Por Daniel Matamala
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Venezuela se debate hoy en la cuerda floja, con una situación bicéfala: uno que controla el poder, con un presidente, una Asamblea Constituyente, un Tribunal Supremo de Justicia y una Fiscalía Nacional. Y otro, reconocido por buena parte de la comunidad internacional, con su propio ejecutivo, legislativo, judicial y Ministerio Público.

Sin duda es una situación peligrosa, por el riesgo de que las Fuerzas Armadas puedan también fracturarse y desatar una guerra civil entre dos autoridades enfrentadas en medio de una sociedad polarizada y con altos niveles de violencia.

Chile, junto a gran parte de América Latina, EE.UU., Canadá y Francia, reconoce ahora a Juan Guaidó como presidente en ejercicio. ¿Será esa presión la indicada para hacer caer a la dictadura de Maduro? ¿O atizará las llamas de un posible enfrentamiento armado? Por ese temor, otras democracias como la Uruguay o México 0 han optado por la cautela en estas horas.

Del lado de Maduro, el apoyo de Bolivia y también de dictaduras como Cuba, China, Rusia, Siria e Irán. Respaldos que, más allá de los intereses geopolíticos en juego, dejan en claro el carácter del régimen de Venezuela.

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