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El aumento sostenido de casos de COVID-19 en el país durante las últimas semanas, llevó a especular sobre el regreso de las cuarentenas, medida que fue descartada rápidamente por el Ejecutivo. 

En conversación con CNN Chile, el psiquiatra y director ejecutivo de la fundación Procultura, Alberto Larraín,  analizó las consecuencias que implicaría el retorno de los aislamientos en materia de salud mental. 

En ese sentido, el también académico de la Universidad Autónoma explicó que “las Naciones Unidas han tratado de hacer un llamado sobre la importancia de considerar el tema de la salud mental como un foco de la primera y segunda ola”. 

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“Lamentablemente para nosotros en Chile la consideración de la salud mental ha sido muy secundario respecto a todo el manejo de la pandemia”, agregó.

El académico enfatizó en que “lo que hay que tener claro, es que en relación a los niños y niñas, el impacto puede ser enorme”. 

“Pensar en interrumpir las clases o volver a cuarentena significaría que siga aumentando la brecha educativa y la pregunta que uno se hace es ¿cuánto va a ser el impacto que se va a generar en estas personas?”, ahondó.

A modo diagnóstico, Larraín advirtió que “parte del problema es la invisibilización de la salud mental en el país es que no tenemos datos respecto a la cual es el impacto que se está generando”. 

Sin embargo, detalló que “antes del estallido social teníamos una de cada cuatro personas con una enfermedad mental o con necesidad de apoyo, pero se proyectó un incremento de 20% o 30% es decir, aproximadamente cinco millones de personas en el país requieren algún tipo de apoyo”. 

“El problema es que nuestra cobertura de atención es de poco menos de un millón”, expresó.

Por último, manifestó que “somos un país donde está instalado que ‘nos paramos ante la adversidad’ y está bien visto en términos de desastres naturales. Yo diría que es más profundo, las enfermedades mentales o las condiciones de angustia, de ansiedad o depresión son vistas como un fracaso profundo, porque hemos sido educados en un modelo donde sólo hay una posibilidad de éxito”.

“Cuando tengo algún tipo de fragilidad se pone en jaque el modelo cultural, entonces tenemos una dificultad muy grande con validar las emociones negativas”, concluyó.

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