Lamentablemente, la historia se repite. Una persona se atreve a denunciar monstruosos abusos y la Iglesia Católica o la congregación aludida es incapaz de estar a la altura.
“Me violaba y pegaba, y me llevaba a otros hombres para que me violaran. Él miraba. Me obligó a abortar tres veces“. Son parte de las palabras de Marcela Aranda sobre el fallecido sacerdote Renato Poblete.
¿Y cómo reacciona la Compañía de Jesús? Ayer, cuando Mega (canal autor de la entrevista) le pide una reacción, con un silencio a medias. Porque igual aprovecharon para manifestar solamente que ellos estaban muy comprometidos con la investigación.
Hoy, ante el impacto y el horror ciudadano, sacan una declaración pública increíble en que se manifiestan tristes y conmovidos. Debieran estar más bien avergonzados, porque además ya se sabe que hay varias denuncias contra Poblete, todas serias y graves.
Los jesuitas, en su comunicado sin posibilidad de preguntas, dicen que acogen el dolor de la denunciante, pero resulta que uno de ellos, Juan Ochagavía, según cuenta Marcela Aranda, escuchó sus testimonios sobre los abusos de Poblete más de una vez. Y resulta que Ochagavía hoy vive en una casa donde se forma a futuros sacerdotes. ¿Es esa la forma correcta de acoger a la denunciante?
El comunicado oficial dice que la congregación está comprometida con la verdad, pero para creer eso es necesario que den a conocer cada una de las denuncias y procesos desconocidos antes de que sean de dominio público y, por lo tanto, una obligación y no una opción enfrentar con transparencia.
Habemos quienes esperábamos más de quienes dirigen a los jesuitas. Pero en su comunicado: ni una palabra de autocrítica, ni una palabra sobre el encubrimiento denunciado, sin el cual los abusos no se producen y que es algo que la Compañía de Jesús tiene que mirar de frente. Ay, Jesús, qué Compañía.
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