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El 22 de noviembre de 2005, Angela Merkel se transformó en la primera mujer en llegar a la cancillería alemana, dando pie a la denominada “Era Merkel” que en sus poco más de 16 años, estuvo marcada por el desarrollo de diversas crisis sociales, económicas y políticas que azotaron al país europeo.

Una vez al mando de la primera economía de Europa, la física conservadora y criada en la Alemania Oriental, tuvo que enfrentar alguna de las crisis más icónicas del continente, como la Crisis Subprime de hipotecas en 2008, cuyos efectos no tardaron en llegar hasta el Viejo Continente.

“Europa fracasa cuando el Euro fracasa. Europa Gana, cuando el Euro Gana”, aseguraba la canciller en medio del caos financiero que tuvo a Grecia al borde de la quiebra y que Alemania enfrentó con impopulares medidas de austeridad que más tarde replicaron España, Portugal e Italia.

Pese al descontento de una considerable proporción de población, la jugada política de Merkel tuvo efectos positivos que salvaron a la eurozona y que posicionaron a Alemania como el líder de facto de la Unión Europea.

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La crisis migratoria

En 2013, Angela Merkel inicia su tercer mandato respaldado con el gran triunfo de la Unión Demócrata Cristiana en las urnas. Hasta ese momento, la mandataria eludió con éxito cualquier intento de polarización de su agenda de gobierno, sin embargo la estrategia no duraría para siempre.

“A veces la política es dura. Si les decimos a todos que pueden venir y todos vienen, no podemos manejar eso. Algunos tendrán que regresar”, respondía con serenidad la lideresa alemana a una niña migrante que pedía asilo en televisión, en medio de la crisis migratoria generada por diversos conflictos en Medio Oriente.

Dicha situación escaló hasta el punto en que Merkel se vio en la necesidad de cambiar su metodología, dando inicio a la política de “Puertas Abiertas”, mostrando una respuesta solidaria y humanitaria que sorprendió al mundo entero, sobre todo tras acoger a cerca de 1 millón de refugiados.

Sin embargo, la estrategia generó roces con otros líderes europeos e incluso con la interna de su propio partido. Al mismo tiempo, el rechazo de grupos xenófobos era capitalizado por la extrema derecha alemana, que comenzó a repuntar en adhesión, principalmente en la zona este del país.

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De esta forma, el partido y liderazgo de Merkel comenzaba a perder respaldo entre los más conservadores que acusaban a la mandataria de “izquierdizarse”. Tras esto, comenzaron las negociaciones con Turquía para amortiguar el flujo migratorio, pero el efecto político ya estaba sobre la mesa.

A raíz de estos eventos y tras las elecciones de 2017, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, un partido de extrema derecha llegaba al Parlamento Federal, generando un verdadero “tsunami” político que convirtió al sector en la principal fuerza de oposición.

Donald Trump aparece en el mapa

“Cazaremos a la señora Merkel o cualquiera, y recuperaremos a nuestro país y a nuestra gente”, con esas palabras del bloque opositor, la física daba inicio a su cuarto periodo en el poder que realmente no estaba en sus planes. Sin embargo, la aparición de Donald Trump en el mapa político activó las alarmas de la lideresa europea.

Con el magnate a cargo de la potencia norteamericana, Angela Merkel comenzaba a ser llamada como “la nueva líder del mundo libre”. Incluso se especula que fue el propio ex presidente de Estados Unidos, Barak Obama, quien le solicitó ir a una nueva reelección.

Y es que pese a haber conocido a 4 líderes estadounidenses durante sus 16 años como canciller, desde el principio resultó evidente su compleja relación con el republicano, por lo que este nuevo periodo podría haber respondido a una jugada de política exterior, que vio necesaria para mantener la estabilidad de su país.

La última crisis

En 2018 Angela Merkel decide dejar el liderazgo de su partido y no postular a un quinto periodo, para dar paso al recambio. Pero sus planes se vieron opacados por una última crisis: la peor pandemia mundial de los últimos 100 años.

“Esto es serio. Tómenselo en serio. Nunca nuestro país había enfrentado un desafío que requiriera nuestra solidaridad. Ni durante la reunificación, ni en la Segunda Guerra”, aseveraba tajantemente la lideresa a su población, en torno a la inédita crisis sanitaria que desató en 2020 el coronavirus.

La primera economía de Europa resistió con éxito la primera ola de contagios, pero los casos comenzaron a aumentar, mientras los grupos extremistas ahora dirigían sus descargos contra las medidas sanitarias.

Actualmente Alemania mantiene su lucha firme contra el COVID-19, con el importante logro de haber vacunado a al menos, tres cuartas partes de su población adulta. Esto, mientras el país vive una nueva etapa, ad portas del recambio político tras las elecciones del pasado 26 de septiembre.

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Los resultados mantienen en incertidumbre y inquietud a los alemanes, sobre todo después de que la Unión Demócrata Cristiana obtuviera sus peores resultados en toda la historia de la Alemania moderna.

Sin embargo, en esta oportunidad y por primera vez en casi dos décadas, resolver dicha crisis ya no estará en manos de Angela Merkel. 

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