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La conversación desde diferentes perspectivas sobre el proceso social que se evidenció a partir del 18-O, fue la que dio vida al programa Nuevo Pacto que hoy aborda el tema desde la visión ética de la crisis social.

Para analizar este aspecto del contexto que se vive hoy en Chile, Paloma Ávila entrevistó a Pablo Razeto, quien tiene una mira multidisciplinaria desde sus áreas de conocimiento como licenciado en física, biología y filosofía, además de ser doctor en Ciencias mención Ecología y Biología evolutiva y director del Instituto de Filosofía y Ciencias de la Complejidad.

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Sobre la percepción de la crisis social desde la ética, Razeto identifica dos dimensiones. “Primero está el tema de los escándalos de corrupción que han sido una larga lista de demostraciones de poca ética por parte de los dos grandes grupos de poder en Chile, que son los políticos y el gran empresariado. Y, al final, ha habido una gran crítica ética hacia esas personas concretas, y al modo en que ellos operan habitualmente (…) Por otro lado, la crisis social tiene que ver con el concepto de ética en un sentido más amplio, que tiene que ver con buscar el bien. Este es un tema interesante que tiene que ver con los secundarios, por ejemplo. En columnas de Carlos Peña y estos personajes, se plantea a los jóvenes como gente anómica, es decir, que no les interesa lo bueno y lo malo, no les interesan las normas. Y yo lo veo como toda lo contrario. Si uno ve el Instagram de la ASES o CONES, son cabros que están tratando de proponer y de luchar por lo que consideran correcto. Entonces, ahí hay dos aspectos de la ética claves”.

Los procesos que se han dado en el país como resultado de los hechos en el marco del estallido social, han dado lugar a nuevas conversaciones y nuevas formas de entender lo que ocurre en diferentes ámbitos de la vida política y social, y esto también pasa desde un punto de vista ético. “Eso de que Chile cambio, de que Chile despertó tiene que ver con el hecho de conversar, no sólo de ética, sino que de todo. Yo creo que todas las conversaciones han aumentado su calidad y su cantidad, por el mismo hecho de conversar. Yo con mis propios vecinos nunca habíamos hablado más que “hola” y “chao”, y ahora estamos todos conversando y nos damos un buen tiempo para conversar”.

A juicio de Razeto las conversaciones que se han generado desde octubre ha propiciado también consensos en la ciudadanía.  “Uno se da cuenta de que la opinión es bastante similar. Cuando uno ve las encuestas, ellas hablan de un consenso en casi todas las preguntas, consensos de más de tres cuartos que opinan las mismas cosas acerca de las mismas preguntas. Y para qué hablar de la aprobación del presidente o del Congreso, ahí la opinión ya es unánime, incluyendo a la derecha y a la izquierda”.

Como director del Instituto de Filosofía y Ciencias de la Complejidad apunta que: “En los sistemas complejos la pregunta es cuáles son los patrones que permiten entender los cambios, las cosas que cambian y las cosas que no cambian. Antonio Gramsci planteaba que las sociedades, así como las personas también pasan por tres etapas. La primera etapa es de diferenciación, es cuando se dan cuenta de que no son eso: ‘yo no soy esto’. La segunda etapa es cuando yo me defino en oposición: ‘yo soy en contra de esto’. Y, el tercer paso, es la autonomía, es decir, ‘yo me defino por mi propia búsqueda, no me defino por oposición’ (…) Las personas pasamos por ese proceso de madurez, normalmente el adolescente es una persona que está en contra de algo, pero no necesariamente tiene la autonomía de pensar por sí mismo y tener una postura propia. Yo creo que toda la sociedad está en una etapa de adolescente, la chilena al menos. Creo que los dos primeros pasos están más o menos dados, pero en lo que sí hay consenso es que el sistema actual no está haciendo algo que identifique a las personas, o sea las personas no se identifican con los partidos políticos, ni siquiera con las ideologías”.

Tomando en cuenta que la chispa que encendió el estallido social fue la acción de los secundarios en la evasión del metro, Razeto hace algunas precisiones: “La palabra incendiaria yo la cuestionaría un poco. Si tu miras el movimiento secundario, desde el principio se les adjudicó a ellos la violencia. Si uno ve todo su movimiento, desde el inicio, ellos no hicieron nada violento. Saltar los torniquetes y, antes de eso, pararse en las puertas de los metros, eso tiene cierta violencia en el sentido de que es una imposición, pero no es violencia física. Y, de hecho, si uno mira los videos, ellos (los secundarios) dicen que se dieron cuenta de que en la primera línea había mucha gente de su lado. Ninguno de sus llamados han sido violentos. Yo creo que la violencia ha sido el resultado del estallido que ellos prendieron, pero ellos no son violentos. Los menores de edad que se han ido detenidos son muy pocos en proporción, y la mitad son del Sename. Eso tiene que ver con una complejidad específica que tiene que ver con niños que han vivido con una particular segregación de la sociedad”.

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Frente al desafío que enfrenta Chile hoy de construir un nuevo pacto representativo para todos, despartidizar áreas del Estado que son vitales para mantener el equilibrio social, es una de las estrategias necesarias para superar la crisis actual. “Yo creo que hay una cosa importante. Los partidos políticos son gran parte del problema, eso hasta los mismos partidos políticos lo saben. Y una de las cosas que se pueden hacer, es despartidizar el Estado, es decir, el Estado puede funcionar con menos o con más influencia de los partidos políticos, depende cómo se hagan las reglas (…) Yo digo que mantengamos la estructura, la estructura está bien hecha, solamente hay que cambiar la forma en que se eligen los representantes”.

“La idea del solidarismo es desconcentrar el poder del Estado, y una de las formas de hacerlo es quitarle poder a los partidos político”, agregó.

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