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(EFE) – Miles de marroquíes procedentes de diferentes regiones, subsaharianos y hasta ciudadanos de países árabes como Yemen están dirigiéndose por segundo día consecutivo desde la ciudad norteña marroquí de Castillejos hacia la ciudad española de Ceuta en una caravana imparable, en una situación inédita nunca vista en la historia de la ciudad.

La policía marroquí mantiene las barreras fronterizas, pero mira para otro lado cuando los cientos de candidatos a la migración los rodean y buscan un hueco para pasar.

Mujeres y hombres de edades avanzadas, mujeres con familias enteras, pero principalmente jóvenes y menores de edad no acompañados forman estas hileras interminables, unidos todos con la misma obsesión: poder atravesar hacia la ciudad que a su entrada proclama en un cartel “Ceuta, municipio de Europa”.

Siguiendo el ejemplo de ayer (cuando entraron 5.000 personas irregularmente en la ciudad autónoma), multitud de personas invadieron desde esta mañana las barreras formadas por las autoridades marroquíes impertérritas mientras la muchedumbre se dirige hacia el espigón que separa entre las dos ciudades.

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Los migrantes emprendieron la carretera principal hacia el punto fronterizo de Tarajal pero no consiguieron llegar hacia la aduana; optaron entonces por perforar huecos en la valla metálica del primer espigón que da a la costa y por allí se dirigieron hacia el último espigón que separa Castillejos de Ceuta.

Una madre abrazada a su bebé se deslizó por debajo del espigón mientras otros jóvenes le sostenían la parte cortante de la valla. Los hay que arrastran sus maletas mientras van corriendo por las arenas, muchos van con bolsas de plástico con ropa de recambio y un bocadillo, zumo y agua.

Una vez llegados al último espigón que separa Ceuta de Marruecos, en la tierra de nadie, allí se amontonaron durante toda la mañana miles de personas en la tierra de nadie. Comenzó entonces el juego del gato y el ratón entre los migrantes que intentaban forzar la valla o pasar a nado hacia Ceuta, y la guardia civil española que usaba aerosoles contra los que se acercaban a la valla.

También dispararon esporádicamente gases lacrimógenos para disuadir todo acercamiento a la valla. Los más osados regresaban con los ojos hinchados y enrojecidos, otros con heridas en el pie y las manos por el impacto de las granadas de gas. Algunos respondieron a los gases lanzando piedras contra los agentes españoles.

Sabor a aventura

En todo caso, el ambiente no era tenso ni parecido al de otras crisis migratorias en el este de Europa o en Canarias, lo que se respiraba en el aire tenía el sabor de una aventura más que de una tragedia.

“Pero hijo ¿por qué te vienes aquí? Los españoles están pegando y disparando con gas lacrimógeno a todos los que entran”, dice Malika por teléfono a su hijo de 17 años, que junto a tres amigos tomaron hoy un taxi en Tánger camino de Castillejos.

Malika, madre de dos hijos, es vecina de Tánger y contó que decidió venir a la “diwana” (refiriéndose a la frontera de Ceuta) muy pronto esta mañana con una amiga para ver cómo esta la situación y velar por su hijo.

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“Mi amiga -continúa- viene porque está decidida a atravesar hacia Ceuta, está en paro y cree que hay oportunidades en España, pero yo he venido para ver si era fácil entrar pues darme una vuelta en Ceuta y visitar a unos amigos allí”, añadió Malika que dijo que se quedará en la ciudad esperando a su hijo, que no piensa abandonar sus intentos de atravesar la frontera.

Fatima, de 30 años, dice haber sido engañada: “Ayer corrió la información de que “diwana” está abierta y me vine para ver buscar oportunidades, pero no hay nada, en Ceuta he visto a miles de niños que pasaron la noche en la calle, mi tía (en Ceuta) intentó dar mantas a los que estaban por debajo de su casa”, lamenta.

“Nos engañaron, hay problemas políticos”

“Nos engañaron, hay problemas políticos entre España y Marruecos y a nosotros no ponen en medio”, critica Fátima mientras añade que los que han venido a trabajar en Ceuta les ofrecen 2.000 dirhams al mes (unos 180 euros), menos de lo que puede ganar en Marruecos, dice.

Incluso varios grupos de yemeníes se sumaron al cortejo que esta mañana se aproximaba a la frontera para intentar pasar a Ceuta, tras haber llegado ayer desde los alrededores de Melilla, donde les llegó la voz de que estaban abiertas las puertas de Ceuta.

Uno de ellos, identificado como Uday, relató que la frontera de Melilla está sellada, por lo que no dudaron en buscar fortuna en Ceuta, con el convencimiento de que si logran entrar, nunca los expulsarán por proceder de un país en guerra, al contrario de lo que sucede con los marroquíes.

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