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Las sesiones virtuales en el Congreso de Argentina han estado marcadas por chascarros y accidentes. El último, lo protagonizó un diputado que apareció en conferencia besando a su pareja semidesnuda.

Con el recinto lleno, el Congreso trasandino supo ser el escenario de peleas, insultos y hasta golpes. Pero desde que comenzó la pandemia que pasaron cosas sin precedentes.

En plena sesión virtual el por entonces legislador Juan Ameri sorprendió a todos. “Desgraciadamente quiero interrumpir el debate de la ley”, dijo el diputado Sergio Massa, quien también es presidente de la Cámara, al detener la sesión.

Alguno no alcanzaban a ver las pantallas donde salen los demás parlamentarios, por lo que no sabían qué ocurría. “Se dio una situación que ya es de público conocimiento de un diputado manteniendo una conducta inapropiada“, respondió Massa.

En su defensa, Ameri señaló que creyó que la conexión continuaba caída y no se percató que ya había vuelto a aparecer en línea.

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“Le pregunté cómo estaba la operación, cómo estaban las prótesis. Me comentó en detalle cómo estaban, se sentó conmigo y en ese momento le di un beso en el seno y sin darme cuenta que la señal había vuelto y se había reactivado la cámara“, explicó Ameri, quien tras conocerse el registro renunció al cargo.

Otros hechos insólitos en las reuniones virtuales del Congreso fue el caso del senador Esteban Bulrich. Durante 10 segundos la imagen del senador permaneció quieta y la sesión era todo silencio a la espera de sus palabras.

Todo, hasta que el verdadero Bullrich apareció, sobreponiéndose al fondo de Zoom de sí mismo que había instalado. Así, mientras habló se vio su doble detrás suyo en todo momento. Más tarde vía Twitter lamentaría la situación.

Apagar o no la cámara también representó un problema para algunos diputados. Por ejemplo, Luciano Laspina se levantó en medio de la sesión, se cambió de ropa y volvió. Inmediatamente notaron que Laspina había cambiado de look. “Por suerte sólo se vio el brazo”, escribiría en Twitter más tarde.

Similar fue el caso de Leopoldo Moró, quien logró mantenerse dormido incluso cuando se gritaban entre parlamentarios durante la sesión.

Y finalmente, el otro gran problema: silenciar su micrófono. Por eso, a más de alguno se le ha escapado algo que no debía decir.

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