Por Matilde Burgos
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Su vida ha estado marcada por sucesos inesperados y contrastes. A los 14 años perdió a su padre, tuvo que trabajar de mozo y vivir con sus tres hermanos en una sola pieza para que su mamá pudiera arrendar el resto de su casa. Para quienes no lo conocen habría sido improbable que décadas después, esta misma persona, se convirtiera en multimillonario.

Es parte del círculo de poder más estrecho del presidente Sebastián Piñera. Sin experiencia política se convirtió en canciller en su primer Gobierno. Luego, después de haber vuelto al mundo privado, fue llamado nuevamente, pero para asumir el Ministerio de Desarrollo Social.

Es padre de cuatro, abuelo de cinco y es uno de los pocos en repetirse el plato en el gabinete de Sebastián Piñera.

En entrevista con Matilde Burgos en CNN Íntimo, Alfredo Moreno habló del Plan Araucanía, de su camino para llegar a ser empresario, recordó a su padre, explicó su pasión por los caballos y se refirió a sus posibles aspiraciones en el mundo político.

—En su primer ministerio como titular de Relaciones Exteriores se subía y se bajaba de los aviones, se rodeaba de líderes mundiales, estaba siempre en lugares de difícil acceso. Hoy como ministro de Desarrollo Social lo hemos visto en La Araucanía, con una bufanda azul, recibiendo todos los días peticiones y viéndole todos los días la cara a la pobreza. ¿Cómo ha sido en materia personal asumir un ministerio que tiene tantas demandas?

—Ha sido muy satisfactorio en realidad, porque a mí me gusta hacer cosas que tienen sentido, que de verdad uno siente que está haciendo algo que valga la pena. De verdad ver las carencias que tiene mucha gente. He tratado de estar vinculado con esas grandes causas de las personas que no pueden salir adelante por sí solos.

—¿Cuán desgastador o cuán frustrante puede ser verle todos los días la cara a la pobreza cuando los recursos son limitados?

—Al contrario, yo veo en Chile un gran interés de la gente por colaborar, por solidarizar, por darle la mano. A veces la gente no lo hace porque no conoce, pero cuando uno le muestra hay mucha gente que quiere colaborar.

—Llegar al Ministerio de Desarrollo Social para muchos fue una provocación, que el líder de los empresarios se convirtiera en el sucesor de un líder comunista y cercano a la pobreza. ¿Qué fue lo que quiso el presidente Piñera cuando usted aceptó este ministerio?

—Le voy a contar una cosa que no he dicho públicamente, pero cuando el presidente me pidió que hiciera esto yo le dije “mira, lo encuentro extraordinario, un desafío fantástico, pero yo hasta ahora soy el presidente de los empresarios y probablemente algunas personas van a encontrar que eso va ser un flanco, que van a atacar al Gobierno. Me dijo “tú eres la persona para esto”. Bien, esperé más o menos una media hora y lo volví a llamar, le dije “¿lo pensó bien?, me dijo “¿tú tienes algún problema? No tengo ningún problema. Yo feliz de hacerlo, pero tiene este costo”. El presidente tenía toda la razón, la reacción fue muy positiva.

—Otras de las lecturas políticas es que el presidente Piñera no quería que la derecha social fuera propiedad de Manuel José Ossandón, sino que también fuera parte del Gobierno. ¿Es correcta esta lectura política?

—Yo no le pondría nombres. Yo creo que lo que el presidente ha dicho es que él quiere un sello social, porque ha habido siempre este mito en Chile de que la preocupación por lo social pertenece a la izquierda, que son los únicos que comprenden a la gente más pobre, que la derecha es la que representa a la gente con más recursos, cosas que han sido, en mi opinión, falsas siempre. Debo reconocer que es una creencia que se ha generalizado. Si uno no muestra la verdad respecto a este tema, es muy difícil que la centroderecha a mediano plazo tenga éxito, si hay otros que defienden a los que tienen más.

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Un mundo que no conocemos

—Yo lo he escuchado defender al mundo mapuche, cuando es difícil con los ojos cerrados ponerse a escuchar a un empresario defender a un mundo que siempre ha estado contrastado con el empresariado por el tema de las quemas, de la propiedad de las tierras. Usted, incluso, pensó en irse a vivir a La Araucanía para poder desarrollar mejor este plan. ¿Cómo ha sido trabajar para usted en La Araucanía? Presentar este plan en un sector donde sistemáticamente todos los gobiernos han fracasado.

—Cuando el Presidente me pidió que hiciera esto, efectivamente fui a hablar con él porque pensaba que la manera de resolver esto era ir e instalarse allá, al menos por un tiempo. Después de ver la situación, le dije que lo que había que hacer era una cosa: ir a sentarse en un banco a una plaza y tener un espacio al lado para que se sentara el que quisiera por varias razones. Es un mundo distinto que en general no conocemos (…) me di cuenta de que es una sociedad llena de dolores de todo tipo y que uno no conoce. Hay una cosa horizontal, no hay nadie que los represente. En la región, además, hay un 70% de otras personas que no son mapuches, que también lo pasan mal. Al final no fue posible hacerlo de esa manera -instalarse en la región-, lo reemplacé por el sucedáneo más cercano que fue ir muchas veces a hablar con mucha gente.

—Muchos dicen que este Plan Araucanía no tiene grandes novedades, que se ha venido recogiendo en muchos gobiernos, pero lo que sería una novedad es que efectivamente este plan funcionara.

—Bueno, efectivamente ha habido muchos intentos y a mí no me sorprende que tenga ingredientes de uno anterior porque por eso se llama plan nacional. Esto es una solución que tenemos que lograr entre todos, distintas fuerzas políticas y todos los que están en la región.

—Le quiero citar un tuit de José Antonio Kast que dice, a propósito del plan que crea un Ministerio para Pueblos Indígenas, “otro ministerio más y cuotas parlamentarias. Seguimos gobernando con ideas de la izquierda que han fracasado en todo el mundo. Para avanzar en La Araucanía hay que partir por erradicar totalmente la violencia”. Usted no partió por ahí.  

—No, no, al contrario. La violencia se elimina de varias maneras, la pregunta que hay que hacerse es por qué hay violencia ahí. Yo leí el tuit, tuve ganas de llamarlo para invitarlo a que asista a La Araucanía. Es fácil hablar desde lejos, esto tiene que ver con conocer la situación de la pobreza, la realidad. La única manera de entender es sentarse con la gente.

—Pero esto es una bandera política…

—Pero La Araucanía no da para banderas políticas. En La Araucanía hay demasiados dolores, demasiado problemas para darse gustos políticos, aquí no estamos para darnos gustos políticos, estamos para resolver los problemas. Si fuese por darnos gustos políticos el presidente hubiera hecho, como en otros momentos, hacer estas soluciones cuando estuviera terminando el gobierno, cuando nadie pudiera decir si lo solucionó o no. Lo que estamos haciendo es todo lo contrario. No hay otra manera para resolver el problema en La Araucanía y darse un gusto, digamos, electoral o hacer frases rimbombantes no lo van a resolver.

—¿Usted no rechaza reunirse con sectores que han validado la violencia como la CAM?

—Con esto he sido bien repetitivo, pero lo reitero. Yo no rechazo reunirme con nadie, al contrario, mientras más gente tuviéramos en la mesa mejor, esa es la manera. Pero sí rechazo una cosa: rechazo la violencia. Rechazo a las personas que creen que van a resolver los problemas pasando por arriba de otros, eso es todo lo contrario de lo que es el diálogo.

“No me siento tan empresario”

—Tiene un patrimonio bastante grande, que están en fideicomiso ciego, pero a los 14 años su vida era bien distinta. En esa época murió su papá, se fueron a vivir todos a una pieza, trabajó como garzón. ¿Eso se convirtió en un impulso?

—Bueno, quién sabe. Yo pienso que sí. El hecho de tener la necesidad de trabajar, de pagar la universidad, todos mis gastos los tenía que hacer yo, había muchas necesidades en mi casa. Naturalmente todo eso ayuda a tener una disciplina. Creo que también ayudo a conocer que la vida tiene muchas facetas, nada es permanente o imposible de obtener.

—Usted sale del colegio en 1973, entra a la Católica a estudiar Ingeniería, le va súper bien, se gana una beca para estudiar a Chicago. ¿Es ahí donde cambia el paradigma?

—¿Qué quiere decir cambiar el paradigma?

—El tema más social a la parte más económica, ¿o no se contrapone?

—No veo contraposición alguna. Estudié Ingeniería, pero la verdad es que quería estudiar todo (…) Lo que yo estudié en la universidad de Estados Unidos o lo que estudié acá era siempre pensando en cuáles son las mejores medidas que se puedan tomar para que la gente esté mejor.

—En esa etapa usted desarrolló el espíritu más empresarial. Dirigiendo la revista Ercilla, ¿fue el de la idea de regalar unos libros?

—No fui el de la idea, había un equipo y esto se había iniciado en la administración anterior, pero fue una cosa que hizo una revolución muy importante…

—¿Y eso fue lo que lo hizo ganar, como dice la canción, su primer millón?

—Claro. Nosotros después con el tiempo llevamos esta idea a otros países, lo hicimos en Estados Unidos, Argentina, Brasil, México, entre otros países.

—En el plano personal, ¿cuáles son las capacidades o virtudes que se reconoce?

—A diferencia de lo que uno puede pensar, no me siento tan empresario. He tenido la suerte de saber trabajar en equipo y juntar el talento de muchas personas.

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Caballos y candidaturas

—¿Usted no va a estar en ninguna primaria?

—No, jajaja. No voy a estar en ninguna primaria… me voy a dedicar a los caballos…

—¿Me lo puede asegurar? La política es súper dinámica…

—Por eso, se lo puedo asegurar…

—¿Nunca ha tenido aspiraciones presidenciales?

—No…

—No conozco a ningún político que no quiera ser presidente…

—Es que ese es el punto. Me ha tocado trabajar con el presidente Piñera 4 años como canciller, ahora como ministro, y me toca ver muy de cerca la tarea de qué significa ser presidente. Tiene una parte extraordinaria, naturalmente, es una persona que puede hacer un montón de cosas, que le toca un trabajo muy arduo, pero es un trabajo demandante. Llegar ahí significa pasar a ser candidato, estar en la política, gente que ha dedicado su vida a eso.

—Entonces usted descarta aquí en CNN Íntimo que vaya a presentarse o que quiere ser candidato…

—Sí, absolutamente.

—¿Se declara feminista?

—Si por eso entendemos que haya igualdad de derechos, que se elimine la discriminación que ha habido respecto de las mujeres, que reconozcamos que tenemos ahí uno de los principales talentos que tiene el país y lo estamos mal usando, al no tener una participación en todos los campos de las mujeres… ni duda, ni duda…

—Feminista entonces…

—Absolutamente. Además de eso la gente pone mucho énfasis en el tema laboral. Yo creo que además las mujeres están aportando, y van a seguir aportando, una manera distinta de hacer las cosas. Si uno piensa que lo que necesitamos hoy día es más cercanía, mejor trato, menos mirar para abajo, más trabajo en grupo, más corazón y menos cerebro, menos frialdad… yo pienso que las mujeres van a hacer también un aporte en el cómo, no solamente en el qué.

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