La historia de Juan Pablo Molyneux, diseñador chileno de talla mundial radicado en París: “Para mí la belleza es como el oxígeno”

Por CNN Chile

28.04.2025 / 14:07

En CNN Íntimo, el arquitecto, diseñador y restaurador chileno conversó sobre sus inicios, motivaciones y planes. “Hoy tengo proyectos en Pekín, Moscú, Kazajistán, Londres, uno superimportante, París, en la Costa Azul, tengo dos importantes, Nueva York y Palm Beach”, cuenta.


En un mundo donde las tendencias del diseño cambian con vertiginosa rapidez, Juan Pablo Molyneux se erige como un defensor apasionado del clasicismo y la memoria cultural.

Arquitecto, diseñador y restaurador chileno, Molyneux ha dejado su huella en mansiones, palacios y residencias privadas alrededor del mundo, desde Nueva York hasta Qatar.

Su estilo, opulento y detallado, lo han posicionado como uno de los diseñadores más reconocidos del mundo, llegando a ser nombrado Caballero de la Orden de las Artes y las Letras en 2004 por el ministro francés de Cultura.

Entre castillos y memoria

Molyneux nació en Santiago en 1946 y desde joven mostró una fuerte inclinación por la historia del arte, la arquitectura y el diseño. “Mis huesos son todos chilenos, fueron hechos acá, eso no se cambia, lo que pasa es que me fui muy joven, empecé a irme cuando estaba en el colegio”.

Estudió arquitectura en la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUCV), pero su interés por las corrientes europeas lo llevó a continuar con sus estudios en la École des Beaux-Arts de París, una de las instituciones más influyentes en la enseñanza del arte y la arquitectura clásica, y también en la École du Louvre.


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Durante las décadas siguientes, Molyneux consolidó una carrera marcada por proyectos ambiciosos y una clientela exclusiva que incluye magnates, miembros de la realeza, coleccionistas de arte y gobiernos. El Château Mukhrani en Tiflis, Georgia, y las Salas Rusas del Palacio de las Naciones (sede de la ONU en Ginebra) son algunos de sus principales proyectos.

“Salí, no me quedé en Chile (…). El hecho de que fuera tan chico, la primera vez que fui (a Europa), fue una especie de inyección, me despertó una curiosidad y pensé que no podía quedarme, no quise quedarme, porque me di cuenta de que había cosas tan espectaculares y de que estábamos tan lejos además”, cuenta en un nuevo capítulo de CNN Íntimo.

Detalla que partió con un estudio en Buenos Aires. “Después fuimos a Nueva York, y de ahí estaba punto de irme a Londres, pero terminé en París, ya que estudié arquitectura ahí, y poco a poco empecé a trabajar en un poco una carrera casi renacentista, porque es arquitectura más arquitectura interior, más decoración, más paisajismo, todo eso para mí es una sola cosa”.

—¿Cuál es el tipo de cliente que acude a ti?
—Todo el mundo sabe lo que puedo hacer, pero el que toca el timbre en mi oficina, no tengo idea quién es, salvo que sea un rey o qué sé yo. Hay un desnivel, porque saben lo que puedo hacer (…), pero yo no tengo idea cómo son ellos, así que es un proceso bastante complicado de mi parte, porque es un poco entrar en algo más privado de alguien que tú no conoces.

“Es bien complicado, a veces pensar que lo que estás haciendo no es para ti (…). Te tienes tú que poner en el papel de ellos y tienes tú que moverte como se mueven ellos. Ya pasa a ser un ejercicio psicológico bastante fuerte, que hay que tener ese balance para poder lograr que ellos se sientan bien y que al final sea como si fue la idea de ellos”, agrega.

—¿Y cómo describirías tú tu estilo? 
—He hecho cosas súper contemporáneas, yo más que describir un estilo, te podría decir que hay un denominador común que es calidad, que es research, que es búsqueda, es respeto histórico, sobre todo, y calidad, si no hay ese nivel de calidad, no lo hago.

—¿Cuáles son tus proyectos hoy?
—Tengo en Pekín, en Moscú, en Kazajistán, en Londres, uno superimportante, en París, en la Costa Azul, tengo dos importantes, en Nueva York y en Palm Beach.

—¿Cómo es trabajar contigo?
—Complicado. (…) Tengo un defecto, que es un defecto para los que trabajan conmigo, pero eso hace que el resultado sea espléndido la mayoría de las veces, y es que entro y veo los defectos. Mucha gente quiere que lo feliciten, que le digan que bien, pero lo que está bien me parece natural y lo que está mal espantoso. No puedo controlar eso y además no lo quiero controlar.

—Tu idea también es hacer una escuela de oficios, ¿cuál es tu sueño ahí?
—Tengo uno de los edificios, lo hice entero para eso (…). Mi sueño es tener una especie de posgrado, que la gente pueda trabajar y vivir ahí, porque en ese edificio incluso tengo cuartos y qué sé yo, todo preparado para que los estudiantes puedan vivir tres meses para un trabajo determinado y que el hecho de haber salido de la escuela de Pouy-sur-Vannes, que es el nombre del castillo, te dé una especie de certificado de garantía de calidad.

—¿Qué es para ti la belleza?
—Es como el oxígeno. (…) Necesitamos eso, tenemos que trabajar por eso, tenemos que mantenerla, respetarla y crearla.

—¿Te seduce la idea de hacer algo aquí en Chile?
—Me encantaría. Pero son cosas que considerar también, de que son 16 horas desde París acá y qué sé yo, de hacer algo tendría que ser algo realmente espectacular, que no veo por qué no se puede hacer. Sigue siendo Chile un país maravilloso, con cosas maravillosas, pero hay que dar ese paso adelante.

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