En medio de la disputa mediática por el proyecto de reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales, el ministro del Trabajo, Nicolás Monckeberg, y la diputada comunista Karol Cariola (PC) respondieron a la pregunta de si existen estudios que adelanten los impactos tanto negativos como positivos que pueda tener la iniciativa en el empleo.

Monckeberg

En conversación con CNN Chile, el secretario de Estado -quien ha expresado en reiteradas ocasiones su rechazo al proyecto para privilegiar el del Gobierno-, reconoció que no manejan la cantidad de empresas que supuestamente podrían cerrar como efecto de la implementación del proyecto presentado por parlamentarios del Partido Comunista.

“¿Cómo se le ocurre que yo voy a decir ‘esta reducción de jornada va a cerrar tantas empresas’?”, respondió el titular de la cartera de Trabajo a la conductora de Marca Registrada, Mónica Rincón.

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“Hay estimaciones evidentes, de sentido común”, aseguró, y puso como ejemplo lo dicho por el ex ministro de Hacienda del gobierno de Michelle Bachelet, Rodrigo Valdés, quien planteó que la rebaja de la jornada significaría un aumento del 11% del costo laboral.

Cariola

Por su parte, la diputada Cariola -una de las principales impulsoras del proyecto de 40 horas-, también admitió que no cuentan con estudios que indiquen el número de empleos que se podrían o no perder.

Mentiría si dijera que en este momento tenemos un estudio de impacto absoluto de lo que va a significar para el país, cuántas empresas en concreto se van a cerrar o cuántas empresas se van a abrir, o cuántos empleos se van a cerrar o se van a abrir”, dijo también en Marca Registrada.

Y aseguró que “es imposible hacer una medición del impacto de algo que no está aplicado. Lo que tú haces son proyecciones”. Respuesta similar a la del ministro Monckeberg.

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Cariola explicó que lo que sí saben “son los impactos que ha tenido en distintos países del mundo, y particularmente lo que nos ha dicho la OIT, en materia de salud mental”, lo que “trae impactos positivos, por ejemplo, en el PIB“.

Además, argumentó que “cuando se implementó la jornada laboral de 45 horas no hubo grandes cambios en la economía, de hecho, lo que ha ocurrido en otros países es que ha habido mejoramientos en la productividad”.

En tanto, Monckeberg sostuvo que “no hay ningún país en Europa que haya reducido la jornada sin permitir la adaptabilidad y flexibilidad pactada”.

Y puso el siguiente ejemplo para justificar la conveniencia del proyecto de flexibilidad impulsado por el Ejecutivo: “Un trabajador que trabaja con sueldo fijo y una comisión por venta y usted le dice que ahora va a vender un 15% menos. A menos que usted le diga a ese trabajador, ordene usted la jornada de acuerdo a lo que más le convenga. ¿Qué va a hacer ese trabajador? Va a trabajar las horas extras cuando más venda, por ejemplo en la mañana”.

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