Los complejos inicios del Dr. Sebastián Ugarte: “Estoy orgulloso de haber sobrepasado las dificultades”
Por CNN Chile
23.04.2025 / 13:44
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En CNN Íntimo, el conocido médico conversó sobre sus motivaciones y las dificultades que vivió en su juventud. Además, reflexionó respecto a problemáticas actuales como el avance del movimiento antivacunas.
En los momentos más críticos de la pandemia, cuando la incertidumbre se apoderaba de millones, un rostro se volvió familiar en las pantallas del país: el del doctor Sebastián Ugarte.
Médico intensivista y académico, Ugarte no solo destacó por su vasta trayectoria en el ámbito de la medicina, sino también por su capacidad de comunicar con claridad, humanidad y rigor científico en tiempos donde la información era vital.
Su presencia constante en los medios lo convirtió en una figura de confianza para muchos y muchas, pero detrás del delantal blanco y las cámaras hay una historia de carencias, vocación, sacrificio y compromiso con la salud pública que no es tan conocida.
“Soy médico, intensivista, profesor de medicina intensiva, me dedico a la difusión de conocimientos de medicina, soy padre de familia y un chileno más. Tengo tres hijos míos y Antonieta tiene dos hijas. En pareja juntamos cinco”, relata a CNN Íntimo.
De doctor a rey
Tal fue el alcance que tuvo en las personas, que llegó a ser elegido rey Guachaca en 2020. “Fue un gran reconocimiento, porque hay algo especial”, dice, mencionando a Nicanor Parra, quien “tardíamente en su vida descubre que lograr contactar con el alma de un pueblo es mucho más trascendente que un laurel académico”.
Por otra parte, destaca lo logrado durante la pandemia. “La lección que queda clara es que el conocimiento y la experiencia no se improvisan. Y Chile demostró que tener buenos sistemas de vacunación y cadenas logísticas sirven y eso no se inventó ahora, tenía muchos años (…). Otra lección es que sí existen héroes y sí existe vocación”.
Sobre la decisión del presidente Donald Trump de poner Robert Kennedy Jr., conocido antivacuna, como encargado de la sanidad, afirma que “hay una cierta fatiga pandémica. Uno de los principales influencers antivacunas en el mundo es el Secretario de Salud, pero la buena noticia es que él ha cambiado, o al menos su discurso público y, a raíz del reciente brote de sarampión, (…) está llamando a vacunarse. O sea, no perdamos la fe en la humanidad”.
Sobre la decisión del gobierno estadounidense de recortar los recursos destinados a financiar programas de vacunación alrededor del mundo, reflexiona: “buena parte de las nuevas cepas del coronavirus aparecieron en lugares de baja cobertura sanitaria. Aparecieron variantes en India, en África y lamentablemente también en Brasil, que no tuvo mucho apego a la vacunación. Entonces esto de descuidar, abandonar zonas del mundo, puede al final ese olvido golpear a nuestra puerta”.
—¿Usted como doctor, cómo trabaja a nivel personal el contacto con la muerte?
—Nuestra sociedad occidental no lo considera demasiado importante, pero yo creo que es relevante conservar la espiritualidad y la ética. Yo creo que la muerte corre a parejas con la vida, y decir cómo murió alguien es preguntarse también cómo vivió. Cuando uno entiende que vida y muerte van un poco de la mano, uno puede enfrentar estos procesos con mayor respeto.
—¿Una persona tiene derecho a decidir su muerte?
—Hay situaciones en que personas están sufriendo dolores insufribles; con una enfermedad, un diagnóstico incierto o un pronóstico irrecuperable, y en esos casos la mayoría de los expertos en ética en el mundo consideran que prolongar artificialmente la vida y prolongar el sufrimiento, no es lo mismo que alargar la vida. Hay situaciones en que la persona tiene el derecho a decir ‘no me hagan más cosas, déjenme tranquilo, no me hagan sufrir’.
Sin embargo, recalca que “hay que ser muy riguroso y serio. No es el terreno que a uno más le gusta, porque nosotros nos formamos como médicos para salvar vidas, no para quitarlas, pero es un tema que se puede discutir, aunque no hay que sobresimplificarlo, hay que ser cuidadoso y tener certeza en los diagnósticos, en los pronósticos, ya que se pueden cometer errores muy trascendentes. Así que se puede avanzar, pero con ética y con mucho cuidado”.
Una partida dolorosa
La muerte de su padre, cuando él solo tenía ocho años, marcó su vocación. “Lo quería mucho y todos mis hermanos también, y vivir su enfermedad y muerte nos marcó. Yo incluso hice una cosa muy infantil, un acto cuando fui a despedirme de él al cementerio, donde le prometí que iba a luchar contra su enfermedad, él murió del hígado, y con el tiempo, años después, me tocó encabezar los trasplantes de hígado en la UCI en un hospital público en Chile”.
—Estudiar medicina no fue fácil, ¿cómo marcan esas experiencias?
—Se puede, con dificultad, pero se puede, y yo estoy orgulloso de haber sobrepasado esas dificultades, igual que otros compañeros con los que me encuentro hasta el día de hoy.
—En plena dictadura usted decidió ser dirigente estudiantil, ¿Cómo lo pasaron ahí?
—Malito, malito. No era muy agradable en esos momentos defender ciertos valores, defender la democracia, los derechos humanos. Era todo como mal visto. Más de una vez me tocó ser detenido (…). Fueron años complejos, pero había que ser valiente.
Además, el también parlamentario acusó que Larraín, cofundador de la entidad, arrastró recursos y personas en una operación que terminó defraudando al Fisco.