Por Paula Aguilera

Dentro del estallido social nosotros no nos sentimos ajenos, no sentimos que sea la demanda del pueblo chileno, sino que era la demanda de los pueblos. Y, dentro de eso, una demanda histórica nuestra ha sido el necesitar un reconocimiento de Chile como nación”. 

Esa fue la principal reflexión que, según relata, llevó a que Ingrid Conejeros (43) impulsara su candidatura a la Convención Constitucional dentro de los escaños reservados para los pueblos originarios.

De origen mapuche, nacida en Santiago, profesora básica y diferencial, Conejeros se involucró en distintas organizaciones políticas y sociales desde que entró a la universidad y entre sus roles más visibles se encuentra la vocería que asumió para el caso de la machi Francisca Linconao. 

“Después de realizar encuentros, conversar con historiadores, dirigentes y todo un trabajo, llegamos a la resolución de que debíamos participar, de que entendíamos perfectamente que el acuerdo del 15 de noviembre no era lo que se necesita, y nos resulta hasta tramposo y engañoso, pero pese a eso, es una pequeña luz que existe para visibilizar nuestra causa y tener representación“, explica. 

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Estado plurinacional

La candidata cuenta que asumió el desafío en representación de las agrupaciones sociales con las que se vincula y que uno de los principales objetivos es que en la nueva Constitución quede plasmado un Estado plurinacional. 

“Nosotros no pensamos que el cambio a la Constitución va a ser una fórmula mágica que de un año para otro vaya a cambiar todo el sistema en el cual estamos sometidos, pero creemos que este cambio constituyente, mirándolo con todo el optimismo posible, esperamos que llegue a poder decir que es un Estado plurinacional y de ahí viene el camino para ver las fórmulas de que se generen leyes y obligaciones que sean exigibles por los pueblos”, detalla.

En esa línea, otros puntos que contempla su programa son el reconocimiento de la preexistencia de los derechos de los pueblos, autonomía y libre determinación; plurinacionalidad con derechos educativos, lingüísticos y a la comunicación; salud originaria intercultural; justicia intercultural y pluralismo jurídico; democracia intercultural; y mujer originaria y género.

Además, dice que estos principios no son excluyentes: “Creemos que nosotros, como gente que ha transitado distintas esferas, podemos perfectamente tener buenas alianzas con el pueblo chileno y trabajar estratégicamente para los temas que nos importan, como es la autodeterminación y libre determinación de los territorios, la vivienda para el pueblo chileno, los temas de salud, educación de calidad e intercultural”.

Ser mapuche sin territorio

Ingrid nació en Santiago y se crió principalmente entre las comunas de Pudahuel y San Bernardo, sin embargo, hace 11 años se fue a vivir a Temuco, en la Región de La Araucanía. Sus padres son originarios de la zona y migraron a la capital por trabajo: él como obrero del calzado y ella como empleada doméstica.

La razón, explica, es que considera que para que haya vida mapuche, debe haber un vínculo con la tierra: “En las ciudades hay muchas dificultades para ser mapuche, ya que nuestra espiritualidad está totalmente ligada al territorio”.

“Nosotros creemos que tenemos que hacer oración en la tierra, en el campo, lejos de las ciudades, que hay espacios ceremoniales sagrados y lugares que tienen que ver con nuestra espiritualidad, como son los cerros, los bosques, los ríos, espacios naturales en donde nosotros sabemos que existen otras fuerzas que tienen que ver con la naturaleza y eso para nosotros merece un total respeto“, detalla.

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“Entonces si nosotros pensáramos en la idea de no tener espacio territorial para desarrollar esta espiritualidad, se iría gran parte de lo que significa ser mapuche, que es ser gente de la tierra, más allá de que tú te puedas tener una profesión y hacer tu vida dentro de las ciudades. Si no tuviéramos eso, nos perderíamos el eje central de nuestra fuerza, que es lo que a nosotros nos mantiene vivos”, añade.

Debido a esto, asegura que “la demanda por tierra no ha descendido, la demanda por tierra sigue creciendo y en los gobiernos que han devenido se sigue negando sistemáticamente la posibilidad de que existan mayores recuperaciones”.

Sin embargo, aclara que “cuando hablamos y atendemos los tratados y la legislación en donde el Estado de Chile asume para el Wallmapu, no pensamos que vamos a recuperar todo desde el Bío Bío para el sur, pero sí hay vasto territorio que está siendo explotado y que debería volver a las manos de las comunidades mapuche para ser resguardado, por ejemplo, millones de hectáreas que tienen las forestales que están secando la tierra en un daño gigante al ecosistema”.

Escaños reservados

Con respecto a la discusión que desembocó en 17 escaños para los pueblos originarios dentro de los 155 cupos del órgano constituyente, la académica afirma que “yo veo que lamentablemente se expresó el racismo arraigado en las elites políticas”. 

“Todas las condiciones que fueron poniendo, principalmente la derecha, nos ha dejado en muy mala forma para llegar a tener la representación que necesitamos dentro de la convención constitucional: nos dejaron pocos escaños, dentro de los 155, nos han puesto una serie de trabas burocráticas para poder oficializar el voto”, detalló.

“Por lo tanto, ha sido muy complejo, ha sido un parto, pero aún así, con esas pocas posibilidades  en una cancha que ni siquiera es nuestra, que está súper rayada por la elite, vamos a entrar a dar la pelea, a disputar“, cierra.

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