: “En ninguno de sus párrafos hubo una sola mención a violación a los derechos humanos”, decía el senador Alejandro Navarro a CNN Chile sobre el informe de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet.
Segundo acto, con la visita de Bachelet a Venezuela en ciernes: “Si el informe establece, habrá que dar crédito a ese informe”, decía el parlamentario.
Tercer acto: “En esta tierra venezolana se libra una batalla de la cual depende el futuro de Venezuela, pero también el futuro de América Latina. Sólo cabe resistir y vencer, no hay otra opción. ¡Viva Chávez, viva Nicolás Maduro! Este pueblo resiste a la guerra económica y la mentira de los medios internacionales”, dijo el sábado sábado en medio de una marcha en Caracas, realizada en el marco del XXV Foro de Sao Paulo.
¿Cómo se llama la película? Negación.
Ni que antes numerosas organizaciones internacionales dijeran que en Venezuela se violaban los DD.HH., ni el hecho de que la Alta Comisionada, en quien el senador tanto dijo confiar, certificara en terreno esas vulneraciones, han hecho que Alejandro Navarro y otros cambien de opinión.
Si no basta con recurrir al argumento de las sanciones de EE.UU., se pasa a la crítica de las debilidades internas del propio país. Y aunque ambas cosas existan, huelen más a intento de explicar, de dar contexto a lo que no lo necesita. Porque como el mismo senador ha afirmado alguna vez respecto de la dictadura de Augusto Pinochet: no hay contexto que justifique las violaciones a los DD.HH.
El ex presidente de Uruguay José Mujica ya opina que Venezuela es una dictadura. Hombre de izquierda, admirado por este sector. ¿Cambiará la opinión de Navarro? Creo que no. Es difícil entender qué tendría que suceder para que él y otros dejen de lado su cercanía ideológica en pos de principios que debieran ser universales.
Así seguro seguirá defendiendo a la dictadura de Nicolás Maduro, irónicamente desde la presidencia de la Comisión de DD.HH. en el Senado.
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