A días de haber iniciado las conversaciones en la COP26, los ambiciosos planes verdes que llevó Brasil a la mesa son ampliamente cuestionados debido al pésimo historial que posee el país en temas de acción climática.

Este negativo historial es producto de desmantelar la legislación federal y las agencias destinadas a combatir la deforestación, promover una mayor extracción minera y petrolera en territorios indígenas y tierras protegidas, además de encontrarse haciendo lobby contra las acciones climáticas.

Es por ello que la participación de la activista indígena Txai Suruí, que fue en representación a los pueblos indígenas brasileños, fue altamente escuchada.

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“Me llamo Txai Suruí y solo tengo 24 años, pero mi pueblo vive en la Amazonía desde hace casi 6.000 años. Mi padre, el gran jefe Almir Suruí, me enseñó que debemos escuchar a las estrellas, a la luna, a los animales y a los árboles. Hoy, el clima se está calentando, los animales están desapareciendo, los ríos están muriendo y nuestras plantas ya no florecen como antes. La Tierra está hablando y ella nos dice que no tenemos más tiempo“, fue parte de su discurso.

En la instancia, emplazó a los líderes mundiales y los acusó de “cerrar los ojos ante la realidad”. Habló sobre el asesinato de Ari Uru-eu-wau-wau -en 2020-, un fiel defensor de la selva amazónica y amigo de infancia.

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Los pueblos indígenas están en primera línea de la emergencia climática y necesitamos estar en el centro de las decisiones que se toman aquí”, indicó.

El único representante del gobierno de Bolsonaro en la COP16 es Joaquim Leite, ministro de Medio Ambiente, quien señaló que la meta climática del país es reducir en un 50% las emisiones de gases de efecto invernadero y ser carbono neutral para 2050.

Los pueblos indígenas enviaron 40 representantes a Glasgow.

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