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(CNN) – El presidente de EE.UU., Donald Trump, admitió que sabía semanas antes de la primera muerte confirmada por coronavirus en el país que el virus era peligroso, que se transmitía por el aire, que era altamente contagioso, que era “más mortal que incluso una gripe muy fuerte” y que repetidamente lo minimizó públicamente, según afirma el periodista Bob Woodward en su nuevo libro Rage.

“Esto es algo mortal”, dijo Trump a Woodward el 7 de febrero.

En una serie de entrevistas con Woodward, Trump dio a entender que conocía al detalle la amenaza del virus antes de lo pensado. “Es bastante sorprendente”, le dijo Trump a Woodward, y agregó que el coronavirus era quizás cinco veces “más mortal” que la gripe.

Las declaraciones de Trump contrastan con sus frecuentes comentarios públicos en ese momento, cuando insistía en que el virus “iba a desaparecer” y que “todo saldría bien”.

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El libro, que incluye el testimonio de Trump, muestra a un presidente que ha traicionado la confianza pública y las responsabilidades más fundamentales de su cargo. En Rage, Trump afirma que el trabajo de un presidente es “mantener nuestro país seguro”. Pero a comienzos de febrero, le dijo a Woodward que sabía cuán mortal era el virus y, en marzo, admitió que mantuvo ese conocimiento oculto al público.

“Siempre quise restarle importancia”, dijo Trump a Woodward el 19 de marzo, a pesar de que días antes había declarado la emergencia nacional por el virus.

“Todavía me gusta minimizarlo, porque no quiero crear pánico”, dijo entonces.

Los expertos creen que miles de vidas estadounidenses podrían haberse salvado si Trump hubiera actuado de manera decisiva a principios de febrero, ordenando un cierre estricto, con un mensaje que insistiera en el uso de mascarillas, en mantener el distanciamiento físico y lavarse las manos.

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Las sorprendentes revelaciones de Rage, que CNN obtuvo antes de su lanzamiento el 15 de septiembre, están contenidas en 18 amplias entrevistas que Trump concedió a Woodward entre el 5 de diciembre de 2019 y el 21 de julio de 2020. Las conversaciones fueron grabadas por Woodward con el permiso de Trump y CNN ha obtenido copias de algunas de las cintas de audio.

Rage también incluye brutales evaluaciones de la presidencia de Trump por parte de muchos de sus ex altos funcionarios de seguridad nacional, entre los que destacan el ex secretario de Defensa, James Mattis, el ex director de Inteligencia Nacional, Dan Coats, y el ex secretario de Estado, Rex Tillerson.

Mattis es citado diciendo que Trump es “peligroso” e “inadecuado” para ser comandante en jefe. Woodward escribe que Coats “continuó albergando la creencia secreta -una que había crecido en lugar de disminuir, aunque sin el respaldo de pruebas de inteligencia- de que Putin tenía algo sobre Trump”. Woodward continúa escribiendo lo que Coats sintió: “¿De qué otra manera se puede explicar el comportamiento del presidente? Coats no veía otra explicación”.

El libro también contiene duras evaluaciones del liderazgo del presidente por parte de funcionarios actuales en la gestión de la crisis ocasionada por el nuevo coronavirus.

El doctor Anthony Fauci, el principal experto en enfermedades infecciosas del Gobierno, es citado en el texto diciéndole a otros que el liderazgo de Trump “no tiene rumbo” y que su capacidad de atención “es como un número negativo”.

“Su único propósito es ser reelegido”, le dijo Fauci a un colaborador, según Woodward.

“El virus no tiene nada que ver conmigo”

Woodward revela nuevos detalles sobre las primeras advertencias que recibió Trump y que a menudo ignoró.

El 28 de enero, en un informe de inteligencia de alta confidencialidad, el asesor de Seguridad Nacional Robert O’Brien formuló una advertencia “estremecedora”. Le dijo al presidente Trump que sería la “mayor amenaza a la seguridad nacional” de su presidencia. La cabeza de Trump “se alzó”, escribe Woodward.

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El asesor adjunto de O’Brien, Matt Pottinger, estuvo de acuerdo y le dijo al presidente que podría ser tan grave como la pandemia de influenza de 1918, que mató a aproximadamente 50 millones de personas en todo el mundo, incluidos 675.000 estadounidenses. Pottinger advirtió que se estaba produciendo una propagación asintomática en China: le habían dicho que el 50% de los infectados no mostraba síntomas.

En ese momento, se había informado menos de una docena de casos de coronavirus en EE.UU.

Tres días después, Trump anunció restricciones a los viajes desde China, una medida sugerida por su equipo de seguridad nacional, a pesar de las afirmaciones posteriores del presidente de que solo él había respaldado esa directriz.

Sin embargo, Trump continuó minimizando públicamente el peligro del virus. Febrero fue un mes perdido. Woodward ve esto como una oportunidad determinante perdida para que Trump reinicie “el reloj del liderazgo” después de que le dijeron que se trataba de una “emergencia de salud única en la vida”.

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“Los presidentes son el Poder Ejecutivo. Había el deber de advertir. Escuchar, planificar y cuidar”, escribe Woodward. Pero en los días posteriores a la sesión informativa del 28 de enero, Trump minimizó la amenaza en sus apariciones y, según escribe Woodward, “para asegurarle al público que enfrentaban un riesgo menor”.

Durante una entrevista previa al Super Bowl en Fox News el 2 de febrero, Trump dijo: “Prácticamente lo bloqueamos cuando venía de China”. Dos días después, durante su discurso del Estado de la Unión, Trump solo hizo una referencia pasajera al virus y prometió: “Mi gobierno tomará todas las medidas necesarias para proteger a nuestros ciudadanos de esta amenaza”.

Cuando Woodward le preguntó en mayo si recordaba la advertencia de O’Brien del 28 de enero, que entonces dijo que el virus sería la mayor amenaza a la seguridad nacional de su presidencia, Trump fue ambiguo. “No, no me acuerdo”. “Estoy seguro de que si lo dijo… estoy seguro de que lo dijo. Es un buen tipo”, añadió.

El libro destaca cómo el presidente se atribuyó todo el mérito y ninguna responsabilidad por sus acciones relacionadas con la pandemia, que ha infectado a más de 6 millones 300 mil estadounidenses y matado a más de 190.000 en el país.

“El virus no tiene nada que ver conmigo”, dijo Trump a Woodward en su entrevista final en julio. “No es mi culpa… China dejó salir el maldito virus”, agregó.

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