Por Raúl Sepúlveda
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Si la socialización presencial ya era un tema antes de la crisis sanitaria, en medio del confinamiento ha desaparecido casi en su totalidad. Las redes sociales encontraron en el complejo contexto que vive el mundo un nuevo impulso como puente principal de la comunicación, sobre todo entre los más jóvenes. Aquí es donde aparece también su peor cara.

Francisco tiene 14 años. Durante los últimos dos, ha tenido que defender a su hermano menor por mensajes ofensivos. “En principio, él no tiene permiso para ingresar a aplicaciones. La única era WhatsApp, para comunicarse con sus compañeros de curso. Nunca me imaginé que se tratarían tan mal“, confiesa su madre.

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Así, los casos se multiplican de manera transversal en las aplicaciones más populares. Esto queda establecido en los números que arrojó una encuesta realizada por la empresa StatKnows, en colaboración con el Centro de Estudios en Bienestar y Convivencia Social de la Facultad de Psicología de la Universidad del Desarrollo -con financiamiento de Fundación Katy Summer- y el Ministerio de Salud, a través de su linea de salud mental.

“Se confirma una relación negativa con la salud mentaldepresión en este caso-, lo cual puede ser más complejo en tiempos de pandemia. Entre los jóvenes que son más víctimas de ciberacoso, los niveles de depresión aumentan. Esta relación negativa aumenta cuando los jóvenes señalan tener una orientación sexual o una identidad de género LGTBIQ+”, asegura Jorge Varela, investigador del CEBCS de la UDD.

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El estudio, desarrollado en la Región Metropolitana a 2.056 jóvenes y adolescentes de entre 15 y 29 años, destaca que el 45,03% de ellos declara haber sido acosado al menos una vez en los últimos tres meses. Cifra que pone una alerta respecto a la eventual existencia de una relación entre ser víctima de ciberbullying y presentar sintomatología depresiva, lo que, según el estudio, será materia de una investigación más profunda.

Miedo, rabia, ansiedad, tristeza

El grupo etario más vulnerable, según este mismo estudio, está entre los encuestados de 15 a 19 años, mientras que las formas de agresión más habituales son comentarios hirientes o malintencionados en línea, y amenazas por Internet o redes sociales. Sólo un 3% da aviso a profesores, un 11% a padres, y sólo un 12% lo plantea a sus amigos.

Para Emanuel Pacheco, director ejecutivo de la Fundación Katy Summer, “esto llama a dar urgencia a la revisión de cómo nos estamos relacionando con adolescentes y jóvenes en cuanto a los espacios digitales, y nos cuestiona sobre qué tanto los hemos dejado solos o sin suficiente apoyo en el desarrollo de su identidad en redes sociales”.

En medio del encierro, dos factores de unen de manera peligrosa: el tiempo entregado a las redes sociales y la sensibilidad de las personas en medio del confinamiento.

“Las personas víctimas de estos ataques declaran, en mayor medida, sentir angustia, sentirse tristes, solas o aisladas y tener miedo, y consideran extremadamente difícil hacer frente al acoso”

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Datos alarmantes a los que se agrega que el 64% de ciberacosadores ha sido víctima de este tipo de ataques. Las víctimas tendrían además, propensión a constituirse en victimarias de otras personas, mientras que el 69% de la población estudiada declara haber sido testigo de este tipo de prácticas. De ellos, el 52% dice haber sido también acosado al menos una vez en los últimos tres meses.

Aquí podríamos estar ante una de las ventanas principales para frenar estos números en alza. El rol crucial que pueden desempeñar los testigos para hacer frente y aminorar el bullying a través de la red será, desde ahora, también un factor de análisis para una investigación complementaria.

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