Silencio en el Mar: La tragedia del naufragio de “Bruma” que desgarró a la Región del Biobío

Por Juan Andrés Galaz Pinto

17.04.2025 / 16:10

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Por las costas de Coronel, una tragedia se desplegó en la oscuridad de la madrugada. Siete hombres salieron al mar y no regresaron. Lo que parecía un accidente de faena se transformó en una investigación penal que involucra a una de las mayores pesqueras del país.


El reloj marcaba las 02:00 horas del 30 de marzo, cuando se perdió todo contacto con la lancha “Bruma”, embarcación dedicada a la pesca artesanal que navegaba frente a las costas de Coronel, en la Región del Biobío.

A bordo, siete pescadores realizaban labores rutinarias, ajenos al hecho de que aquella sería su última jornada en altamar. Lo que ocurrió después ha estremecido a toda la comunidad costera del sur de Chile y ha encendido las alarmas sobre la convivencia —no siempre pacífica— entre la pesca artesanal y la industrial.

Horas después, la embarcación fue encontrada semihundida y sin señales de su tripulación.

No había botes de emergencia activados ni indicios de rescate. La imagen de la “Bruma”, quebrada y a la deriva, fue solo el inicio de un complejo entramado de sospechas, denuncias y dolor que, a más de dos semanas del hecho, sigue dejando interrogantes sin respuesta.

El día que el mar guardó silencio

José Luis Medel González, Juan Jorge Muñoz Balladares, José Fernando Carrasco González, Julio Eduardo Gallardo Díaz, Carlos Hugo Escárate Ramírez, Jonathan Daniel Torres Saldaña y el patrón de la lancha, José Luis Medel Sepúlveda, conformaban la tripulación de la “Bruma”. Todos ellos, trabajadores del mar con años de experiencia. Sus nombres hoy resuenan en coroneles, caletas y sindicatos como símbolos de una tragedia que pudo haberse evitado.

La madrugada de aquel sábado, sus familias esperaban como tantas otras veces que regresaran con la faena cumplida. Pero no fue así.

La ausencia prolongada encendió la alerta. Y las horas siguientes fueron una mezcla de angustia, confusión y una sensación creciente de que algo no calzaba.

¿Colisión encubierta?

Las primeras hipótesis apuntaron rápidamente a un choque con una embarcación mayor.

La sospecha tomó fuerza el 1 de abril, cuando se identificó al buque industrial “Cobra”, de la empresa Blumar S.A., como posible involucrado. La nave fue llevada al puerto de San Vicente para peritajes. El hallazgo fue categórico: el casco y la hélice del “Cobra” presentaban restos compatibles con una colisión.

Pese a ello, desde la empresa negaron haber percibido el impacto.

“La tripulación no sintió nada”, declaró Gerardo Balbontín, gerente general de Blumar.

Pero la versión oficial fue rápidamente puesta en duda. La fiscal regional del Biobío, Marcela Cartagena, confirmó que algunos de los marinos del “Cobra” fueron puestos en calidad de imputados.

Y no solo eso: el caso pasó a ser investigado no como un accidente, sino como un eventual homicidio.

El abogado de las familias, Rafael Poblete, fue categórico: “Esto no fue una colisión. Fue un atropello. Pasaron por encima de una embarcación menor sin tomar ninguna precaución”.

Para Poblete, las pruebas son contundentes y no descarta una conducta negligente grave por parte del capitán del buque industrial.

Un testigo desaparece

El 5 de abril, un nuevo episodio aumentó la tensión. Juan Roberto Sanhueza Ánriquez, tripulante del “Cobra” que debía declarar ante la PDI, desapareció misteriosamente.

Había salido rumbo a una sesión psicológica gestionada por la propia empresa, pero nunca llegó a la cita ni regresó. La denuncia por presunta desgracia no tardó en presentarse, sumando un elemento más de incertidumbre al caso.

Hallazgos en el mar y una búsqueda que se apaga

Entre el 3 y el 7 de abril, las labores de rastreo arrojaron descubrimientos claves. Aparecieron objetos personales de los pescadores, ropa, una carpa, una zapatilla y, más impactante aún, la lancha de emergencia completamente cerrada y sin utilizar. Finalmente, se encontró la proa de la “Bruma”, severamente dañada. La quilla estaba doblada, lo que evidenciaría la fuerza del impacto recibido.

La Armada de Chile, tras 14 días de búsqueda ininterrumpida, anunció que cesaría sus labores el 13 de abril.

A pesar del despliegue de sondajes multihaz y vehículos operados remotamente (ROV), no se logró dar con los cuerpos de los siete pescadores.

“La tragedia de la Bruma podría haberse prevenido, y la inacción de las autoridades solo intensifica el dolor que atraviesan las familias”, señaló Hernán Cortés, presidente de la Condepp y portavoz de la familia de las víctimas.

Voces desde el dolor

Luis Adue, presidente regional de Prodelmar, fue tajante en entrevista con CNN Chile Radio.

“Esto fue una tragedia anunciada. Hace años vienen ocurriendo accidentes en el mar que nadie visibiliza. Esta vez se supo porque fue en Coronel, pero en otras regiones también hemos tenido siniestros similares”.

Acusó además un manto de encubrimiento: “Algo está escondiendo la industria. Se siguen cometiendo injusticias, y el hecho de que desaparezca un testigo clave no puede ser una coincidencia”.

Los tripulantes del “Cobra” rompieron su silencio a través de una carta pública, en la que expresaron su profundo dolor por lo ocurrido.

“Estamos atravesando un periodo de mucha incertidumbre y angustia”, afirmaron. Aunque rechazaron toda responsabilidad directa, manifestaron sentirse estigmatizados: “Algunos de nosotros no podemos salir a la calle. Nos acusan de ser los culpables”.

Estas declaraciones han sido fuertemente criticadas por las familias de los pescadores fallecidos, quienes sostienen que los tripulantes del “Cobra” están mintiendo y no buscan la verdad detrás de la tragedia.

“Como familia, hacemos un llamado a todos los tripulantes del ‘Cobra’ para que digan la verdad. Podrían haber sido ustedes los que ahora estuvieran en el agua… les suplicamos que se acerquen y hablen“, expresaron los familiares en una carta, palabras cargadas de dolor y sufrimiento.

Una tragedia que interpela al país

La desaparición de la lancha “Bruma” no solo desnuda un posible caso de negligencia marítima. Pone en evidencia la frágil relación entre la pesca artesanal y la gran industria, los vacíos en fiscalización y la falta de condiciones seguras para quienes viven del mar.

Aún no hay cuerpos. Aún no hay justicia. Pero sí hay una comunidad unida en el dolor, que no olvida ni descansará hasta que se esclarezcan los hechos.

En las costas del Biobío, el nombre de la “Bruma” no se borrará fácilmente. Porque detrás de esa palabra están los rostros de siete hombres, de siete familias y de un país que aún debe muchas respuestas a su mar.