Fuente imagen: Revista RollingStone Argentina

Si bien las creaciones de Charly García comenzaron a circular en Chile de forma oficial con la edición de algunos discos de Sui Generis en la segunda mitad de los ’70 (bajo el sello nacional Banglad) y cierta circulación del material de Serú Girán, fue recién en agosto de 1984 cuando el rockero argentino por fin pudo pisar firme en suelo local al presentar el icónico Clics Modernos con cuatro conciertos históricos en el cine Gran Palace.

Desde ese entonces, su bigote bicolor se hizo habitual en programas de televisión y algunas de sus primeras locuras comenzaron a llenar algunos recortes de prensa. Se lo pudo ver charlando de lo más amable en programas como Más Música y tocando en vivo en Noche de Gigantes y Mediomundo de Canal 13.

Fue un tiempo particular: el tipo que cantó contra las instituciones y que pudo reflejar el costado más oscuro de la dictadura argentina con metáforas -que sus seguidores supieron leer bien en su tiempo- en canciones como Los sobrevivientes, Hipercandombe y Canción de Alicia en el país, era recibido con los brazos abiertos en un país donde el rock y el pop comenzaba a ser un fenómeno y visto con cierto recelo por los censores militares.

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A diferencia de Los Prisioneros, Aparato Raro y otras bandas nacionales, García tenía acceso a la televisión junto a otros coterráneos como Soda Stereo, GIT, Virus y Miguel Mateos. Entre 1985 y 1987, Charly llegó a presentarse con tres bandas distintas en estadios de Chile y regiones ante más de 100 mil personas en total.

A nivel mediático, eso sí, vivió algunos tipos de censura.

“Cuando te lo pasan por televisión cortan muchas canciones y en la radio difunden ciertas canciones nomás. O sea, es una censura que no me afecta en lo personal, nadie me pega, pero digamos que… hay un movimiento de resistencia y hay una cosa oficial, entonces yo voy contratado por la cosa oficial, que de alguna manera también está con la resistencia. Entonces, es como se me esconde bastante y se me protege bastante, y cuando toco, puedo hablar y decir lo que quiera, pero digamos, voy a tocar a la televisión, por ejemplo, y entonces ya te dicen ‘bueno, estas canciones sí, estas no’, entonces digo ‘vayan y filmen el recital y pongan las que quieran y chao'”, comentó en una entrevista radial en Argentina en 1987.

De igual forma, recuerda Pablo Guyot, integrante de GIT que acompañó a García en las giras que pasaron por Chile en 1984 y 1985 promocionado Clics Modernos y Piano Bar: “Había toque de queda y nosotros andábamos por la calle como si nada. Nos paraban y decíamos ‘somos los músicos de Charly García’ y nos dejaban seguir”.

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Era una situación especial. Pocos años antes García había sufrido en carne propia la censura en los años de la dictadura argentina, periodo en que algunas de sus canciones fueron puestas en la lista negra de las radios.

“Me gusta mucho tocar en Chile porque es un sentimiento medio raro, como medio volver al pasado. Otra cosa que es la de tocar en Lima por ejemplo, que bueno, te anima muchísima gente, o tocar en España, pero ya con otra historia. Lo de Chile uno está tocando y siente que está haciendo fuerzas para algo, ¿no?“, señaló el artista en 1987.

Poco tiempo después, en julio de 1988, se encadenó a la reja de la Embajada de Chile junto a militantes de Amnistía Internacional y Nora Cortiñas, de las Madres de Plaza de Mayo, como una forma de protestar contra la dictadura de Pinochet, en los días en que nuestro país vivía un clima álgido y espeso en la previa del plebiscito que puso fin al régimen.

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