AGENCIA UNO

La excoordinadora sociocultural de La Moneda, Irina Karamanos, reapareció ante el escrutinio público para hablar de lo que fue su rol, sus convicciones políticas y a lo que tuvo que enfrentar en su cargo.

En conversación con Revista Vein, la cientista política y antropóloga reflexionó sobre su decisión de asumir como primera dama para transformar la institución.

Mi primera aparición pública es como pareja de un presidente. Que eso sea la definición de quién eres socialmente, es tremendamente interesante, desafiante y difícil, también. Se construye una imagen de pareja presidencial en el poder, muy tradicional. Es como la versión profesional de ser pareja. La primera dama, además de muchas otras cosas, está a cargo de profesionalizar su relación y eso es bien cuestionable”, dijo.

En ese sentido, reveló que dejó muchas cosas de lado por este cargo. “Me concentré 200% en mi nuevo compromiso político, que sabía que era por un tiempo acotado. Dejé de lado el tiempo libre, por supuesto, mi carrera profesional, cualquier tipo de pasatiempo. Usé todas las herramientas que tenía para adaptarlas a la nueva misión. Por ejemplo, no pasó un día en que no volviera a mi casa -siempre tarde- a leer teoría de género. Lo único que traté de no dejar de lado era mi personalidad, mi criterio y mi relación afectiva con el presidente, porque a muchas personas de mi entorno las dejé de ver por un año”, sinceró.

Asimismo, contó por qué tomó la decisión de asumir el cargo cuando en una primera instancia afirmó que no lo haría. “Es irónico porque el lugar de primera dama es muy visible, pero lo que había dentro era poco visible. Yo me convencí de aceptar el rol de primera dama cuando repetidas veces algunos abogados con los que me reuní antes de tomar la decisión, me mencionaron como una característica positiva que ese espacio era una oportunidad porque tenía muchas zonas grises. Esa frase me terminó convenciendo de ingresar, investigar y reducir todos los espacios de arbitrariedad que encontrara para alivianar un lugar tan alto en la política de nuestro país”, indicó.

“Me lo tomé con mucha responsabilidad, entonces yo estaba muy atenta, tensa e incómoda con tener poder. Tengo una convicción democrática muy fuerte, entonces yo misma consideraba que era ilegítimo estar allí por más tiempo de lo estrictamente necesario. Me iba dando cuenta de lo mucho que se puede hacer con esa posición jerárquica y a la vez decidía no usarla; solamente usé el poder para ir desarmándolo”, subrayó.

“Cualquier persona que le dan poder y quiera hacer el bien, el lugar de primera dama es perfecto porque se pueden efectivamente hacer muchas cosas buenas: es una privilegiada oportunidad y suena muy atractivo poder presentar buenos proyectos que tengan un impacto en mucha gente, pero ese no es el tema, el tema es ¿por qué esa persona? Y la respuesta es simple y llanamente porque es pareja del presidente“, añadió.

“Ser pareja de alguien no es haber sido electa, y si no fui electa para gobernar no voy a gobernar”

En esa línea, dijo que ser la pareja del presidente “es el pecado original del cargo si uno se pone lentes del siglo XXI, porque hoy en día tenemos ministerios que hacen las políticas sociales, de género y sobre los temas que tradicionalmente se asocian a las primeras damas. Pero sobre todo porque hoy podemos votar por líderes mujeres, en cambio, una primera dama no es una figura electa. Ser pareja de alguien no es haber sido electa, y si no fui electa para gobernar no voy a gobernar“.

“Mi convicción en esto tuvo que ver con valores democráticos, no con caprichos. Algunas personas pueden pensar que salir de la figura de primera dama es un rechazo personal a un privilegio dado, yo creo que es un decidido rechazo político a un poder que no pertenece”, comentó.

Finalmente, dijo que entró para salir y que “no estaba tratando de construir mi personaje para adelante y creo que eso es poco entendible“.

“Incluso para los medios: Yo estoy dentro de la categoría de personaje de la política, sin embargo, la prensa recién al final pudo hacer algo con el trabajo que yo había hecho. Porque antes de eso, esperaba de mí más protagonismo, exposición, comunicación y yo no di eso, no armé la narrativa. Es una estela un poco de rareza, de incomprensible”, zanjó.

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