La historia de Paolo Bortolameolli: De un niño que lloró al escuchar una sinfonía a ser el director de la Filarmónica de Santiago
Por CNN Chile
17.06.2025 / 13:08
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En CNN Íntimo, quien será director titular de la orquesta durante el periodo 2026-2028, recordó cuando a los 7 años descubrió lo que quería para su futuro. “Empecé a sentir una emoción que no había experimentado nunca”, relata.
Con solo 7 años, Paolo Bortolameolli descubrió su vocación al ver por primera vez una sinfonía en el Teatro Municipal de Santiago. Hoy, décadas después, regresa como director titular de la Orquesta Filarmónica.
Y es que este año fue elegido para el periodo 2026-2028 —tras un proceso de selección encabezado por el directorio del teatro— para liderar la orquesta, lo que representa un nuevo desafío dentro de su carrera.
Formado en Chile y Estados Unidos, ha alcanzado fama internacional, dirigiendo cerca de 60 orquestas en el mundo. También ha sido premiado y valorado por su rol como divulgador de la música clásica.
Su carrera en el país despegó en 2013, cuando dirigió a la Filarmónica tras el incendio del Municipal. Desde entonces, ha mantenido una relación constante con ella, siendo su director invitado principal entre 2019 y 2024.
Con este nuevo nombramiento, Bortolameolli consolida un lazo artístico que comenzó en su infancia. “Aquí (en el teatro) ocurrió algo que cambió mi vida. Hay pocas veces que uno puede identificar el día que cambió algo en tu vida, y ese día fue así”, cuenta a CNN Íntimo.
“Por más que te preparen la experiencia de venir al teatro, es algo que tiene otro tipo de dimensión. Lo que ocurrió fue que en un momento particular de la sinfonía, que es un paso entre una música y otra, y está conectada por una delgada línea sonora que se va construyendo hacia un clímax, yo empecé a sentir una emoción que no había experimentado nunca”, recuerda sobre ese día cuando solo tenía 7 años.
Una pasión desde la infancia
Bortolameolli repasa una y otra vez aquel día en que descubrió su pasión cuando solo tenía 7 años. “Por más que te preparen la experiencia de venir al teatro, es algo que tiene otro tipo de dimensión. Lo que ocurrió fue que en un momento particular de la sinfonía, (…) que está conectada por una delgada línea sonora que se va construyendo hacia un clímax, empecé a sentir una emoción que no había experimentado nunca”.
“Como que se despertó una emoción, me puse a llorar, mi papá me abrazó, yo le dije que no entendía por qué estaba llorando si no estaba triste. Había una señora que estaba al lado de nosotros que nos abrazó a los dos, fue un momento súper emotivo, porque este niño de siete años como que de alguna forma había descubierto algo nuevo, y después de eso fuimos al backstage a conocer al director de orquesta”, agrega.
—¿cuál era la relación que tenías tú con este mundo?
—Toda mi familia cercana, papá, mamá, abuelo, abuela, tía más joven, todos tenían un amor por la música, (…) pero nadie se dedicaba a ella, salvo mi abuelo que tenía más acercamiento a lo académico porque estudió en el conservatorio de niños, pero no se dedicó a la música profesionalmente, pero para mí es muy significativo eso porque de alguna forma habla que antes que cualquier cosa, lo que aprendí a hacer es amar a la música.
—¿Y qué pasó cuando a los 7 años lloraste por la música?
—El director me vio a mí en llanto, yo me puse a llorar de nuevo, mi papá le explicó qué me había pasado y él se emocionó mucho, se arrodilló porque era chiquitito yo, me abrazó y me dijo ‘bueno, por esto hacemos lo que hacemos’, y ese momento me marcó mucho. Cada vez que cuento esta historia, que la he contado muchas veces, como que me vuelvo a conectar con ese sentido de que ese es el momento que cambió mi vida.
—¿Después de ese encuentro, inmediatamente comenzaste a estudiar música, tu papá se asustó?
—Vino después cuando se asustó que iba en serio. Al principio era como que bonito que quiera estudiar música, estimularlo. El piano era el instrumento de ambas casas. De la casa materna y la paterna (…) Entonces, la verdad es que el saltar a estudiar piano o música era algo que a todo el mundo lo tenía sumamente ilusionado, pero después la cosa empezó a tomar una seriedad muy intensa y ahí creo que todos se asustaron un poco.
“Ahí vino la típica de ‘pero dedicarse a la música es difícil’, cosas que viéndolo en perspectiva —ahora que soy adulto, papá y me dediqué a esto— efectivamente es algo que uno se plantea porque ves la competencia, dificultades y sacrificios. Y todos los papás quieren que los hijos tengan la vida, no sé si más simple, pero que no suponga siempre un desafío tan grande, pero estaba tan seguro que era lo que quería hacer”, agrega.
Sin embargo, a pesar de los miedos y resquemores que hubo en un inicio, pronto su familia comenzó a asimilar su vocación al ver lo mucho que esta significaba para él. “Finalmente, todos estos miedos que pudiesen haber tenido mi familia fueron como que prontamente enfrentados debido a esta seguridad de un niño que iba creciendo siempre de la mano de la música, como ‘sí, este es mi camino’”, recuerda con nostalgia.
—Pero tú eras tímido ¿Cómo fuiste desarrollando esa capacidad?
—Fue un proceso bastante poco fácil de explicar porque siento que, aunque la gente no lo cree y la gente que me conoce como que no lo ve, yo me sigo considerando una persona súper tímida, pero lo que pasa es que el proceso de comunicación que he tenido a lo largo de mi vida siempre ha sido porque la música me permite hablar de algo muy claro.
Detalla que cuando era niño tenía “habilidades blandas muy limitadas, no era así como rápido para meter conversación, el hacer amigos automáticamente, no tenía esa cosa así como dicen los norteamericanos, el small talk. Entonces, era una dificultad para mí, pero si tenía que hablar de música me afloraba muy fácil porque era algo que amaba mucho, que realmente despertaba y sigue despertando un entusiasmo muy genuino”.
—¿Cuál es el liderazgo de un director de orquesta?
—Siento que dirigir una orquesta es más parecido a bailar que a mandar en el sentido de que tú tienes que llevar algo, pero ese algo tiene una gravitación personal. La orquesta tiene su sonido, respiración y propio movimiento corporal, tiene una forma de entenderse, es un grupo humano que se conoce muy bien. Entonces, tú bailas con ellos en el sentido de que ofreces algo, pero ellos te están ofreciendo algo al mismo tiempo.
—¿No sirven esos liderazgos verticales?
—No, para mí no, y en una orquesta menos, porque estamos hablando de un grupo humano enorme, de gente sensible, de puros artistas. Todos tienen puntos de vista respecto a la música, todos aman lo que hacen porque les hace mucho sentido también. Entonces uno viene acá a sumar, a conectar esas energías y esas fuerzas, pero eso ocurre solo y exclusivamente, desde tu escucha muy atenta. Obviamente, tienes que traer ideas, un concepto de lo que vas a hacer y un estudio acabado de la partitura, pero el fenómeno de la música ocurre cuando suena.
—Tú te fuiste a Estados Unidos.
—Sí, me fui a Estados Unidos. Después de terminar la carrera de piano y un magíster de dirección en la Universidad de Chile postulé a Estados Unidos, ya que me interesaba mucho estudiar en en ese país por una cosa muy práctica, que tiene que ver con que hay grandes conservatorios que te ofrecen algo que es insustituible en el aprendizaje de la dirección de orquesta, que son lo que yo le digo las horas de vuelo. Es decir, las horas que estás al frente de una orquesta haciéndote de ese instrumento..
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