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En los últimos 30 años, decenas de casos de corrupción han escandalizado a los chilenos. Era 2004 cuando en Estados Unidos se destapó el bollado caso Riggs, por el que el dictador Pinochet fue procesado por fraude y malversación. Pocos años antes, el gobierno del presidente Lagos fue sacudido por el caso MOP-Gate y los sobresueldos.

Pero no fue hasta cerca de 2015 cuando se destapó una caja de Pandora que evidenció la denominada relación promiscua entre el dinero y la política. Los controladores de Penta pasaron más de 40 días en prisión preventiva, a raíz del caso que reveló una caja negra de platas políticas. El caso Caval golpeó duramente a la presidenta Bachelet. El caso SQM puso bajo la lupa a políticos de todos los sectores. La revelación del caso Corpesca hizo caer al histórico gremialista Orpis. La corrupción llegó a Carabineros, a las farmacias, al Ejército, al confort y al fútbol.

Como respuesta a la ola de casos de corrupción, el gobierno de Bachelet impulsó una reforma de probidad para cambiar las normas en el juego político. El partido contra la corrupción en Chile tiene como delantero, entre otros, a Contralorito y Contraloría, cuyos sondeos de corrupción revelaron que el 70% de sus encuestados considera que Chile es mucho más corrupto que el 2019. Y aunque Chile se lleva tarjeta roja, dicen los expertos que no hay países 100% ganadores o perdedores en este partido.

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Y si de fútbol estamos hablando, el director ejecutivo de Chile Transparente, Alberto Precht, indica que “podríamos decir que Chile es el mejor de la segunda división del mundo. Estamos muy lejos de jugar una Copa Libertadores o de clasificar al mundial, pero sí estamos mucho mejor que el resto del barrio, que está bastante mal respecto a los distintos continentes del mundo”.

María Jaraquemada, directora de Incidencia de Espacio Público, señala que conocemos más casos de corrupción que antes por dos razones. “Tenemos más información y se han elevado los estándares de qué es lo que se considera corrupto”, dice.

Chile ha perdido cientos de miles de millones de pesos por corrupción en los últimos 30 años. La pregunta ahora es cómo podemos avanzar en mayor transparencia. Precht llama a “legislar en serio”. “Si vamos hablar de transparencia tenemos que hablar de transparencia de los dueños de las empresas. Si vamos hablar de aumentar las penas, fortalezcamos a las unidades del Ministerio Público a cargo”, condena.

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Gloria de la Fuente, presidenta del Consejo para la Transparencia, afirma que entre las materias pendientes se encuentra avanzar en una nueva normativa de acceso a la información pública, generar mejores competencias para la Contraloría, lograr transparencia presupuestaria y a nivel municipal, además de otras iniciativas que podrían “ayudar a profundizar el sistema democrático”.

“Creo que nosotros todavía estamos en la etapa de vernos escandalizado, pero todavía nos falta muchísimo para poder limpiar esa basura y que no se vuelva acumular en el futuro, porque el daño que esto provoca la sociedad está a la vista de todos. El estallido social tiene en sus entrañas el abuso y no hay abuso más terrible que el abuso de la corrupción”, puntualiza Precht.

Fortalecer el cuestionado Congreso, poner ojo al narcotráfico y trabar la llamada puerta giratoria, son parte de la larga lista de desafíos pendientes según los expertos, que en materia de corrupción, ven la inédita condena en el caso Corpesca como una luz de esperanza en un país que dicen, ha experimentado muchas veces el sabor amargo de la impunidad de los delitos de cuello y corbata.

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