Por Mónica Rincón
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Poco aclararon las explicaciones de Luis Mesina. Veamos sus declaraciones iniciales: “Se puede dar el fenómeno que, dada la capacidad de movilización, los constituyentes se constituyan en la primera reunión y se autodeclaren soberanos y se acaba todo. Se cierra el Congreso inmediatamente”.

Dice que lo sacaron de contexto y que “es la ciudadanía la que determina algo así, no es una decisión autoritaria ni totalitaria,” y que lo único claro es que el 26 de abril hay un plebiscito.

Ni lo que dijo antes ni lo que dice ahora es cierto. Los constituyentes no pueden cerrar el Congreso, hay muchas más cosas claras que la realización del plebiscito y la ciudadanía elegirá a los constituyentes con un mandato.

Es válido votar “Apruebo” o “Rechazo” . Lo que no es legítimo es crear expectativas irreales o temores infundados.

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Tal vez el principal error de unos y otros es no querer entender que si gana el “Apruebo”, la convención constituyente o convención mixta no es el soberano. El poder soberano sigue siempre residiendo en el pueblo de Chile.

Y ese pueblo le dará una hoja en blanco a quienes tengan que redactar una nueva Constitución. Esa hoja, como toda hoja, tiene límites y márgenes. Entre ellos que la convención tiene como encargo exclusivo redactar la Constitución, que no puede entrometerse en las facultades de otros poderes del Estado, ni eliminar la República, que debe respetar los tratados vigentes y más.

Desconocer eso es poco democrático, sería desconocer el camino a través del cual se puede lograr una Carta Magna que no se imponga a ningún sector.

De nuevo, es válido votar “Apruebo” o “Rechazo”, pero para los que buscan asustar, forzar o ilusionar: lo que se entregará a la constituyente es una hoja en blanco, no un cheque en blanco.

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