Por Javier Macaya

Este jueves conmemoramos un nuevo aniversario de la muerte de Jaime Guzmán, el fundador de la UDI y uno de los mejores políticos que ha tenido Chile a lo largo de su historia. Durante su vida, Guzmán se desempeñó como presidente de la UDI, profesor universitario y senador, y tanto en las aulas como en el Congreso difundió las ideas que él defendía con convicción. En esta última faceta, expresaba con orgullo que “la finalidad de los partidos políticos no debe ser alcanzar el poder, sino servir al país”. Y esa frase resonó con más fuerza que nunca esta semana, cuando la política nos exigió a sus actuales representantes la mayor humildad y valentía para tomar una decisión de profundo servicio a Chile, una decisión que iba a mostrar la verdadera identidad que existe detrás de cada uno de nosotros que con libertad asumimos la responsabilidad que los chilenos depositaron en nuestros hombros.

El domingo pasado, el presidente Sebastián Piñera presentó un proyecto para postergar las elecciones municipales, de gobernadores y de convencionales constituyentes, arguyendo la crítica situación de contagios en la que se encuentra el país a causa de la pandemia del coronavirus. Dicho proyecto fue un verdadero terremoto político, considerando que restaban menos de dos semanas para el término de la campaña y que gran parte de los recursos ya se habían desplegado. Desde ese día y todos los que siguieron, la democracia nos llevó al límite y nos exigió estar a la altura de la circunstancia, dejando de lado cualquier cálculo político mezquino y poniendo como prioridad número uno la salud de las personas y el bienestar de las familias.

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Desde la UDI lo tuvimos claro desde el primer momento: la vida de las personas está por sobre cualquier cálculo político. Jamás miramos qué nos convenía y qué no, puesto que en las raíces más profundas de nuestra historia está la búsqueda constante del bien común, sin importar los costos personales que ellos signifiquen. Sin embargo, sabíamos que la propuesta iba a tener detractores, puesto que, recordando la cita inicial de Guzmán, no son pocos aquellos que ven en la política una actividad para buscar inescrupulosamente el poder en todas sus formas, sin importarle nada más que el propio ombligo cubierto de guirnaldas y cargos. Y esa búsqueda no tardó en aparecer cuando miembros de la clase política comenzaron a ponerle condiciones al proyecto, vestidas de preocupación social, pero totalmente inspiradas en cálculos políticos y conveniencia partidista. La democracia y la salud nuevamente se ponían en riesgo.

Ante esta situación, y aún cuando sabíamos el enorme costo que significaba para nuestro partido y nuestros candidatos, decidimos ponernos a disposición del país para tomar la mejor decisión para los chilenos y la democracia. Pero no quisimos quedarnos ahí. El martes a primera hora nos juntamos con el ministro del interior Rodrigo Delgado y con el ministro secretario general de gobierno Jaime Bellolio para presentarle una propuesta de elecciones seguras y reglas claras. Dicha propuesta tenía como objetivo principal resguardar la salud de las personas, pero también resguardar la salud de la democracia, considerando las innumerables repercusiones que suponía modificar la fecha de las elecciones. Además, proponía fortalecer el apoyo social agregando algunas modificaciones al ingreso familiar de emergencia y al bono clase media.

Felizmente, varias de nuestras propuestas fueron acogidas, pero lamentablemente otras fueron desestimadas en las instancias de discusión en el Congreso, puesto que algunos políticos condicionaron su apoyo en beneficio de aquellas cosas que les reportaban un beneficio. Triste para los chilenos y también para la democracia, que una vez más tuvo que contemplar la bajeza de algunos sectores que solo persiguen sus propios intereses, olvidando constantemente que su mandato de servicio es favor de los chilenos.

Pero más allá de lo que otras personas o colectivos hicieron, me gustaría destacar la valentía, el coraje y la capacidad de diálogo que tuvieron nuestros representantes, diputados y senadores, para lograr acuerdos y votar un proyecto que tuviera como prioridad la salud de las personas y la salud de la democracia. En la misma línea, me gustaría aprovechar este espacio para agradecer a nuestros candidatos, porque si bien ellos son los más perjudicados con esta atípica decisión, han sabido enfrentar el cambio con hidalguía y creatividad, buscando desde ya las mejores formas para lograr su objetivo eleccionario, y seguir transmitiendo las ideas en las que creemos.

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Jaime Guzmán decía que “a la vida pública se va a servir y no a buscar honores ni beneficios”. Y vaya que esta semana esa frase cobró un sentido vital. Además, me enorgullece encabezar el partido que promueve las ideas que les hacen bien a los chilenos y que siguen tan vigentes. Porque desde la UDI siempre hemos visto la política como un espacio noble de servicio, en donde entregamos parte de nuestra vida para el bienestar de los chilenos. Y es cierto que hay personas que creen que solo buscamos beneficios y honores propios, pero eso no es real, y esta semana quedó demostrado. Esta semana enorgullecimos el legado de nuestro fundador y pusimos el servicio a Chile por sobre todas las cosas, y gracias a eso estamos seguros de que el 15 y 16 de mayo tendremos unas elecciones seguras y transparentes, y que muchas personas podrán cuidarse de la pandemia.

La pandemia del coronavirus y el resguardo de la democracia nos exigió lo mejor a los políticos y de paso nos permitió recordar el imperecedero legado de Jaime Guzmán, quien a 30 años de su muerte nos sigue enseñando la forma de enfrentar la vida pública. Y en honor a él y a todos aquellos que creemos en sus ideas, finalizo esta columna citando a nuestro fundador: “Me interesa servir, servir al país, servir a un conjunto de principios, de ideales, de valores en los cuales creo muy profundamente”.

Que ese servicio de principios nos siga guiando en las nuevas batallas que nos deparará el futuro y que siga liderando los cambios de Chile por muchos años más.

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