Por Mónica Rincón
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El viaje de la senadora Jacqueline van Rysselberghe para reunirse con el candidato Bolsonaro está lleno de preguntas y hasta ahora de varias críticas desde su propio sector.

Sabemos que no lo consultó a la directiva de la UDI y las razones pueden ser que la senadora cree ganar adelantándose a otros o que tiene afinidad ideológica con Bolsonaro (el mismo que dice por ejemplo que no le pagaría igual a una mujer que a un hombres porque ellas se embarazan). Por ahora el primer balance de la cita será de cara a la interna del gremialismo.

Pero reunirse con el probable próximo mandatario de Brasil no es obligatorio para un líder de partido; de hecho desde RN, Desbordes dijo que no lo haría. La cita con Bolsonaro sólo será ineludible para el Presidente Piñera y recién si Bolsonaro es electo, por algo La Moneda aclaró acertadamente que no se reuniría con candidatos.

Van Rysselbergheadelanta definiciones. ¿Se puede estar de acuerdo con una parte de lo que plantea Bolsonaro y desechar lo criticable? ¿Cuánto es discurso de campaña y cuánto arriesga una democracia como la brasileña al apostar por alguien que se declara partidario de dictaduras y de la tortura?

¿Ocurrirá como en otras latitudes que un candidato de posturas extremas, sea de izquierda o derecha, hacen que se radicalicen otros sectores para evitar que les copen su electorado? Derechos civiles, minorías sexuales, inmigración; temas sobre los que una elección como la brasileña obliga a tomar postura.

Tanto como interpela sobre la corrupción, donde la izquierda del Partido de los Trabajadores le dio la ventaja a un aspirante que hoy lamentan, pero que hastiados millones de brasileños apoyan.

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