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La ciudad fortaleza de Zahara de la Sierra, al sur de España, está acostumbrada a defenderse de los enemigos. Los moros y cristianos lucharon por ella en la época medieval, y fue saqueada por los franceses en 1812. Ahora su formidable posición en lo alto del campo andaluz se ha convertido en un terreno invaluable una vez más.

El 14 de marzo, Zahara se separó del mundo exterior cuando el peligroso coronavirus extendió sus tentáculos por toda España. El alcalde, Santiago Galván, de 40 años, decidió bloquear todas las entradas de la ciudad excepto una. El edil actuó el día en que entró en vigor el “estado de alarma” de España.

Desde entonces, el país ha registrado más de 100,000 casos y 10,000 muertes, según cifras de la Universidad Johns Hopkins.

En Zahara, sin embargo, no ha habido un solo caso registrado de Covid-19 entre sus 1.400 habitantes. “Han pasado más de dos semanas, y creo que es una buena señal”, aseguró Galván a CNN.

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Las drásticas medidas del alcalde cuentan con el total apoyo de la gente del pueblo, y especialmente de los ancianos. Casi una cuarta parte de los habitantes de Zahara son mayores de 65 años. Esto ya que las ciudades y pueblos cercanos han presentado múltiples infectados y fatalidades coronavirus.

Las casas blancas y calles estrechas de Zahara se aferran a la empinada ladera, mirando hacia las fortificaciones medievales, un puerto y ondulantes olivares. A una hora de Sevilla en auto, es un destino popular para visitantes de todo el mundo. Galván dice que en los primeros días, tuvieron que rechazar a los turistas franceses y alemanes que desconocían las medidas del gobierno local.

El puesto de control en la única ruta de acceso está a cargo de un solo agente de policía. Dos hombres vestidos con la ropa protectora que normalmente se usa para rociar los olivares lavan los vehículos con una mezcla de cloro y agua. Incluso, los automóviles tienen que pasar por una especie de batea desinfectante para garantizar que sus neumáticos estén desinfectados.

“No hay automóvil que pase por el punto de control que no esté desinfectado”, aseguró Galván. El alcalde admite que tales medidas podrían tener una efectividad del 20% al 80%, pero afirma que todo es para mantener la calma en su pueblo. “Hemos logrado dar tranquilidad a nuestros vecinos. Saben que nadie ‘desconocido’ puede entrar”.

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Al interior del pueblo de Zahara se han tomado medidas similares. “Todos los lunes y jueves a las 5:30 p.m., un grupo de alrededor de 10 personas está en las calles para desinfectar la ciudad, todas las calles, plazas y casas exteriores”, dice Galván.

Uno de ellos es el agricultor local Antonio Atienza, cuyo tractor atraviesa la ciudad rociando las calles. Un negocio local está pagando a dos mujeres para que hagan entregas de alimentos y medicamentos para reducir la cantidad de personas en las calles, especialmente las más vulnerables frente al virus. Trabajan aproximadamente 11 horas al día y la cantidad de pedidos que se les solicitan está creciendo.

Uno de ellas, Auxi Rascon de 48 años, dice que la respuesta de sus conciudadanos ha sido maravillosa. “Están muy contentos porque no necesitan salir, se sienten protegidos y confiados”, dice. Rascon también está orgulloso de la rápida respuesta de la ciudad. “Tomaron las medidas correctas en el momento correcto, y ahora estamos viendo los resultados”, dijo a CNN por teléfono.

Además de organizar el servicio de entrega, la asociación de mujeres de Zaharilla cuida a las personas mayores que no pueden cocinar por sí mismas (dejando comida en sus puertas) y organiza reparaciones básicas para ellas.

Una página de Facebook creada para residentes mayores ha comenzado una campaña para publicar sus fotografías antiguas en línea, y así mantenerlos entretenidos y conectados con la comunidad. Luisa Ruiz Luna, quien comenzó la iniciativa, asegura que “una buena manera para que los zaharenos que viven en el extranjero interactúen con nosotros, además de ejercitar la memoria”.

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Foto: Alcalde de Zahara, Santiago Galván

La ciudad también ha equipado dos autos con música y luces, “para que los niños puedan salir a sus balcones y disfrutarlo”, dice Galván.

La vida económica de cientos de pequeñas ciudades españolas como Zahara es proporcionada por empresas familiares y negocios autónomos. Es por esto que el ayuntamiento ha invertido en su fondo de contingencia para cubrir los costos de electricidad, agua e impuestos para las empresas locales durante el estado nacional de emergencia.

Para Galván, es más que ayuda financiera. Se trata de preservar a Zahara como comunidad, inspirado por su padre que nació en la ciudad. Pero el alcalde sabe que, al final, Zahara necesitará la ayuda de Madrid o del gobierno regional si el encierro nacional continúa.

“Necesitaremos una especie de pulmón financiero si esto continúa”, dijo Galván a CNN. Al igual que millones de españoles, examina los boletines diarios Covid-19 del Ministerio de Salud, con la esperanza de que, como los asedios de Zahara en siglos pasados, esto también termine.

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