Por Mónica Rincón
{"multiple":false,"video":{"key":"bGhQUS","duration":"00:01:43","type":"video","download":""}}
Publicado por CNN

Ayer lo suponíamos por sus actuaciones previas, hoy lo confirmamos. Ricardo Ezzati no tiene interés alguno en colaborar con la Justicia.

Como no pudo aplazar por segunda vez su declaración, optó por hacer uso de su derecho a guardar silencio.

Y claro, es cierto que como persona tiene ese derecho, pero como ciudadano tiene la obligación de hablar, decir la verdad y ayudar a esclarecer las acusaciones que pesan en su contra de encubrimiento y en contra de otros de abusos.

Guardar silencio ante el fiscal Arias es, además, una tremenda contradicción con su rol como líder de una organización (la Iglesia Católica) que ha ocultado abusos sexuales durante décadas y en la que su máxima autoridad, El Papa, se ha comprometido a colaborar con la Justicia.

Existe la presunción más que razonable de que la negativa de Ezzati a declarar proviene de un intento de no auto inculparse o de no ayudar a establecer las culpas de otros.

Tampoco es una sorpresa. Ezzati es quien siempre ha sido. El mismo que tardó en actuar en el caso Karadima. El mismo que intercambiaba cartas con Errázuriz en donde trataban de serpiente a Juan Carlos Cruz. El mismo que como superior de los salesianos ha sido acusado de encubrir abusos y trasladar sacerdotes.

Él es Ricardo Ezzati y a pesar de todo eso, él es aún la cabeza de la Iglesia Metropolitana. Y eso resulta insólito porque sigue dañando a la institución que representa.

Dicen que no le han encontrado reemplazante porque no hay con quién. Yo digo que un cura párroco, que tenga un historial limpio, es mucho mejor pastor que Ricardo Ezzati.

Tags:

Deja tu comentario