Por Mónica Rincón
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Ayer la Corte Suprema dio una señal importante. Al retirar el beneficio de la exención de la multa por colusión, le dijo a CMPC y al país que una empresa no puede coaccionar a otra para que se coluda o mantenga el acuerdo de precios, beneficiarse con ganancias millonarias de ese delito y después ir a “confesar” las culpas y esperar que se le premie.

En eso consiste este mecanismo de la delación compensada: eficiente para perseguir carteles, pero que beneficia al que delata. Ya eso es discutible. Pero otra cosa es que ese beneficio llegue justamente a la empresa que coaccionó (algo que CMPC niega, pero que la Suprema ratificó) para seguir delinquiendo hasta que deciden que es mejor cooperar y librarse con eso de la multa, mas no del beneficio económico.

Ante la decisión de la Suprema, surgieron voces alertando sobre efectos negativos en la delación compensada y que sin ella nada se podría hacer. Lo cual es parcialmente cierto, porque tampoco puede ser que el fiscal nacional económico sólo así logre aclarar sus casos. Sería como decir que al Ministerio Público, sólo con la confesión de los imputados le es posible sancionar un delito.

Al meternos la mano al bolsillo a todos los chilenos con el confort -quién podría no usarlo-, estas empresas tuvieron ganancias estimadas en seis veces la multa que les aplicaron y cuatro veces fue su beneficio, en el caso de CMPC, si consideramos el acuerdo compensatorio de los famosos $7 mil .

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O sea, para todos los casos previos a la reforma legislativa del 2006, estos delitos eran un excelente negocio. Hoy las multas pueden llegar al 30% de las ventas en el período o dos veces el beneficio ilícito. Esa es la buena noticia.

La mala es que sin la acción previa de la Fiscalía Nacional Económica el Ministerio Público sigue sin poder hacer nada. Número de acciones penales desde la reforma: cero. Y aunque se iniciaran, la tardanza en que pueda perseguirse el castigo penal hace más difícil investigar. Como dicen los abogados, cuando el tiempo pasa, la verdad huye y agregaría, la impunidad se instala y la molestia crece.

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